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Por Charles Hutzler // Associated Press

DAQING, China - Después de enterarse de que la policía había disparado a una manifestación campesina de protesta en el sur de China, un activista por los derechos civiles llamado Li Jian salió de su diminuto departamento y viajó 1.600 kilómetros a ese pueblo para investigar.

Logró filtrarse tras los puestos de control policiales y entrevistar a las familias en sus hogares. Llegó a la conclusión de que las autoridades tenían la culpa por considerar que habían provocado la violencia que dejó al menos tres muertos y que luego trataron de encubrirla limpiando las manchas de sangre en la calle y aislando el pueblo. Cuando presentó su informe en su página en la internet en enero creó furor en China y en el exterior. Dijo que la policía secreta no tardó en ir a buscarlo.

"Me amenazaron arrestarme y hacerme desalojar", dijo Li, ex gerente de fábrica de 41 años. A causa de la amenaza estuvo unas semanas en la casa de su hermana sin agitar el avispero. "Fue una advertencia seria", afirmó.

Las tribulaciones de un pueblo y de un activista parecen muy alejados de los desafíos financieros y logísticos que significa organizar los Juegos Olímpicos de Pekín, pero hay una vinculación directa. A medida que se acercan las olimpíadas del 2008, la pulseada entre el gobierno comunista y los activistas como Li está haciéndose más reñida, ya que ambas partes consideran el encuentro deportivo como una plataforma desde la cual proyectar sus visiones conflictivas sobre lo que debería ser la sociedad china.

Los reformistas están cada vez más organizados y están formando grupos de activistas para encaminar una sociedad en rápido cambio hacia un futuro más democrático. Pero siguen enfrentándose con un régimen comunista decidido a mantenerse en el poder.

La puja plantea una cuestión fundamental. ¿Serán las olimpíadas de Pekín como las de Seúl en 1988 que ayudaron a la transición de Corea del Sur de la autocracia a la democracia? ¿O acaso como las de Berlín en 1936 que contribuyeron a legitimar a un futuro depredador?

"No se sabe si las olimpíadas del 2008 se asemejarán a las del 88 o las del 36. Todavía está en disputa", comentó Fan Yafeng, un experto legal que forma parte de una red informal de activistas por las libertades civiles ansiosa por aprovechar las olimpíadas para promover cambios. "Estos dos años determinarán si China se volcará al fascismo, el militarismo o la democracia".

La comparación no es clara en muchos sentidos. Alemania en 1936 avanzaba a pasos agigantados a la dictadura. China, tras 25 años de reformas capitalistas, está vinculada económicamente al resto del mundo, y el control del gobierno sobre las vidas de los ciudadanos ordinarios se ha ido aflojando, abriendo espacios para que la gente busque sus intereses.

El hecho de que Li Jian siga en libertad representa un cambio respecto de la era totalitaria de Mao Tse-tung, cuando cualquier mínima disensión habría significado inmediatamente la cárcel.

Actualmente los chinos inician negocios, abandonan las granjas familiares para trabajar en las fábricas y establecen redes de activistas para limpiar el ambiente, proteger a los consumidores y promover los derechos civiles. Los grupos no gubernamentales registrados oficialmente totalizaban casi 300.000 el año pasado _casi el doble que en el 2000_ y había muchos más sin registrar. Mientras el Partido Comunista solía dominar todo en el pasado, China es ahora un país donde es posible dirigir una organización de beneficencia o una página sobre derechos civiles en la internet.

Hasta que el gobierno diga que no.

En los tres años desde que abrió su Red Defensores de los Derechos Cívicos, Li ha visto cómo las autoridades cerraban su página, demandó infructuosamente para reabrirla y finalmente la presentó en servidores en el exterior, fuera de los controles gubernamentales de la internet. Durante todo el proceso ha sido vigilado y advertido por la policía.

Lo que provoca comparaciones con 1936 son los castigos arbitrarios a los críticos dentro de la nación y a la vez el uso de las olimpíadas para promover una reputación en el exterior.

"Hitler usó las olimpíadas para mostrar a su pueblo que su gobierno tenía legitimidad", dijo Li. "El gobierno chino quiere un resultado similar: que los países reconozcan que China es un gran país poderoso".

En los tres últimos años, el gobierno del presidente Hu Jintao ha recrudecido la represión. Abogados, académicos, activistas, periodistas y escritores de la internet han perdido sus licencias, han sido despedidos, y en algunos casos sentenciados hasta a diez años de cárcel.

Es una posición incómoda para el movimiento olímpico, que oscila entre su insistencia de que la política no se inmiscuya en el deporte y su deseo de que se consideren los juegos como una fuerza positiva.

El Comité Olímpico Internacional otorgó en el 2001 los juegos a Pekín "en la esperanza de una mejoría en los derechos humanos", escribió Dick Pound, miembro del COI, en unas memorias publicadas hace dos años.

La comisionada de derechos humanos de las Naciones Unidas, Louise Arbour, dijo al auditorio en una cena en la embajada canadiense en Pekín en septiembre que "las olimpíadas del 2008 contribuirían a promover los derechos civiles y la democracia", según participantes. El precedente que señaló Arbour fue Corea del Sur, cuyo gobierno respaldado por los militares cedió ante las demandas populares de elecciones después de la organización de las olimpíadas de Seúl en 1988.

Pero los activistas chinos no son tan optimistas. Anticipan que mientras ellos presionen su reclamo de reformas, Pekín responderá enérgicamente para mantener el control, provocando un aumento en las transgresiones a los derechos humanos en vez de una disminución.

"Los occidentales pueden ser tan ingenuos", comentó Yu Jie, escritor que ha sido incluido en una lista negra y que no ha podido publicar nada con su propio nombre desde hace dos años. "La gente dijo que el ingreso a la Organización Mundial de Comercio también haría impacto en el sistema político chino, pero todavía no lo hemos visto".

Pekín tiene muchos medios para imponer su voluntad. Además de una extensa red policial, el gobierno puede apelar a los crecientes ingresos impositivos para ofrecer incentivos a quienes cooperen. El atractivo de un enorme mercado de consumo ha hecho que Yahoo Inc., Google Inc. y otras firmas extranjeras de internet y telecomunicaciones ayudaran a China a controlar contenidos de la internet que le resulten indeseables.

La influencia oficial sobre sectores sustanciales de la economía ha creado nuevas alianzas entre funcionarios y una creciente elite comercial. Juntos representan un poderoso grupo de interés que está impulsando el Partido Comunista y que a menudo entra en conflicto con la población desempleada urbana y los agricultores despojados, aquellos a quienes Li Jian y otros activistas tratan de ayudar.

"La sociedad china sólo tiene dos grupos ahora: los que tienen intereses creados y los que han sido privados de sus intereses", dijo Li.

Ese choque de intereses, agregó, subyace en la mayoría de los casos que ha manejado, incluyendo los disparos a los campesinos en diciembre en Dongzhou, donde los agricultores protestaban contra la requisición de sus tierras para levantar una planta de electricidad a carbón.

"Si China desea realmente mostrar al mundo sus progresos en el 2008", dijo Li, "necesita progresar en el respeto a la ley".

Fuente: http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/14343305.htm)

Fecha de edición: 30/4/2006Fecha del artículo original: 14/4/2006

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