[Minghui Net]

 ¡Saludos venerado Shifu!

¡Saludos compañeros practicantes!

Me gustaría agradecer a Minghui por proporcionarnos nuevamente a los practicantes en China continental una plataforma para el intercambio de experiencias y por su duro trabajo, que nos da la oportunidad de informar a Shifu en la etapa final de la rectificación del Fa.

Obteniendo el Fa

En 2001 aún no había empezado a practicar. Mi madre vino a mi casa desde su pueblo en el campo. Me dijo que un practicante del pueblo de mis abuelos había sido arrestado, detenido y multado repetidas veces. Estaba detenido en un campo de trabajo forzado del condado. Era la época de cosecha, y se necesitaba trabajadores desesperadamente. Sus amigos y parientes estaban desesperados. Quería ver si yo podría ayudarle a salir de allí.

Al día siguiente, justo después de salir de la oficina, fui a pedir ayuda al secretario general, diciendo que quería ayudar a mi pariente. El secretario general hizo una llamada y luego me dijo que fuera a ver al director. El director escribió una nota al líder del comité del partido comunista chino (PCCh) del condado. Viajé durante un día al condado. Hice todo lo que pude.

A principios de 2003 un practicante de mi pueblo estaba retenido en un centro de lavado de cerebro. Nuevamente me pidieron ayuda. Fui al centro de lavado de cerebro con un director del campo de trabajo. Después de enterarse a través del registro de visitantes que éramos de la provincia, los agentes cooperaron con nosotros. Afortunadamente, tuve la oportunidad de acumular un poco de de. Shifu vio que yo aún tenía algo de conciencia y no me dejó atrás. Fui muy bendecido.

En realidad hice esto por mis emociones humanas y no por apoyar a Falun Gong. Puesto que no conocía la verdad, intentaba persuadir a los practicantes, diciendo: “¿Por qué no hacen otra cosa en lugar de meterse en problemas?”. Por su gratitud hacia mí, ellos continuaban hablándome de los hechos y decían que me salvarían. Me parecía raro. ¿Cómo podrían salvarme estando ellos en tal posición? Yo vivía una buena vida. Mi comida estaba pagada por fondos públicos. Mi ropa era pagada por fondos públicos. Mi salario era alto y tenía poca carga de trabajo. En mi tiempo libre, cantaba, bailaba y viajaba. Nuestras vidas no podían compararse. Sería suficiente si tenían cuidado y no metían a otros en problemas. Pensaba que lo que decían era de locos. Me visitaron con regalos varias veces. Yo no tomaba ninguno de sus regalos ni les invitaba a mi casa tampoco.

Un día vinieron con mi madre. Ellos seguían hablando de Falun Gong, como de costumbre. Si hubiéramos estado en su casa yo habría respondido. Puesto que venían de lejos, para ser educado tenía que dejarles hablar. Eso no fue todo. ¡Se quedaron en mi casa y enseñaron los ejercicios a mi madre! No terminaron hasta después de las 13:00. Al final, dije: “¿Qué tal esto? No digan más. Denme uno de sus libros y déjenme  ver qué hacen realmente”.

Entonces olvidé lo que había dicho, hasta que mi padre se me apareció en un sueño, diciéndome que era muy pobre. Cuando desperté, me di cuenta de que era hora de visitar su tumba. Cuando volví a mi pueblo al día siguiente, mi madre me dio un libro para leer. Estaba sorprendido, puesto que había olvidado lo que había dicho. Una vez que empecé a leer el libro, ya no pude parar.

Rectificándome

Los practicantes de mi pueblo y yo nos visitábamos de vez en cuando. Cada vez que iba allí, ellos compartían conmigo sobre cultivación independientemente de lo ocupados que estaban. Aprendí los cinco ejercicios y cómo enviar pensamientos rectos. Estaba casi en un estado de cultivación solitaria, rectificándome en silencio con los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y abandonando todos mis malos hábitos. Al principio era difícil. Cuando mi unidad daba regalos de nuestros capataces, al final sobraban muchos. Cada uno nos llevamos algunos como siempre hacíamos. Yo tomé una caja con varios. Solo un objeto, un cuchillo, valía más de 70 yuanes. Al final del día, mis colegas se llevaron los suyos a casa.

Para mí era diferente esta vez. Luchaba internamente preguntándome si debería llevármelos o no. Pensando que no era robar y que todo el mundo se había llevado los suyos, saqué la caja fuera de la oficina. Pensando que el libro me enseñaba a ser una buena persona y no igual a los demás, llevé la caja de vuelta a la oficina. Pensé nuevamente que Shifu dijo que nos conformáramos al estado de la gente común, y que daría igual si no me los llevaba. Saqué la caja fuera otra vez. La llevé adentro y afuera varias veces. Finalmente me fui a casa con las manos vacías. Al día siguiente, ninguno de mis colegas me entendía, pero más tarde se acostumbraron.

Mi unidad votaba por los trabajadores sobresalientes. Yo pensaba que había aprendido Verdad-Benevolencia-Tolerancia y debía actuar mejor que los demás. Voté por otros. Al final, yo conseguí la mayoría de los votos. Cuando me fui a casa, pensaba que sería maravilloso si Falun Gong no fuera perseguido. El despreciable Jiang hizo una estupidez. Como resultado, los practicantes apelaron por el derecho a practicar Falun Gong y sufrieron mucho. Yo no estuve allí y sería genial si tuviera una oportunidad de ir a la Plaza Tiananmen. Al día siguiente, el supervisor hizo que los trabajadores sobresalientes visitaran Beijing. Mi deseo se cumplió.

Al año siguiente votamos nuevamente por los trabajadores sobresalientes. Yo quería ser elegido nuevamente, así que me voté. Escribí en el voto, lo doblé y luego me fui. Nadie me votó, y el supervisor sentado a mi lado levantó tranquilamente mi votó y lo leyó. El entonces, en la sala, mirándome de reojo, gritó: “Alguien votó por sí mismo”. La sala se quedó en silencio inmediatamente. Yo me di cuenta instantáneamente de mi fallo y dije sinceramente: “Estás hablando de mí. Yo voté. Quiero ir a Beijing otra vez”. Todos se rieron. El no dijo más. La vergüenza terminó.

Salvaguardando el Fa

Una vez que volví a mi pueblo, había numerosos eslóganes difamando a Dafa en varias aldeas. Los practicantes planearon limpiarlos juntos por la noche y me pidieron que enviara pensamientos rectos en casa. Yo pensé que, aunque había obtenido el Fa tarde, esta era también mi tarea. No debía ser meramente alguien que se había beneficiado de Dafa. Era como la frase en Zhuan Falun: “Si ni siquiera te importa un asesinato o un incendio, ¿de qué cosas te ocupas tú?”. Formé un grupo con mis hijos y dos compañeros practicantes. Borramos más de 30 eslóganes.

Poco después de eso, apareció en mi trabajo un cartel propagandístico difamando a Dafa. Tenía una cubierta de cristal. Envíe pensamientos rectos varios días, pero no funcionó. Envié cartas a los supervisores. Nada cambió. Estaba enfadado. El cartel estaba iluminado las 24 horas del día y estaba vigilado por guardias de seguridad y cámaras a la entrada. Por la noche, tumbado en la cama pensaba: “Que llueva, que llueva. Si llueve, puedo cubrirme con un impermeable, y nadie me reconocerá cuando lo quite”.

Llovió, me fui apresuradamente hacia la ventana, mirando fuera y diciendo: “Cuanto más llueva, mejor. Cuanto más fuerte el viento, mejor. Cuanto más sonoro el trueno, mejor”. Empezó a llover. El viento arrancaba ramas. El trueno sonaba como si estuviera rompiendo encima. Salí precipitadamente y cubrí el cartel con pintura. El supervisor pidió una investigación al día siguiente. Todos los empleados vieron el cartel al entrar o salir de la oficina, pero nadie se atrevía a mencionarlo. Los guardias de servicio dijeron que la cámara no tomo fotos útiles porque apuntaba demasiado bajo. El supervisor estaba enfadado: “Intencionado. Fue intencionado”. La investigación concluyó sin resultados.

Aclarando la verdad

A través de continuo estudio del Fa, entendí que el tiempo para salvar seres conscientes estaba presionando. Aclaraba la verdad a mis parientes y amigos, y a quien recordaba. Visité a parientes a los que no había visitado nunca. Mis colegas necesitaban más atención. Primero dejé folletos de aclaración de la verdad en sus casas. Días después, hablaba con ellos pacientemente, de uno en uno, desde el punto de vista de un tercero. Todos mis compañeros de trabajo en la oficina renunciaron al PCCh, excepto el jefe, Wu. Me llevó seis meses y mucho esfuerzo conseguir que renunciara. Cuando hablaba de los hechos a otros, él divagaba. Cuando mencionaba a Falun Gong, él regañaba. Cuanta más gente, más se alteraba. Yo hablaba sobre la verdad de Falun Gong desde diferentes ángulos. Él repetía las mentiras del PCCh. Le encantaba ver las noticias y lo primero que hacía por la mañana en la  oficina era hablar de ellas. Habló sobre la roca con caracteres ocultos, de 200 millones de años, en Guizhou. El reportaje de TV no mencionó el último carácter, “perecer”. Los miembros del partido lo veían como su gloria. Yo no conocía la historia de la roca y no tenía nada que decir.

Me di cuenta de que a mis colegas les gustaba coleccionar. Yo declaré que pensaba que los artículos de Falun Gong no tendrían precio en el futuro. Si alguien se encontraba con ellos, no debería tirarlos y debería dármelos. Alguien me los dio. Yo hablaba de ello mientras leía. Los dejé intencionadamente en la oficina durante un par de días. Mi propósito principal era que Wu los viera, pero no los vio.

Un colega de otra oficina nos dio una pila de cupones de compra, diciendo que una tienda estaba haciendo una promoción. Los cupones ofrecían descuentos y la suscripción gratuita a un periódico durante un año. Cuando fuimos a la tienda, estaba llena. No queríamos esperar en la fila y volvimos. La esposa del colega era la encargada de la tienda. El vino a nuestra oficina nuevamente algunos días después. Le preguntamos: “¿Ha comenzado ya el reparto del periódico?” El dijo: “Ni lo menciones. No sé si el periódico se repartirá o no. Pero el buzón para el periódico está instalado, lo reviso cada día cuando salgo. El otro día, encontré algo dentro. Era grueso y lo saqué. Era un libro con cubierta blanca hecho de periódico. El título es Nueve comentarios sobre el Partido Comunista. Todos los argumentos son correctos. La suscripción no debería terminar con este libro”. Yo dije: “No, ¿pero podrías prestárnoslo?”. El dudó. Yo dije: “No nos lo quedaremos cuando terminemos. Te lo devolveremos rápidamente”.

Tomé el libro e hice comentarios mientras lo leía en la oficina. El libro estuvo en nuestra oficina durante algún tiempo. Wu no lo leyó, no dijo nada y no hizo ningún comentario. Además, se reía de mí, diciendo: “Come del partido, toma del partido, critica al partido...” Yo dije: “Wu, lo que dices es erróneo. Piensa de esta manera: si todos los miembros del PCCh se colgaran y murieran, aún haríamos lo que debemos hacer. Nada cambiaría, ¿verdad? Si solo quedaran unos pocos miembros del partido en el mundo, ¿cuántos días sobrevivirían simplemente sujetando el teléfono? Es agua llevando un barco, no un barco llevando agua. ¿No es así?”. Él se enfadó y se fue.

Un día estábamos hablando sobre Falun Gong, y todos dijeron que era bueno. El comenzó a armar alboroto. Yo estaba realmente enfadado y grité: “Wu, ¿podrías dejar de regañarnos? Es desagradable escuchar a un anciano armando alboroto”. Yo casi me había rendido. Y de repente sucedió que un colega me dio un librillo esa tarde que tenía historias sobre la roca de caracteres ocultos y la foto que mostraba los caracteres: “partido comunista chino perecer”. Estaba animado y fui a ver inmediatamente a Wu. Le dije: “Wu, ven. ¿Recuerdas la roca con caracteres ocultos que mencionaste el otro día? ¿La de la TV?”. Él respondió que sí. Yo dije: “Lo que dijiste es correcto, salvo que faltaba una palabra. Todos menos él lo habían visto, y él quería verlo. Yo no le dejaba verlo, diciendo: “Tú, el miembro del PCCh, no puedes ver esto. No podemos tener un líder que tome un camino equivocado”. Él estaba muy enfadado.

Al final del día, le esperé a la salida. Cuando le vi salir, me puse a su altura y dejé el librillo doblado en la cesta de su bicicleta, diciendo: “Jefe Wu, realmente no deberías leerlo en la oficina. No te hará ningún bien. Léelo detenidamente en casa y recuerda devolvérmelo mañana, aún no lo he terminado de leer”. Vi que estaba conmovido.

Al día siguiente, fui pronto a la oficina y tomé dos huevos para él en la cafetería. El llegó tarde, muy tarde. En cuanto le vi llegar, me alegré y dije: “Wu, date prisa. Guardé dos huevos para ti. Todos los querían, pero no se los di a nadie. Los guardé para ti. Somos los más mayores y necesitamos nutrición. Tómalos”. El dijo: “Gracias, en realidad no podría tomarlos”. Él entonces me dio el librillo. Me di cuenta de que su cara estaba amarillenta, y tenía la cabeza cubierta de sudor. Le dije: “No pareces encontrarte bien. No deberías haber venido. Vete a casa. Yo me encargaré de las cosas”. El se marchó inmediatamente. Pronto llegaron noticias de que Wu había ingresado en el hospital. Dicen que se desmayó en el pasillo de su casa, en cuanto llegó. Escupía sangre y fue llevado a la sala de urgencias. Sabía que Shifu estaba purificándole, y que estaría bien.

Planeé visitarle y hablar con él en detalle dos días después. Antes de que tuviera oportunidad, él volvió al trabajo. Yo estaba sorprendido y dije: “Wu, ¿por qué no te tomaste un descanso más largo? Te pagarían igualmente”. Él dijo: “Yo también lo pensé. Pero las normas dicen que para que sea una baja de larga duración, tengo que estar en el hospital varios días. Quería quedarme en el hospital más tiempo, pero el paciente con el que compartía la habitación tenía dificultad para respirar cada noche. Me daba miedo. Cuando me quedé en casa, me sentí con más energía de lo habitual. No tengo nada mejor que hacer, así que volví al trabajo”. Yo dije: “Wu, esta vez me asustaste de verdad. Afortunadamente estás bien. Si hubieras muerto, lo habría lamentado toda mi vida”. El dijo: “¿Qué tiene que ver contigo?”. Yo dije: “¿Has olvidado que te dije que tendrías mala fortuna cuando armaras un alboroto respecto a Falun Gong?”. Él dijo: “Tú no tienes tal poder”. Yo dije: “Wu, no importa si hay poder o no, no faltes a Falun Gong más. Falun Gong no tiene nada que ver contigo. ¿Por qué lo odias?”. Él dijo: “Ya no lo menospreciaré nunca más”. Yo pregunté: “¿Estás pensando con claridad esta vez? Renuncia al PCCh. Las élites del PCCh están todas muertas. ¿Cuál es el beneficio de mezclarse con la muerte? Te gustan y ellos piensan que estás de su lado. ¿Crees que estás a salvo? Algunos cuelgan la foto del líder del partido y dicen que es una deidad. Toda tu familia estará encantada si un fo o una pusa va a tu casa. El cuerpo de Mao está en Tiananmen. ¿Te gustaría que estuviera en tu casa? Eso no es correcto. Renuncia al PCCh lo antes posible”. El finalmente accedió: “Está bien, renuncio”.

Una flor no es colorida. Cien flores hacen que todo el jardín sea colorido. Yo, una modesta flor, gracias al cuidadoso cultivo e irrigación por parte de Shifu, estoy haciéndome cada vez más colorida y haciendo mi contribución a todo el jardín.

¡Gracias Shifu!

¡Gracias compañeros practicantes!

Heshi.