(Minghui Net) Fan Chunren (1207 - 1101 a.C. el segundo hijo de Fan Zhongyan, un prestigioso literato en la historia china) fue un erudito famoso y una figura política importante durante la dinastía Sung (960 - 1279 a.C.) Siempre advirtió a sus hijos: "La persona más estúpida puede ser muy lúcida cuando encuentra fallas en otras personas, y la persona más inteligente puede ser muy confusa cuando perdona sus propios errores. Por lo tanto, si puedes encontrar una falta tuya de la misma manera en la que encuentras faltas en otros, y perdonas a los demás de la misma manera en la que te perdonas a ti mismo, no necesitas preocuparte de no convertirte en un sabio algún día".
En una oportunidad, una persona le pidió un consejo a Fan sobre los principios de las palabras y las acciones. Fan le contestó: "Solo la frugalidad puede cultivar un sentido de honor y vergüenza y solo el perdón puede llevar a la benevolencia y la virtud". Fan mismo cultivaba su carácter moral y se templaba a través de la vida, y nunca fue exigente con la comida. Cada día cuando volvía de su oficina gubernamental a su residencia, se cambiaba de ropa para usar aquella de tela más sencilla. Siguió practicando esta costumbre a lo largo de toda su carrera sin importar el nivel de su posición dentro del gobierno.
La gente china siempre le recuerda a sus niños que la única forma de llevarse bien con las personas es "siendo estricto con uno mismo e indulgente con otros". Sin embargo, en realidad no es fácil poner este principio en práctica. La razón es que la gente común tiende a enfocarse en las imperfecciones del mundo y se sienten descontentas e incómodas. Por despecho, comienzan a culpar a los demás. Como resultado, incluso la gente estúpida puede ver claramente y decir específicamente lo que los otros han hecho mal. Sin embargo, cuando se trata de la autorreflexión e identificar sus propios problemas o faltas, incluso la gente inteligente se vuelve confusa e incapaz.
Por lo tanto, Fan le advirtió a sus hijos y estudiantes que el punto clave para lograr una gran virtud es "encontrar las faltas en nosotros mismos de la misma manera en que las encontramos en los demás y perdonar a los demás de la misma manera en la que nos perdonamos". Sin importar que clase de problemas veamos en los otros deberían ser usados como una buena referencia para recordarnos que no cometamos los mismos errores. Al practicar esto, podemos seguir progresando. Es fácil perdonarnos, pero es difícil perdonar a otros. Si verdaderamente podemos perdonar a otros de la misma manera como nos perdonamos, alcanzar el reino de la santidad es casi seguro.
Muy frecuentemente, tendemos a hacer alarde de grandes principios para cubrir nuestra frustración y escudriñamos a los otros, obstaculizando una mayor mejora de nuestra virtud. El primer paso para cultivar la virtud es poder identificar laboriosamente nuestras faltas. Una vez que aprendemos un principio, es muy fácil usarlo para examinar a los demás, pero muy difícil aplicarlo para reflejarnos a nosotros mismos. Solo con una gran fortaleza mental podemos cambiar la situación. Además, no ayuda mucho si terminamos hablando sobre los principios sin realmente aplicarlos en nuestras vidas diarias. Cuando sea que aparezcan las tribulaciones y nos encontremos con dificultades, siempre será "yo o nosotros" que debamos pensar sobre rectificar esa situación. No podemos criticar a otros o quejarnos de los demás. Si podemos examinarnos constantemente y tolerar las faltas de los otros, nuestra virtud continuará creciendo, lo cual finalmente hará posible influenciar a otros.
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Categoría: Cultura tradicional