[Minghui Net] Hay un antiguo dicho chino que dice que “cada pensamiento del hombre se escucha en el Cielo y en la Tierra; ellos se asegurarán de que el bien sea recompensado con bendiciones, y que la maldad se encuentre con su castigo”:
Según el entendimiento del autor, este dicho muestra que este principio celestial no puede esconderse ni alterarse, ya que lo Divino lo sabe todo y puede diferenciar el bien y el mal a cada momento.
En la china antigua se creía que la gente era debidamente recompensada por sus buenos pensamientos, y castigada por sus malos pensamientos. De hecho, todo radicaba en el momento en que se produce un pensamiento. En la cultura china tradicional, había muchas referencias a las escrituras del confucionismo, budismo y taoísmo, y todos los sabios y personas virtuosas de la antigüedad consideraban que la honestidad y la integridad eran las virtudes principales del comportamiento.
El autor cree que los chinos antiguos eran rectos en todo, y que los principios aquí descriptos están tan vigentes hoy como en aquellos tiempos.
Los antiguos respetaban al Cielo y a la Tierra, y tomaban con seriedad el juicio de otras personas en caso de que se equivocaran y ofendieran al Cielo y a la Tierra, al comportarse inapropiadamente, aun sin saberlo. Siempre eran cuidadosos y mantenían una mente calma y pura, incluso cuando no había nadie alrededor, para asegurarse de no hacer nada en contra de su propia consciencia.
Sin embargo, también había personas que pensaban que si cometían malas acciones en secreto, nadie lo sabría. Pero nunca serían capaces de escapar del castigo merecido por su mala acción.
Había muchas historias de este tipo en los libros antiguos. La siguiente es sólo una de ellas.
Estafando a otros por dinero: viviendo un infierno en la tierra.
Durante el reinado de Shunzhi (1644-1661) durante la dinastía Qing, un hombre llamado Wu Zhanqi se ganó la vida vendiendo telas.
Era un hombre codicioso y astuto. Cuando vendía telas, siempre mostraba a sus compradores un rollo de muestra de alta calidad para ganar su confianza, pero luego les vendía un producto de menor calidad, cambiándolo al final, sin que el cliente lo supiera. Era muy habilidoso al llevar a cabo su engaño.
Una vez, un comerciante occidental envió a un amigo al mismo negocio a comprar telas para él. Como sucedía siempre, su amigo fue engañado y compró un producto de calidad inferior.
El comerciante estaba insatisfecho, y culpaba a su amigo. Su amigo, enojado, le dijo: “¡No podrías hacer nada, incluso si fueras tu mismo a comprar!”. El comerciante respondió: “¿De qué estás hablando? Si no puedo comprar el producto genuino entonces no volveré a verte”. Al día siguiente, el comerciante fue él mismo a comprar tela. Eligió directamente el rollo de muestra y se sentó sobre él, para que Wu Zhanqi no pudiera cambiarlo.
Wu pensó una estrategia. Fue al otro lado del mostrador, ajustó sus ropas y sombrero, y saludó al comerciante cortesmente, como si fueran viejos amigos. El comerciante no tuvo otra opción, y se paró para devolverle el saludo. En ese momento, un empleado reemplazó el rollo de muestra por otro. El comerciante no se dio cuenta, pagó por la tela y se fue.
Le mostró a su amigo su compra, tan pronto como regresó. Su amigo desenvolvió el paquete y vio que era de mala calidad y barata, con puntos y marcas de suciedad. Era muy delgada y no servía para nada, no había diferencia con la que había comprado anteriormente. Su amigo se burló de él: “Fuiste allí tu mismo, pero ¿qué diferencia hay?”.
El comerciante se sintió tan avergonzado y angustiado que se colgó.
Este es un ejemplo que muestra cuán traidor y engañoso era Wu. Más tarde, Wu se enfermó gravemente en un viaje. Estaba en cama y veía fantasmas demoníacos que venían por él para castigarlo. Día y noche, experimentaba toda clase de sufrimientos y gritaba de dolor.
Una vez, estaba gritando en cama: “¡Por favor, ayúdenme! ¡Ayuda! ¡Me están poniendo en una cama de fuego!". la gente que estaba a su alrededor no podía hacer nada, pero luego vieron marcas de quemadura en su espalda. También gritaba: “¡Oh Dios! ¡Me están poniendo un gancho en la espalda para colgarme!”.
Todos lo sentían extraño y rarísimo, pero no podían hacer nada. Luego encontraron una parte en su espalda roja e hinchada como si hubiera sido de hecho colgado por un gancho. Wu siguió llorando y gritando por el castigo doloroso e infernal que estaba sufriendo.
Murió unos días después.
Esta historia enseña que no importa cuán astutas y engañosas sean las acciones de una persona, han plantado las semillas de las consecuencias, y tarde o temprano se encontrarán con su retribución.
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Categoría: Cultura tradicional