(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1997 y celebrar el Día Mundial de Falun Dafa, este 13 de Mayo, me gustaría compartir mi historia de cómo la práctica me enseñó a ser una buena persona.

Cuatro libros preciosos que cambiaron mi vida

Cuando yo era un hombre joven, tomé un rumbo equivocado en la vida y pasé mis días en lugares decadentes, corruptos y libertinos. Viví mi vida como si no hubiera mañana, hasta que me encarcelaron y me condenaron a cadena perpetua.

Una condena tan larga me afectó mucho. Empecé a reflexionar sobre mi vida fracasada y me pregunté: "¿Por qué vive la gente? ¿Cómo voy a vivir yo?". Empecé a leer, tratando de encontrar la respuesta en los libros. En la cárcel había todo tipo de gente: Algunos creían en el budismo, otros en otras religiones y otros estudiaban "El sueño de la cámara roja" (una de las cuatro novelas clásicas de la literatura china). Tomé prestados sus libros y también pedí a mi familia que me enviara "Dao De Jing" (El libro de las cinco mil palabras de Lao-Zi). Los leí todos, pero no encontré las respuestas que buscaba.

En julio de 1997, un recluso budista me regaló dos libros: Exponiendo el Fa en SidneyZhuan Falun II. Pasé la primera página de la "Conferencia en Sídney" y vi la foto de Shifu (fundador de Falun Dafa). Parecía amable, por lo que tuve una impresión positiva, y lo leí de un tirón. Las exposiciones de Shifu sobre el cuerpo humano, la vida, el universo y la relación entre el qigong y la cultivación me dieron las respuestas que había estado buscando. Mi mente se abrió y me sentí muy feliz.

No podía dejar los libros y le pregunté al recluso dónde los había conseguido. Me preguntó si me parecían bien escritos, ¡y le dije que eran excelentes! Me dijo que se los habían regalado los familiares de un preso que estaba a punto de salir. No quería llevárselos a casa y los ofreció, junto con otros dos libros, a quien los quisiera.

Le dije: "Quiero quedarme con estos dos y también quiero los otros dos". Encontramos al recluso y compré los cuatro libros por 25 yuanes. Los otros dos eran Zhuan Falun y Explicando el Contenido de Falun Dafa.

Sosteniendo los preciosos libros, le dije al hombre: "Ahora voy a aprender Falun Dafa, y no voy a leer Dao De Jing ni todos los otros libros. Estudiemos juntos, y también tú deberías dejar tus escrituras budistas". Él respondió: "Adelante, lee lo que quieras, y yo leeré lo que quiera". Ese día empecé a practicar Falun Dafa.

Después de leer los libros de Dafa, comprendí la relación entre yeli y retribución, y que las buenas acciones se recompensan y las malas se castigan. Comprendí que, en mi caso, estaba pagando por mis malas acciones de esta vida.

Shifu dijo:

“Una persona malvada es dominada por el corazón de la envidia. A raíz de su egoísmo y despecho personal, se queja que no le tratan justamente.

Una persona virtuosa siempre mantiene un corazón de compasión. Sin ninguna queja ni odio, toma la dificultad como alegría.

Un ser iluminado no tiene ningún apego en el corazón. Él contempla tranquilamente a la gente mundana extraviándose en las ilusiones”. (Grado de Conciencia, Escrituras esenciales para mayor avance

Yo era una persona malvada que acabó en la cárcel, y deseaba cultivarme en Dafa para convertirme en una persona buena. Ya no quería hacer cosas malas, y esperaba ser un practicante que pudiera cumplir el estándar de Falun Dafa.

El ambiente en la cárcel mejoró

Al principio, yo era el único practicante de Dafa entre los 200 reclusos de mi pabellón. Cuando Falun Dafa se hizo más popular en China, otros presos me pidieron prestados libros de Dafa o me pidieron que les enseñara los ejercicios. Decenas de presos practicaban en mi pabellón antes del 25 de abril de 1999 (el día en que 10.000 practicantes de Falun Dafa se reunieron en Beijing para hacer una manifestación pacífica). Organizamos grupos de estudio de Fa y escuchamos en cinta las conferencias de Shifu. También hicimos los ejercicios al aire libre. Era una escena espectacular y los guardias salieron a mirar.

Dafa cambió el comportamiento de la gente al instante. Muchos presos fumaban, bebían alcohol y jugaban todo el año. Después de aprender la práctica, su carácter mejoró y dejaron de fumar, de beber y de apostar.

Algunos dejaron de maldecir, de fingir estar enfermos para ausentarse del trabajo en prisión o de holgazanear, y se mostraron activos en el trabajo penitenciario. Los enfermos crónicos sanaron poco después de empezar a practicar Dafa. Cada uno experimentó la asombrosa influencia de Dafa y llegaron a ser diligentes en su cultivación. A ningún preso le gustaba limpiar los talleres ni los baños, pero los que practicaban Falun Dafa se ofrecían voluntarios para limpiarlos y sus nombres aparecían a menudo en el pizarrón de "actos ejemplares".

Una tarde un preso me dijo: "El supervisor del pabellón de la prisión me preguntó quién organiza las actividades de Falun Dafa. Le dije que tu, así que quiere hablar contigo".

Me reuní con el supervisor y me preguntó: "¿Cuántas personas están aprendiendo Falun Dafa en nuestro pabellón?". Le dije el número y me dijo: "Todos lo han hecho bien. ¿Puedes hacer que más gente practique?". Me hizo gracia y le contesté: "No obligamos a la gente a aprender la práctica, ya que todo se basa en la voluntad de cada uno".

Lo entendió y me dijo unas palabras de aliento. Las compartí con otros practicantes y se alegraron de oírlas. Nuestro buen comportamiento y la influencia positiva de Dafa fueron reconocidos por los demás.

Experimentar y resistir la persecución

Tras la manifestación pacífica de los practicantes el 25 de abril de 1999, la prisión nos prohibió practicar y exigió que entregáramos todos los libros de Dafa. En aquel momento había más de 200 practicantes, y la mayoría de ellos dejaron de practicar cuando nos enteramos de la noticia. Les dije a todos: "Si no quieren practicar, no entreguen los libros. Les pagaré 10 yuanes por libro". Recogí dos bolsas de libros y las guardé en el taller.

Por aquel entonces, el coordinador local de Falun Dafa me envió dos artículos de Shifu, Posición y Estabilidad (Escrituras esenciales para mayor avance (II)). Seguí las sugerencias de Shifu y escribí cartas abiertas a la prisión y a los jefes de mi barrio. Explicaba las bondades de Dafa, cómo cuarenta presos y yo nos habíamos beneficiado física y mentalmente de la práctica, y las cosas buenas que habíamos hecho para mejorar el ambiente de la prisión. Esperaba que los jefes nos trataran con justicia y nos permitieran seguir practicando.

El supervisor del pabellón de la prisión que me animó a conseguir que más presos practicaran Dafa recibió mi carta, pero su actitud había cambiado 180 grados. Su amabilidad y aliento fueron sustituidos por advertencias y amenazas.

Después del 20 de julio de 1999, día en que el Partido Comunista Chino (PCCh) inició la persecución a Falun Dafa, toda la prisión parecía cubierta con un paño negro. Era el momento más oscuro, sin un resplandor de luz. Ya no podíamos tocar la música de los ejercicios, y los antiguos practicantes empezaron a comportarse como no practicantes. Los que dejaron de beber o fumar retomaron esos hábitos. Los que habían dejado de maldecir maldecían aún más. El PCCh convirtió a los seres humanos en demonios.

El supervisor ordenó a todos los practicantes que se posicionaran y declararan que abandonarían la práctica. Todos renunciaron a la práctica, incluido yo. Sabía que Dafa es bueno y que la persecución no era más que otra campaña del PCCh.

Seguí leyendo libros de Dafa en secreto, pero unos meses después alguien me delató. El guardia encontró los libros que había escondido y me puso en régimen de aislamiento. Me revocaron el derecho a la conmutación de la condena y me obligaron a hacer autocrítica en el pabellón de la prisión. Volví a renunciar a la práctica. Pero los principios de Dafa ya habían echado raíces en mi corazón y no podían ser borrados por la intimidación y la persecución del PCCh. ¿Qué tenía que hacer?

En 2002, los practicantes fueron condenados y encarcelados ilegalmente, uno tras otro. Enviaron a un practicante a mi pabellón y le hablé de mi situación. Me contó lo que ocurría con la práctica dentro y fuera de China, y me explicó la relación entre la cultivación personal y la cultivación en la Rectificación del Fa. Compartió conmigo nuevas conferencias, y me brotaron las lágrimas cuando leí En referencia a una profecía.

Shifu dijo:

“El proceso de la rectificación del Fa por el Maestro entre los humanos es, desde la perspectiva de los seres divinos, parecido a un proceso de resurrección” (En referencia a una profecía de Escrituras esenciales para mayor avance (II)

Shifu ha soportado tanto por nosotros, y lo que yo había hecho era tan decepcionante. Llegué a estar lúcido y comprendí lo que debía hacer; debía anular los acuerdos de las viejas fuerzas y compensar la pérdida que había causado. Supe que debía volver a Dafa y ser un practicante recto y digno.

Envié una declaración pública a la prisión y a los jefes de pabellón, anulando mis declaraciones anteriores sobre la renuncia a la práctica. Expliqué que eran palabras dichas contra mi voluntad, bajo intimidación y presión de los guardias. Volví a explicar las maravillas de Dafa, cómo me había beneficiado de la práctica y por qué Jiang Zemin, el exlíder del PCCh, nos perseguía. Añadí que esperaba que los dirigentes de la prisión trataran a los practicantes justamente y me permitieran practicar.

En respuesta a mi carta, el jefe del pabellón envió a unos reclusos a vigilarme las 24 horas del día, me prohibió tener contacto con otros reclusos o reunirme con mis familiares y se negó a conmutarme la sentencia.

Mi apego al miedo creció bajo la represión. Todos los días me entraba pánico e incluso sentía frío hasta en los huesos. Temía que los guardias me pusieran en régimen de aislamiento, me golpearan, me insultaran y me dieran descargas eléctricas.

Así que empecé a enviar pensamientos rectos en todo momento: en cuanto abría los ojos, mientras estaba tumbado, sentado, caminando y haciendo labores, hasta que cerraba los ojos para dormir. Memoricé Pensamientos Rectos y continué iluminándome con esa enseñanza. Sentí que mis pensamientos rectos se fortalecían.

También memoricé y recité lo que recordaba de las conferencias de Shifu. Mi apego al miedo desapareció por completo en tres meses. Y comprendí verdaderamente lo que dijo Shifu:

“¡tras el verde oscuro del sauce, se hallan resplandecientes flores y otra nueva aldea!” (Novena Lección, Zhuan Falun). 

No me importó si me conmutaban la sentencia o si mis familiares podían visitarme, pero comprendí que eran formas de persecución que me imponía el centro penitenciario, así que las negué y me negué a aceptarlas. Hablé con el supervisor del pabellón y con el jefe de la prisión sobre Falun Dafa y la persecución, y les pedí que me dejaran practicar.

El jefe de la prisión dio un manotazo en la mesa y gritó: "¡No se te permite practicar!". Le miré y le contesté con calma: "Si no me deja practicar en mi celda, entonces practicaré en su despacho".

Me dijo con una sonrisa: "¡Ya veré si te atreves!". Así que me senté en el suelo, crucé las piernas en posición de loto, realicé los mudras (movimientos de las manos) y empecé a meditar. Enseguida entré en un estado de calma, y oí una voz a lo lejos: "¡Levántate!".

"¡Bam!" Me dieron una patada en la cara y me salió sangre de la nariz. Siguieron unas cuantas patadas más que sacudieron la parte superior de mi cuerpo, y luego vinieron los puñetazos. Lo extraño era que nada de eso dolía, era como si no fuera yo el golpeado.

Me quedé sentado en silencio, sin pensamientos que me distrajeran. La puerta se abrió y dos reclusos me sacaron. De vuelta en la celda, los reclusos me miraron pero nadie me dirigió la palabra. Me miré en el espejo y vi que tenía la cara hinchada por las patadas, los labios cortados pero la sangre se había secado. Tenía sangre por todo el pecho, pero no sentía dolor. Sabía que Shifu estaba a mi lado y lo soportaba por mí, ¡yo estaba agradecido por su gracia y compasión!

Sabía que no debía aceptar pasivamente el maltrato y que debía validar Dafa resistiendo la persecución, porque ese era el camino de cultivación dispuesto por Shifu. Quería seguir escribiendo cartas abiertas para denunciar y detener la persecución a los practicantes.

Sabiendo que mis cartas no estarían a la vista de todos, pensé en pegarlas en el poste de la luz situado en medio del patio de la prisión. De este modo, los dirigentes de la prisión las verían.

Arranqué las páginas delantera y trasera de un cuaderno y escribí doce grandes caracteres chinos: "¡Falun Dafa es bueno! Dejen de perseguir Falun Dafa!". Compartí mi idea con otros practicantes y se animaron. Dije que todos deberíamos ponernos delante del poste de la luz y hacer los ejercicios por la mañana cuando fuéramos a trabajar, y así habría una mayor disuasión de la persecución. Oyeron lo que dije, pero no respondieron.

Shifu dijo:

“Pero una persona tiene que iluminarse por sí misma con respecto a lo que debe hacer cuando se enfrenta con tribulaciones” (Sendero, Escrituras esenciales para mayor avance (II)). 

A la mañana siguiente escondí la carta y el papel dentro de mi ropa. Seguí a la multitud fuera del área de descanso y me detuve frente al poste de la luz. Después de pegar la carta y el papel en el poste, empecé a hacer el primer ejercicio.

Había más de mil reclusos y guardias de distintos pabellones reunidos en el patio. Algunos presos vieron el papel y leyeron en voz alta: "¡Falun Dafa es bueno! Dejen de perseguir a Falun Dafa!". Sus voces eran tan claras que la gente de alrededor podía oírlas. Varios guardias corrieron y gritaron: "¿A qué pabellón pertenece?". Entonces dos guardias me llevaron a una celda de aislamiento.

Estuve encerrado dos semanas y luego me trasladaron a otro pabellón de la prisión. Los practicantes de ese pabellón ya habían creado un ambiente en el que podían leer libros de Dafa y hacer los ejercicios libremente. Les pregunté: "En el pabellón anterior no podía practicar, pero aquí sí. ¿Me estoy subiendo a su carro?". Los practicantes respondieron con una risita: "Ningún viaje es gratis cuando se trata de cultivación", queriendo decir que me lo había ganado.

Shifu dijo:

“Las tribulaciones que un practicante atraviesa son algo que la gente común no podría aguantar. Por eso, aquellos en la historia que fueron capaces de tener éxito en la cultivación y alcanzar la perfección son pocos y contados. Los seres humanos son simplemente seres humanos. En ocasiones críticas les es muy difícil renunciar a su mentalidad humana y siempre encuentran excusas para convencerse a sí mismos. Sin embargo, en medio de pruebas cruciales, un gran cultivador es capaz de renunciar a su ego y a todos sus pensamientos humanos comunes. Felicito a aquellos cultivadores de Dafa que han pasado las pruebas que determinan si ellos pueden completar la cultivación. La eternidad en la cual sus vidas nunca acabarán e incluso su futuro nivel lo establecen ustedes mismos. Las poderosas virtudes son cultivadas por ustedes, ustedes mismos. Entonces, esmérense hacia adelante. Esto es lo más grandioso y el mayor privilegio” (Posición, Escrituras esenciales para mayor avance (II))

Cada vez que leo este pasaje, mis pensamientos rectos se hacen más fuertes impulsándome hacia adelante en mi camino de cultivación. Espero que lo que comparto anime a los practicantes. Aprovechemos al máximo nuestra vida y no decepcionemos a Shifu. Salgamos del momento más oscuro y démosle la bienvenida a la llegada del nuevo universo.

Este es mi entendimiento actual. Por favor corríjanme bondadosamente si hay algo inapropiado.

Estoy agradecido de la salvación misericordiosa de Shifu.

(Artículo seleccionado por la Celebración del vigésimo cuarto Día Mundial de Falun Dafa en el Sitio web Minghui)