[Minghui Net] Recientemente, muchos compañeros practicantes han escrito acerca de su experiencia vivida junto al Maestro. Me conmuevo hasta las lágrimas cuando las leo. Es ahora casi el decimosegundo aniversario de la gran propagación de Falun Dafa. Durante estos doce años, el grandioso poder del Maestro ha permanecido omnipresente. Para nuestro mutuo apoyo de compañeros practicantes, les voy a relatar aquí mi pasada experiencia con el Maestro para el mutuo estímulo de los compañeros practicantes, al igual que doy otros testimonios de la naturaleza pura del Maestro.

La primera vez que lo vi, fue entre los días del 20 al 27 de agosto de 1994, en el taller de Falun Dafa en la ciudad Yanji, provincia de Jilin. Por esas fechas comenzaba mi cultivación y me estaba resultando algo complicado manejarme con las ideas de la gente moderna y la convencional manera de pensar. Había escuchado a un amigo que Falun Gong es realmente bueno y sentí la curiosidad de conocerlo, así que tomé el tren de la ciudad de Changchun hasta la ciudad de Yanji. Recuerdo que mientras esperaba el ómnibus, noté que gente de todo el país había venido para asistir a esta conferencia, y estaba sorprendido del entusiasmo de todos. La conferencia del Maestro estuvo dividida en diez diferentes lecciones con una duración de tres horas cada una. Recuerdo que se pagó 50 yuanes por admisión. Más tarde me devolvieron siete yuanes lo cual me trajo un costo de 43 yuanes. Después de cada lección, el Maestro nos enseñaba los ejercicios. Mientras practicaba los nuevos ejercicios, Él caminaba despacio alrededor de todo el estadio, a la vez que nos corregía. Ese estadio debe acomodar a miles de personas, pero cada uno estaba tan callado, que podía sentir que la mirada del Maestro caía en cada uno de nosotros. Cada día antes de comenzar la clase, muchos de los antiguos practicantes esperaban fuera del estadio la llegada del Maestro. En aquel entonces, todavía no me daba cuenta de lo preciado que era ese tiempo. Durante la última lección pude notar que muchos compañeros practicantes coreanos vestían sus coloridos trajes típicos. Después de contestar todas las preguntas, el Maestro dio un discurso sincero, y luego realizó una serie de gestos de mano. En ese preciso momento, sentí como si algo pinchara mi corazón. Mis ojos se volvieron calientes y fluyeron lágrimas como si fueran las suyas propias. No puedo explicar por qué estuve tan anonadado. De inmediato pensé que a partir de ese momento yo tenía un Maestro.

Después de regresar a Changchun, estudié el Fa e intercambié experiencias con muchos antiguos practicantes que vivían allí. Mejoré rápidamente y en términos de salud, ocurrieron cambios muy significativos en mi cuerpo. En noviembre de 1994, en la conferencia de intercambio de experiencias de miles de practicantes de la ciudad de Changchun, una compañera practicante recalcó que durante la conferencia en la ciudad de Yanji, había observado con su ojo celestial cómo el Maestro había purificado nuestros cuerpos y que innumerables Falun descendían sobre cada uno de nosotros, como copos de nieve. Cuando escuché esto, me conmoví hasta llorar mientras me daba cuenta de que era mucha la gente que se había beneficiado con el Maestro, a la vez que admitía mi completa ignorancia.

El 31 de diciembre de 1994, en la ciudad de Dalian, vi al Maestro por segunda vez. Para este tiempo, supe claramente que yo era un verdadero practicante. Cuando el Maestro apareció en el estadio, toda la multitud de más de seis mil personas le daban unos sonoros aplausos. Nuevamente, lágrimas sin control corrían por mi cara. Esta conferencia duró cerca de tres horas, y dos días antes se había celebrado otra en Guangzhou, el 29 de diciembre, el Maestro había venido a Dalian casi de inmediato sin tomar un descanso. De acuerdo con los datos registrados por las organizaciones locales de investigación de qigong y otros grupos invitados, el Maestro viajó a lo largo del país durante dos años y enseñó un total de cincuenta y cuatro conferencias, con una duración de diez días por conferencia. En total, millares de personas las han escuchado. Cada mes, impartió un promedio de dos conferencias esos dos cortos años. ¡Es imposible imaginar la cantidad de pesares que el Maestro tuvo que haber soportado! Después de 1995, no hubo más oportunidad de ver al Maestro personalmente y entre tanto, la gran difusión de Falun Dafa en el extranjero había comenzado.

El 26 de julio de 1998, el Maestro vino a Changchun para enseñar y contestar las preguntas a 800 asistentes locales y regionales de toda la provincia de Jilin. La mayoría de la gente no sabía que vendría el Maestro. Muchos no le habían visto antes personalmente, mientras que otros no le habían visto hacía cerca de cuatro años. Cuando apareció en el estadio, olas de aplausos comenzaron a la vez. Los aplausos no se distinguían entre altos o bajos, ni guardaban un patrón de espacio. Se combinaban con lágrimas, felicidad, sorpresa e infinita gratitud de los practicantes. Duraron por un largo tiempo, algo que nunca había visto en mi vida. El Maestro solicitó a los miembros asistentes poner dos sillas, una encima de la otra, después se sentó allí y dijo, "Hoy, principalmente quiero verlos a todos", Él sabía cada pensamiento nuestro. Luego comenzó a enseñar como si todo el campo se hubiera cubierto de una gran compasión. Ese sentimiento fue indescriptible. Lleno de felicidad y serenidad, nadie tenía pensamientos impuros. Por la forma en que se pusieron las sillas, le era imposible recostarse. La mesa de lectura era tan baja que no podía apoyar sus codos. Más bien, sus brazos estuvieron estirados sobre la mesa. Definitivamente, el Maestro no se sentía cómodo. A pesar de eso, estuvo hablándonos cuatro horas sin parar. Las preguntas de algunos practicantes eran realmente malas. No parecían preguntas de un asistente.

Todos estuvieron preocupados y un poco molestos, pero el Maestro pacientemente respondió a todas las preguntas. Bajo la influencia de su campo, cada ineptitud parecía obvia, pero cada una fue llenada con completa humildad. Después de la sesión inicial de cuatro horas, el Maestro sugirió que tomáramos diez minutos de descanso. Mientras Él descendía del escenario, los practicantes le rodeaban, haciéndole más preguntas. Ante la estatura del Maestro, todos parecíamos chiquitos. Rodeado todavía, Él se mantuvo sonriente contestando algunas preguntas. Luego regresó al escenario y continuó contestando preguntas por otra hora. Durante las cinco horas, el Maestro no había tomado ni siquiera una gota de agua, ni tampoco había descansado un minuto.

Al final del día, dijo: "Espero que cada uno continúe cultivándose con renovada diligencia y vitalidad."

(Versión en chino: http://www.minghui.org/mh/articles/2004/5/7/74080.html)
(Versión en inglés: http://www.clearwisdom.net/emh/articles/2004/5/22/48436.html)

Fecha de edición: 6/12/2005Fecha del artículo original: 22/5/2004