(Minghui.org) Una residente del condado de Nongan, provincia de Jilin, de 43 años, ha perdido la capacidad de caminar tras cinco años de tortura en prisión por su fe en Falun Gong, una práctica para la mejora del cuerpo y la mente que persigue el Partido Comunista Chino desde julio de 1999.

La señora Li Cong fue detenida en su domicilio el 31 de mayo de 2019 por agentes de la estación de policía de la aldea de Qingshan. Los jueces Wang Rongfu y Jia Xiaoqiu del Tribunal de la Ciudad de Dehui la condenaron a seis años y le impusieron una multa de 20.000 yuanes, el 12 de noviembre de 2019. Apeló ante el Tribunal Intermedio de la ciudad de Changchun, pero este dictaminó mantener su veredicto original el 18 de febrero de 2020. Cuando la trasladaron del centro de detención del condado de Nongan a la prisión de mujeres de la provincia de Jilin en julio de 2020, su hijo ni siquiera tenía 10 años.

La Sra. Li fue torturada nada más ingresar en la prisión porque mantenía que nunca había cometido ningún delito y se negaba a que la trataran como a una reclusa. El capitán del Equipo de Recién Llegados, Zhao Wei, orquestó personalmente la persecución de la Sra. Li y ordenó que fuera recluida en una celda separada. Zhao trasladó del pabellón 8, a tres reclusas que tenían experiencia en torturar a practicantes de Falun Gong, como Li Jing y Ding Ling, para que la vigilaran a la Sra. Li.

Las reclusas obligaban a la Sra. Li a sentarse en un pequeño taburete de pocos centímetros de altura. También la golpeaban después de esposarla a una cama. La torturaban todas las noches mientras las demás reclusas dormían. El ruido de las palizas, los aullidos e insultos, y los gritos de Li a menudo despertaban a las reclusas del mismo piso. Algunas se quedaban tan traumatizadas que no podían volver a conciliar el sueño. Zhao también colocó un lecho de muerte junto a la Sra. Li y amenazó con utilizarlo para torturarla.

Tras dos meses en el equipo de recién llegadas, la asignaron al pabellón 8, que se destinaba a perseguir a las practicantes de Falun Gong. El pabellón 8 se encuentra en un edificio de cuatro plantas, y tiene una celda en cada planta -las celdas 111, 211, 311 y 411- que se emplean específicamente para perseguir a las practicantes que se niegan a renunciar a sus creencias.

La recluyeron en la celda 211. Las guardias de la prisión seleccionaron a las reclusas más despiadadas del pabellón para torturarla, entre ellas estaba Zheng Dan, Zha Guang, Tian Xiaoyun, Yang Yali, Li Mingzhu y Li Minghua. La Sra. Li tenía que sentarse en un pequeño taburete hasta medianoche todos los días. Las reclusas también la golpeaban a menudo. Tian y Li Minghua a menudo la arrastraban hasta el baño mientras la insultaban. Luego la mojaban con agua fría en pleno invierno y abrían las ventanas para que se congelara.

El 11 de agosto y el 11 de septiembre de 2020, los reclusos Tian, Zha y Wang Shuwen intentaron obligarla a escribir una declaración para renunciar a Falun Gong. Aunque la puerta permaneció cerrada, y nadie podía ver lo que ocurría dentro, se oían golpes y a la Sra. Li forcejeando.

La llevaron a una celda de aislamiento el 24 de noviembre de 2020. Las reclusas le quitaron la ropa de abrigo, le echaron agua por encima y abrieron la ventana para congelarla los días 16 y 18 de diciembre. Cuando la dejaron salir del régimen de aislamiento, a finales de diciembre de 2020, estaba demacrada y deliraba. Sin embargo, la reclusa Li Minghua insistió en obligarla a ver, leer o escuchar material difamatorio sobre Falun Gong.

La Sra. Li fue trasladada a la celda 311 en el verano de 2021 para seguir con las torturas. Las reclusas Sun Yingjie, Lyu Jinmiao y Zheng Dan fueron las principales encargadas de vigilarla y torturarla. La sometieron a torturas similares a las de la celda 211. Sin embargo, todas las reclusas del segundo y tercer piso podían oírla a menudo gritar "Falun Dafa es bueno" mientras la torturaban.

Un mes después, las guardias Qian Wei y Zhao Xin llamaron a estas reclusas y las reprendieron porque no lograron "transformar" a la señora Li. Sugirieron a las reclusas que pellizcaran la parte sensible de la cara interna de sus muslos. Pero la Sra. Li tampoco cedió, por mucho que intensificaran la tortura. Las guardias pusieron como excusa que gritaba, para encerrarla en confinamiento solitario durante tres meses. Cuando la dejaron salir del aislamiento por segunda vez, ya no podía caminar y tuvieron que transportarla en brazos hasta su celda.

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