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Alguien tocó la puerta cuando me estaba preparando para ir a la cama a las 22:00 el 23 de abril del 2000. La policía y el oficial de la aldea estaban afuera. Abrí la puerta y pregunté: “¿Qué hacen aquí tan tarde?”. Uno de ellos dijo: “Hablemos en la estación de policía”, y me llevaron hasta allá.

Había un vehículo en la estación. Sin decir una palabra, me empujaron adentro del vehículo y me llevaron a una casa grande. Muchos practicantes ya estaban allí.

En la noche, nos torturaron y nos golpearon a cada uno en cuartos separados, para que no fuéramos testigos de lo que se le había hecho a otros practicantes. Fui esposada al marco de una cama en un pequeño cuarto.

Dos personas fornidas me golpearon con bastones eléctricos mientras me ordenaban que renunciara a mi creencia en Falun Gong. Me negué a hacerlo, así que se turnaron en golpearme hasta que no pude pararme más.

Me arrastraron hasta otro cuarto más grande. Como no podía sentarme, tuve que acostarme en el frío suelo de concreto. Otro practicante allí pidió hojas de papel grandes y gruesas para cubrir el suelo frío. Al día siguiente, mis manos estaban hinchadas y otras partes de mi cuerpo tenían marcas de las golpizas.

Los abusadores tenían miedo que otras personas vieran mis heridas, así que me encerraron en un cuarto pequeño.

Manteniendo fe con determinación

El oficial de la aldea se me acercó y me preguntó: “¿Todavía te atreves a practicar luego de haber sido golpeada de esta forma?”. Le respondí: “Nos comportamos de acuerdo con los principios de Verdad-Compasión-Tolerancia. Somos buenas personas que ponemos a los demás antes que a nosotros mismos. No regresamos los insultos ni los golpes. No somos corruptos y no robamos las cosas de los demás. Vivimos una vida saludable y tenemos relaciones armoniosas con nuestras familias. ¿No piensa usted que esas son cosas buenas? ¿Acaso hay algo malo con eso?”.

El oficial me preguntó: “¿Realmente se comportan de acuerdo con los principios de Verdad-Compasión-Tolerancia?”. Le respondí: “Si, lo hacemos”.

Me dijo: “Bueno, yo también lo he intentado, pero es muy difícil y ¡no puedo hacerlo!”. Le dije: “Puede empezar poco a poco y al final podrá hacerlo. Así es como nosotros lo hicimos. Mire, me han golpeado, pero no les odio”.

Él pareció haber entendido, asintió con la cabeza y se fue. Esa noche, me trajo un edredón. Luego, intentó pedirle al mayor del pueblo que me liberara, pero este se negó.

Practicar los ejercicios de Falun Gong cura las heridas de las golpizas

Realicé una huelga de hambre para protestar por la persecución. En la cuarta noche, estaba mareada, temblando y mi corazón latía rápidamente.

El oficial de la aldea le pidió nuevamente al mayor que me liberaran pero le dijeron que no, así que el oficial le dijo: “Si algo le pasa a ella, será su responsabilidad. Ella no se encuentra bien, llevémosla a casa”.

Más tarde en la noche, encontraron un vehículo y me llevaron. Cuando llegamos a mi casa, me llevaron cargada adentro.

Al día siguiente, el oficial le pidió a la policía que me compraran comida, pues sabía que había sido perseguida muchas veces y que las autoridades me habían extorsionado dinero. Luego, tuve que pedir dinero prestado de otra gente y tener trabajos temporales para lograr llegar a fin de mes.

Estaba muy débil, pero le dije: “Soy un practicante y no puedo tomar las cosas de los demás”. Me contestó: “Esta bien que no quieras cosas de la policía, pero por favor recibe esto de mi parte”.

Le dije: “No puedo tomar tu dinero. Todavía tengo comida en la casa y debería durarme un tiempo. Por favor no te preocupes por mí; ya estoy bien. Haré los ejercicios y me recuperaré rápidamente. Luego podré trabajar de nuevo. Tal vez debería tomar fotos de mis heridas y guardarlas como evidencia de la persecución”.

Él dijo: “Seré tu testigo el día que Falun Gong sea exonerado. Si hubiera sabido que te iban a golpear, no habría ido con ellos a tu casa”.

Unos días después vino a verme. Cuando me vio me dijo: “¡Wow! ¡Ahora estás bien!”. Le dije: “No tomé medicinas ni inyecciones. Simplemente hice los ejercicios de Falun Gong, ¡y me recuperé muy rápido!”.

Aunque había sufrido un dolor imposible de aguantar, estuve muy feliz que a través de esta experiencia él entendió la verdad sobre Falun Gong y eligió ayudar a los practicantes. ¡Tuvo consciencia moral y eligió un brillante futuro!