(Minghui.org) Una residente de la ciudad de Songyuan, provincia de Jilin, desarrolló hipertensión y otros síntomas mientras estuvo detenida durante nueve meses por practicar Falun Gong. Las autoridades la acosaron con frecuencia después de su liberación en enero de 2016. Nunca recuperó su salud y falleció el 14 de mayo de 2020, a la edad de 70 años.

Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una antigua disciplina espiritual, perseguida por el partido comunista chino desde 1999.

La Sra. Wang Guozhen fue arrestada en abril de 2015. Desarrolló una peligrosa hipertensión arterial mientras estaba detenida en el centro de detención de la ciudad de Songyuan. Fue tratada en el hospital durante un mes, antes de ser transferida de nuevo al centro de detención. Se le negaron las visitas familiares durante ese tiempo.

La Sra. Wang fue juzgada por el tribunal de la ciudad de Songyuan el 11 de septiembre de 2015 y condenada a tres años de prisión, con cuatro años de libertad condicional.

Después de más de nueve meses de detención en régimen de incomunicación, la Sra. Wang fue liberada en enero de 2016. Estaba muy débil y tenía dificultades para beber y comer.

No obstante, las autoridades siguieron persiguiéndola. De vez en cuando, los agentes de policía y los miembros del comité de residencia la acosaban en su casa. Toda su familia estaba en un estado de constante temor y angustia.

La Sra. Wang nunca recuperó su salud y a menudo caía en coma. Falleció luego de cuatro años de luchar con sus problemas de salud.

Persecución pasada

La Sra. Wang trabajaba en la fábrica de extracción de petróleo de Honggang. Empezó a practicar Falun Gong el 3 de enero de 1996.

Después de que el régimen comunista ordenara la persecución en 1999, su lugar de trabajo primero la vigiló las 24 horas del día, y luego la despidió.

Fue arrestada por la policía en abril de 2001. La interrogaron sujetada a una silla durante tres días. Le dieron un año de trabajos forzados sin el debido proceso, después de un mes de detención.

Mientras cumplía su condena en el campo de trabajos forzados de Heizuzi, fue sometida a un intenso lavado de cerebro para obligarla a renunciar a su fe. Los guardias la obligaban a sentarse en un pequeño taburete desde las 5:00 a. m. hasta las 9:00 p. m. Posteriormente también la obligaron a hacer trabajos manuales no remunerados.

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