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Mi queridísimo hermano:
Recibe mi saludo cariñoso y mis anhelos de bienestar para ti, tu esposa y todos mis seres queridos que están en directa comunicación contigo. Tú sabes que siempre pido al Cielo que las sutiles emanaciones de los Seres de Luz lleguen a ti y a toda la familia. Sabes también de mi eterna gratitud hacia ti por haber sido mi guía espiritual en esta encarnación. Tú has sido un instrumento de realización de los seres superiores que guían nuestros pasos por senderos de luz para ayudarnos a cumplir nuestra misión aquí en la Tierra.
Estoy consciente de que mi vida espiritual es testimonio de la colaboración de tu alma con la mía, y mi bienestar aun en el plano físico es consecuencia de tu ayuda. Esto está absolutamente demostrado en el hecho de que los síntomas de la enfermedad de Parkison con la que fui diagnosticada en el año 1998, desaparecieron por completo al poco tiempo de empezar mis prácticas de ejercicios y meditación de Falun Dafa.
Fue en diciembre del año 1998 cuando un doctor que asistía a mi esposo, me llamó por teléfono para hacer una cita conmigo bajo el pretexto de que necesitaba hablar acerca de la salud de mi esposo. Luego, ya en el consultorio, él médico me declaró que mi esposo estaba muy preocupado de mi salud ya que él había observado por algún tiempo que ciertos síntomas iban de mal en peor. Después de una detallada observación de mi estado físico, el doctor declaró que el temblor de mis manos, la incapacidad de mantenerlas estables cuando levantaba mis brazos o sostenía algún objeto en mis manos eran síntomas claros de 'Parkinson's desease'. Él no quiso recetarme ningún medicamento en ese día porque sabía que estos eran síntomas relativamente tempranos de una enfermedad progresiva que iba agravándose y que si tomaba los medicamentos en ese entonces, ellos ya no harían ningún efecto cuando los síntomas sean más severos. De modo que él decidió que debería empezar el tratamiento después de un tiempo.
Hasta entonces yo no había puesto mayor atención al temblor de mis manos ya que pensaba que ello se debía al mucho estrés y constantes preocupaciones. Pero ese día pensé por primera vez en la gravedad del caso y me sentí muy preocupada. Hablé con mis hijas al respecto y ambas reaccionaron de la misma manera; me dijeron que ellas habían observado esos síntomas por dos años más o menos y que no quisieron hacer comentarios por no preocuparme más; ellas habían ya hecho algunas investigaciones al respecto y me preguntaron si había habido entre mis antepasados alguna persona con los mismos síntomas.
Para desahogar mi pena y mi preocupación, me comuniqué con mi hermano pues con él he compartido siempre mis preocupaciones. Su reacción me asombró sobremanera por ser tan distinta a la de mis hijas. Con la mayor certeza y profunda convicción, me respondió: "No te preocupes, eso no es nada, ya vas a ver como te curas fácilmente. Yo te voy a ayudar y ya verás que en poco tiempo estarás bien". Después de dos meses, mi hermano pidió permiso en su trabajo y viajó a Nueva York para darme la ayuda prometida. Él traía consigo una cinta magnetofónica con las direcciones de los ejercicios y meditaciones de Falun Gong y el libro «Zhuan Falun» del Maestro Li Hongzhi. Mi hermano me dio la demostración de los ejercicios y fue ahí como empecé las prácticas de ejercicios y meditación, los cuales los realicé alternadamente en cada mañana. Los hice fielmente cada día, muy por la mañana, antes de prepararme para salir al trabajo.
En aquel tiempo mis días estaban colmados de ocupaciones y no faltaban momentos de tensión ya que tenía que cumplir con interminables tareas en el trabajo, la casa y todas las preparaciones que como profesora debía hacerlas en las noches. Sin embargo, noté que los 45 minutos de ejercicios o de meditación, cada mañana, me daban paz y armonía y también energía para desempeñar mis labores mejor que antes. Lo que mi mente no enfocaba era en mi enfermedad. No estaba consciente de mi mejoría ni supe en qué momento cesaron los temblores de mis manos. Fueron mis hijas y mi esposo quienes me hicieron notar que mis manos ya no temblaban y que podía sostener el teléfono con movimientos firmes pocos meses después de haber empezado a hacer las prácticas de Falun Gong. Y desde entonces los síntomas de la enfermedad de Parkinson han desaparecido totalmente y para siempre. Mi salud es mucho mejor ahora, en mis 66 años, de lo que era en mis cincuenta.
Además de mi mejoría física, debo agradecer al Maestro Li por sus sabias enseñanzas que despiertan nuestra conciencia y nos ayudan a sentir las sutiles vibraciones que nos rodean y que vienen a nuestro ser con aún mayor intensidad durante las prácticas. Agradezco también a todos y cada uno de los practicantes de Falun Gong por su colaboración con el ascenso de la raza humana gracias a su esfuerzo individual por vivir las enseñanzas de VERDAD, COMPASION Y TOLERANCIA.
Fecha de edición: 19/3/2006Fecha del artículo original: 19/3/2006
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