[Minghui Net] Un día del mes pasado, mientras estaba caminando por una calle y distribuyendo material informativo para clarificar los hechos sobre Falun Dafa a la gente, me encontré con un capitán de policía

Este capitán antes era un oficial en nuestra comisaría local. Cuando fui ilegalmente arrestado años atrás, casi siempre me interrogaba. Usaba cada oportunidad para clarificarle los hechos sobre Falun Dafa. Después de numerosos encuentros, llegamos a conocernos bien. Sin embargo, no nos habíamos visto desde que fue ascendido a capitán.

Aún recuerdo la primera vez que me interrogó. Enfrentando su condena, sentí lástima por él y quería aprovechar la oportunidad para ayudarlo a entender la verdad. Le conté los hechos básicos sobre Falun Dafa y la persecución. También le hablé de la naturaleza perversa del partido comunista chino (PCCh), del engaño que inventó el partido sobre la auto-inmolación en la plaza de Tiananmen, y sobre las atrocidades de la sustracción forzada de órganos a practicantes vivos de Dafa.

Le dije: “Usted ya debería tener claro cómo nos comportamos los practicantes de Falun Dafa. ¿Por qué la gente nos felicita? Por qué hacemos lo que Shifu nos pide que hagamos y por qué seguimos los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Sólo queremos ser buenas personas. No respondemos peleando cuando nos insultan o nos golpean. Somos considerados hacia los demás. ¿Hay acaso algo incorrecto con esto?”.

Al considerar mis palabras, se tranquilizó. Me escuchó atentamente y mientras tanto me hacía unas preguntas. Con el tiempo, incluso cambió la forma de dirigirse a mí, desde: “Ustedes los de Falun Gong son así y asa...”, a “Tía, por favor...”.

Durante los posteriores interrogatorios, le expliqué los hechos en mayor profundidad, y su actitud mejoraba poco a poco. En una ocasión, le aconsejé que encontrara el software para desbloquear Internet, recordándole que sólo mediante la comprensión de la verdad podía asegurar un futuro brillante para sí. Asintió con la cabeza y dijo: “Está bien, está bien, haré mi mejor esfuerzo por encontrarlo”.

Aquella vez, cuando nos encontramos en la calle, me saludó de manera muy efusiva. Señaló la cesta en mi bicicleta y preguntó: “Que hay en la cesta? ¿Folletos de Dafa?”. Y le respondí: “¿Y qué si lo son? ¿No debería seguir?”. A lo que inmediatamente contestó: “Si, desde luego, debes continuar. Todo lo que está impreso en esos folletos es verdad. Sé cuán malvado es el PCCh. ¡Es hora de que sus perversas acciones sean expuestas!”.

Reí y le dije: Es cierto. Básicamente el PCCh se ha destruido a sí mismo por ser tan malo”. El capitán de todo corazón asintió.

No podía creer que un capitán de la policía con su uniforme pudiera haber cambiado tanto. Expresé desde mi corazón mi más sincera gratitud por la misericordia de Shifu, el poder divino de Dafa, y los esfuerzos de los compañeros practicantes clarificando los hechos de Falun Dafa a la gente alrededor del mundo.

Luego aproveché la oportunidad y le dije al capitán: “Quiero felicitarle por mantener su conciencia y su bondad. Para la eterna seguridad y felicidad de su futuro y su familia, me gustaría aconsejarle que renunciara al PCCh. Debe renunciar a la asociación con el perverso partido”. Me respondió sin asomo de duda: “Me había apuntado a los jóvenes pioneros, a la liga de jóvenes comunistas y al partido comunista. ¡Quiero quitarme de todos!”. 

Y entonces, en el acto, el capitán renunció al partido y a sus asociaciones de ligas de jóvenes. Me sentí muy feliz por él.

Las palabras de Shifu emergieron en mi corazón:

“Si tienes pensamientos rectos muy fuertes, la maldad será desintegrada. El poder verdadero de la misericordia puede desintegrar a todos los factores no rectos, y cuando tú hablas con él, la energía se está emitiendo hacia afuera y desintegrando esas cosas perversas, y la maldad en otro espacio ya no se atreve más a acercarse y controlar esa persona. Entonces, en este momento, la gente te escuchará cuando razonas, tú podrás eliminar esas mentiras que el partido perverso les inculcó, y podrás desatar el nudo en su corazón” (“Enseñando el Fa en Manhattan”).