[Minghui Net] Yo tenía 86 años de edad y había estado pobre por un largo tiempo. Algunas veces, yo pasaba más tiempo en el hospital que en mi trabajo. He practicado varias clases de qigong, pero ninguno ha sido efectivo. A principio de junio de 1994, un practicante veterano me animó a que asistiera a un seminario de Falun Gong. Yo asistí, con la esperanza de curar mi enfermedad y querer probar algo diferente.
Mi primera impresión de Falun Gong fue el costo tan barato por el seminario. Sólo pagué 50 yuanes por todas las diez lecciones. Oí que la matrícula había subido de 40 yuanes a 50 yuanes porque la Sociedad de Investigación de Qigong de China se había quejado de que los seminarios de Falun Gong eran muy baratos. Para hacer una comparación, un seminario de qigong al que mi vecino asistió le costó 300 yuanes y el seminario duró una larga semana, y consistía en una conferencia por las tardes.
Mi segunda impresión fue la conducta poco común del Maestro y su joven apariencia. Para mí Él parecía que tuviera alrededor de 20 años de edad. ¡Cómo puede ser que un maestro de qigong tan joven pueda tener la habilidad de curar! Yo solamente vine a curarme, y por esa actitud poco sincera, estuve pensando en mi enfermedad mientras escuchaba la conferencia. Al final, después que salí de la clase, casi no podía acordarme de nada. Aun pensé en quedarme un rato después de la conferencia para pedirle al Maestro que tratara mi enfermedad.
De repente, justo después de la conferencia, una mujer, cargando a un niño en sus brazos fue al podio y le pidió al Maestro que tratara a su hijo. El Maestro le dijo: "Yo no trato enfermedades. Usted debería oír mis conferencias aquí". Por poco pierdo mi entusiasmo después de oír al Maestro decir que Él no trataría a ningún paciente. Más tarde leí «Zhuan Falun» y decía: "Había una persona que se sentía tan enferma que se tendía boca abajo en una silla, esperando que yo bajara del podio para tratarla". Esta declaración era directamente aplicada a mí. Después, de varias conferencias y experiencias cambié completamente mi actitud de interés y preocupación. Empecé a enfocar mi atención durante la conferencia.
Quisiera compartir con mis amigos practicantes varias experiencias que recuerdo desde lo profundo de mi corazón.
Una vez, durante una conferencia, el Maestro nos pidió que extendiéramos nuestras manos para recibir Falun. Las manos tenían que ser extendidas en línea recta y con las palmas hacia arriba. Mi amigo y yo estuvimos parados, juntos el uno al otro y no sentimos nada. De repente, una niña que estaba entre nosotros exclamó con alegría: "¡Mira, mira, tengo Falun!". Ella me dijo que mirara su palma. Vi objetos redondos girando en su palma. En verdad la envidiaba.
Una tarde, justo antes de que una conferencia terminara, de repente, el clima cambió bruscamente con aullidos de vientos, una fuerte tormenta, truenos y relámpagos, y una granizada cayendo. El cielo entero parecía que se iba a derrumbar con truenos y relámpagos golpeando el edificio. La energía eléctrica se fue, y todo el salón de conferencias estaba oscuro. Podíamos ver claramente los relámpagos. Vimos la solemne expresión en la cara del Maestro y nos dijo, que no nos moviéramos. El Maestro empezó a hacer grandes señales de mano. Gradualmente los truenos y relámpagos se apaciguaron y después que el servicio de energía eléctrica fue reestablecido y todas las luces se encendieron. Vimos al Maestro retorcer algo con sus dedos derechos. Después que lo retorció unas cuantas veces más el Maestro lo puso dentro de una taza de té encima de la mesa. Más tarde, cuando estudié «Zhuan Falun», allí decía: "Aunque el animal se haya cultivado por ochocientos o mil años, un dedo pequeño es más que suficiente para estrujarlo". Sólo entonces, comprendí que ese día el Maestro retorció y aplastó un animal endemoniado.
Para asistir a las conferencias necesitábamos una tarjeta de inscripción. Finalizando las conferencias, íbamos a recibir certificados con fotos. Yo perdí unas de mis fotos cuando fui a entregárselas. Aunque me sentía mal por eso, me apresuré en ir al salón de conferencias para buscar asiento y así no perderme nada de la conferencia. Entonces, oí al Maestro preguntar desde el podio: "¿Quién ha perdido una foto?". Mi ánimo se levantó. Alguien había recogido mi foto. Me puse de pie y dije: "Fue a mí". El Maestro le echó una mirada a la foto y a mí, y dijo: "Era tuya". Yo estaba tratando de ir adelante para recoger la foto pero el Maestro dijo: "No hace falta que venga aquí, pediré a alguien que te la lleve". De todas maneras, el salón estaba tan lleno que yo no hubiera podido ir al frente, luego pensé: qué Maestro tan maravilloso tenemos.
El Maestro nunca le hacia perder el tiempo a los practicantes. Él empezaba la conferencia puntualmente y sin haber comido. Cuando el salón de conferencias no podía acomodar a todos los practicantes (cerca de 2,000) nos trasladamos al estadio. Por estar pensando en mi enfermedad no escuchaba la conferencia con atención. Más tarde, sentí que el Maestro había hablado de algo que nunca antes había escuchado, cómo tenemos que esforzarnos en ser buenas personas, ser mejores que buenas personas, nunca devolver el golpe cuando seas golpeado o maldecido por otros, ser considerado con los otros, poner los intereses ajenos primero, buscar interiormente cuando ocurra un conflicto con otros, etcétera. Yo encontraba aquello muy alentador.
Cuanto más escuchaba las conferencias más me interesaban. Debido a que mi casa estaba cerca, yo usualmente llegaba temprano sin haber comido para así conseguir un asiento. Me sentaba en la primera fila bien cerca del podio. Descubrí que el Maestro nunca usaba notas para la conferencia. Él sólo sacaba un pequeño pedazo de papel del bolsillo de su camisa y lo colocaba encima del atril. Durante la conferencia el Maestro le echaba una mirada al papel y decía, "Ahora vamos hablar sobre otro tema.", y luego seguía con la constante fluidez de su conferencia.
Era a mediado de junio, y la temperatura en Zhengzhou estaba cercana a los 37°C (alrededor de 100F). Aunque en el atril había un ventilador eléctrico, el Maestro lo hizo a un lado e hizo señas para que alguien se lo llevara. Después que se lo llevaron, no había nadie usando abanicos en el salón de conferencias.
El Maestro era muy puntual en dar sus conferencias y nunca se demoraba. Una vez, yo había reservado un asiento para mi amiga, pero ella aún no llegaba cuando la clase estaba a punto de comenzar. Tenía miedo que ella no pudiera encontrar asiento y quería encontrarme con ella en la entrada. Le pregunté al joven que acompañaba al Maestro: "¿Ya llegó Maestro?". Él dijo: "El Maestro acaba de llegar del Templo Shaolin. Él aún no ha comido". Pensé que todavía había oportunidad de encontrarme con mi amiga en la entrada. Cuando llegué al pasillo del frente, vi al Maestro venir. Más tarde me enteré que el Maestro había empezado la conferencia sin haber comido.
Después de completar las diez conferencias, le pedimos al Maestro que se tomara una foto con nosotros. El Maestro aceptó y personas de diferentes regiones se reunieron juntas para tomarse la foto. Había cerca de 100 personas de Zhengzhou. Después, que tomamos nuestra foto, el Maestro nos dijo: "Todos ustedes (del área de Zhengzhou) por favor quédense y esperen aquí". Después que el Maestro terminó la sesión de fotos con las personas de otras regiones nos hizo señas para ir a un cuarto del estadio. El Maestro nos dijo: "Por favor siéntense". El Maestro se sentó primero en el piso y los seguimos sentándonos alrededor de Él. Muchos trataron de apretarse y estar más cerca. Yo me senté un poco lejos y por eso no podía oír muy claramente lo que el Maestro decía. Todo lo que recuerdo era que el Maestro nos pidió que practiquemos con diligencia, y establezcamos un sitio de práctica y busquemos varias personas para que sean los coordinadores locales. El Maestro señaló a varios sentados cerca de Él y dijo: "Usted, usted, y usted también". Una persona dijo: "Por favor, cuénteme como uno también. Yo trabajaba con sindicatos y ahora estoy retirado. Estoy disponible". El Maestro dijo: "Está bien". Mi amiga se puso de pie detrás del Maestro y le preguntó: "Maestro Li, ¿cuándo usted volverá de nuevo?". El Maestro dijo: "No es posible que yo venga otra vez". Varios practicantes hicieron varias preguntas y el Maestro les proporcionó explicaciones y respuestas. Yo no oí claramente lo que el Maestro dijo. Hoy me pesa tanto mi pobre cualidad de iluminación.
El señor Shi de la Sociedad de Qigong de Zhengzhou nos dijo al principio que él no tenía planes de asistir a las conferencias. Uno de sus colegas le preguntó el porqué no pensaba asistir. Él contesto: "He escuchado tanto de ellos y todos dicen lo mismo". Su colega le dijo: "Esta vez es completamente diferente. Tienes que ir". Al final, El señor Shi terminó por asistir a todas las conferencias hasta el final. Él era muy persistente en practicar los ejercicios. Él tenía una marca negra de nacimiento en la mejilla, debajo del ojo izquierdo. Cuando lo vi otra vez, no mucho después, la marca negra había desaparecido. Su rostro estaba claro y delicado. Se veía mucho más joven que antes.
(Versión en chino: http://www.minghui.ca/mh/articles/2004/5/5/73895.html)
(Versión en inglés: http://www.clearwisdom.net/emh/articles/2004/5/21/48281.html)
Fecha de edición: 12/3/2006Fecha del artículo original: 5/5/2004
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