[Minghui.org] La tarde del 18 de septiembre de 2013 mi esposa dio a luz a un bebé con 20 días de atraso en el Hospital de la ciudad de Lingyuan, provincia de Liaoning.

Cuando nació el bebé sufrió de asfixia severa. Todo su cuerpo estaba pálido. Después de un tratamiento de emergencia comenzó a respirar, pero no tenía temperatura corporal y tuvo que ser colocado en una incubadora para observación y atención.

El bebé también tenía un soplo en el corazón. No podía llorar. No podía amamantarse. No podía defecar. Tuvieron que insertarle una sonda de alimentación nasal pero sólo pudo tomar un mililitro de leche por vez. A veces, incluso esa cantidad era demasiado. Le tuvieron que absorber coágulos de sangre del estómago.

El médico dijo que el bebé tenía siete afecciones que ponen en riesgo su vida: la asfixia, enfermedad cardíaca congénita, hemorragia gastrointestinal, insuficiencia renal, mal funcionamiento gastrointestinal, neumonía por aspiración (turbidez del líquido amniótico y meconio) y anoxia cerebral.

Cualquiera de ellos podría ser fatal. El médico declaró que no había nada más que él pudiera hacer, y recomendó transferir al bebé a otro hospital.

No puedo ni empezar a describir lo que sentí cuando escuché la declaración del doctor. Una vida tan pequeña, en este mundo desde hace sólo un par de horas, pero cargadas de tanto sufrimiento.

Mi esposa había llevado al bebé durante diez meses, ¿cómo podíamos dejar que se vaya? Su reencarnación en nuestra familia tenía que ser algún tipo de relación predestinada. No había manera de que pudiera renunciar a nuestro hijo sin pelear. Tenía que hacer todo lo posible para salvar su vida.

Mi esposa y yo reunimos nuestro último poco de esperanza y nos fuimos al Hospital Chaoyang. Allí el diagnóstico fue el  mismo.

El jefe del servicio médico sacudió la cabeza con pesar y frustración, “He sido médico durante muchos años. Nunca me he encontrado con un caso tan seriamente complicado como el de su hijo”.

Luego añadió: “Incluso si ustedes pagasen cien mil, doscientos mil yuanes en su tratamiento, no sería más que una pérdida de su dinero. Incluso si sobreviviera, tendría que recibir regularmente transfusiones de sangre y diálisis. Un bebé con hipoxia severa puede desarrollar fácilmente parálisis cerebral. Su bebé es tan pequeño, ¡cómo podría soportar semejante tormento!”.

Las palabras del médico fueron como agua helada sobre una llama, sofocaron nuestra última gota de esperanza. Miramos a nuestro hijo moribundo con el corazón lleno de agonía. No había nada más que hacer que volver a nuestro hogar en Lingyuan con nuestro hijo.

Una tía que practicaba Falun Gong se enteró de nuestra terrible experiencia y vino a visitarnos. Recordé que ella nos había aconsejado antes decir “¡Falun Dafa es bueno, Verdad -Benevolencia- Tolerancia es bueno!”, pero estábamos demasiado preocupados buscando ayuda médica y confiando en la ciencia moderna como para prestarle atención.

Ahora que estábamos en un callejón sin salida, nos dimos cuenta de que no teníamos nada que perder con darle una oportunidad aunque no tuviéramos ninguna fe o convicción.

Pero, ¿cómo pueden unas pocas palabras curar una condición de vida o muerte?

Mi tía lo explicó pacientemente: “Falun Dafa es FoFa. Diciendo esas pocas palabras son como recitar un mantra. ¡El Shifu de Dafa entonces te protegerá!”.

Ella citó muchos ejemplos de curaciones milagrosas de Dafa, aumentando así mi determinación para darle una oportunidad real a: "Falun Dafa es bueno".

Entonces, me senté al lado de mi hijo y recité, “¡Falun Dafa es bueno, Verdad -Benevolencia- Tolerancia es bueno!” una y otra vez, suplicándole al Shifu de Dafa que salve la vida de mi hijo.

Recité las palabras cada mañana ni bien me levantaba. Recité las palabras día y noche durante todos mis momentos de vigilia.

Al duodécimo día, el tubo insertado en la nariz de mi hijo de alguna manera se salió, sin embargo, él pudo respirar normalmente. Todo su cuerpo tomó un color saludable. Él fue capaz de defecar.

Poco a poco, mi hijo aprendió a succionar. Él lloraba de hambre. Dormía cuando estaba lleno. Pronto dejamos de darle su medicación.

Todos estábamos incrédulos a pesar de que todos éramos testigos de la recuperación de su salud en tan sólo dos semanas.

A los quince días llevé a mi hijo al Hospital Chaoyang para un examen completo. El resultado de cada prueba y cada hallazgo de laboratorio fue normal.

Cuando llevé la buena noticia a la casa de mis padres se echaron a llorar y anunciaron en voz alta: “¡Tenemos que agradecer a Falun Dafa, Shifu Li de Dafa ha salvado a nuestro nieto! ¡Por esta razón nos postramos en el suelo y rendimos pleitesía a Shifu!”.

En ese momento, yo también estaba totalmente convencido: Falun Dafa es la ciencia verdadera. Es la más elevada ciencia. Toda nuestra familia está agradecida a Falun Dafa. ¡Todos estamos agradecidos al compasivo Shifu de Dafa que nos ha concedido la salvación!

Versión en inglés disponible en: http://en.minghui.org/html/articles/2014/5/5/474.html