[Minghui Net] Tengo cerca de 70 años y comencé a cultivarme en Falun Gong en 1997. No tuve una educación formal, solo asistí a la escuela para adultos. En el camino de la cultivación siempre he sentido la benevolencia de Shifu y su cuidado. Quiero usar esta oportunidad que Shifu me ha dado para escribir una experiencia inolvidable que me conmovió profundamente.

En el invierno de 2005 mi marido falleció. Debido a que no había renunciado completamente al sentimentalismo, las viejas fuerzas explotaron mi brecha. Mi estado físico se volvió realmente malo. Me dolía el cuerpo entero y mis extremidades inferiores estaban tan frías que sentía como si llevara unos pantalones congelados. Con frecuencia mi mano se caía cuando enviaba pensamientos rectos y a menudo me quedaba dormida al estudiar el Fa. Hubo un tiempo en el que no podía dormir normalmente. Tan pronto me quedaba dormida aparecían visiones de la maldad que me despertaban.

Algunas veces, cuando el mal se me acercaba me quedaba inmóvil, y no podía hacer ni un ruido, incluso aunque lo intentaba tan fuerte como podía. Me mantuve gritando “Mie” y finalmente mi mente se volvió clara y fui capaz de moverme de nuevo cuando grité “¡Shifu ayúdame!”. Una vez vi seres perversos con formas humanas vagando por la habitación, y en otra ocasión vi miles de manos negras del tamaño de una moneda juntarse en el cuarto de baño. En el artículo “Eliminen a las manos negras con pensamientos rectos” Shifu dijo:

 “El número de las manos negras es grande; en esta dimensión, la manifestación de sus cuerpos es muy pequeña. Varían de tamaño, desde los grandes como una moneda, a los pequeños como la punta de un bolígrafo; la mayoría son del tamaño de la punta de un bolígrafo”.

Sentí que estaba siendo perseguida por la maldad. Pero en aquel momento no miré dentro. En su lugar intenté resistirlo con métodos de un ser humano. Cuando enviaba pensamientos rectos llevaba conmigo una toalla fría para pasármela por la cara cuando me sentía adormecida. Una vez, a las 3:30 de la mañana una voz suave me despertó: “Es hora de levantarse y hacer los ejercicios”. Me levanté inmediatamente, pero no vi a nadie alrededor. Supe inmediatamente que era Shifu ayudándome. Me sentí conmovida hasta las lágrimas. Más tarde, cuando envié pensamientos rectos, sentí vívidamente cómo una mano levantaba suavemente la mía cayéndose. Lloré con lágrimas por toda la cara, pensando: “Shifu, lo siento verdaderamente”. Como discípula lo estoy haciendo muy pobremente. Pero tú estás siempre a mi lado y me proteges. Hoy, pensado en aquella sensación todavía lloro profundamente.

En aquel tiempo sentí profundamente la urgencia de salvar gente y no me relajé. Un día salí a distribuir materiales de información de Dafa en bicicleta, y estos se agotaron cuando finalicé en la última casa de mi recorrido. Supe que Shifu me estaba animando. Mientras regresaba a mi domicilio, noté que alguien me estaba empujando por detrás. Shifu estaba justo a mi lado y ayudándome. Esto aumentó mucho mis pensamientos rectos y reforzó mi determinación para superar mis tribulaciones.

Querido Shifu, fuiste tú quien levantó mi mano y me ayudó en cada paso de mi camino. Sin ti, no podría haberme movido ni un centímetro. Recuerdo que algunos compañeros practicantes se rindieron en los primeros días. Pero yo me dije: “Nunca me rendiré, no importa lo que pase”.

No podemos comprender lo mucho que el gran Shifu ha soportado por sus discípulos, por todos los seres conscientes y por el cosmos entero. Siento que le debo tanto a Shifu y no tengo ninguna excusa para relajarme. Siento profundamente que uno tiene que ser firme cuando se encuentra con tribulaciones.

Después de millones de años de espera finalmente estamos en un tiempo de coexistencia entre lo divino y lo mortal, y podemos encontrarnos otra vez con Shifu. En este camino de retorno a mi ser original, fue Shifu quien siempre sostuvo mi mano y me levantó cuando me caí. Shifu, quiero tomar tu mano y continuar caminando hacia delante.