(Minghui.org) Una mujer de la ciudad de Chifeng, en Mongolia Interior, se enfrenta a una acusación después de que la policía sometiera su caso a la procuraduría del distrito de Hongshan por no haber renunciado a su fe en Falun Gong, una disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista de China desde 1999.

El 2 de julio de 2019, la Sra. Li Caixia fue arrestada en su casa. La policía saqueó su residencia y confiscó sus libros de Falun Gong y otras pertenencias.

Esta no es la primera vez que ella ha sido perseguida por su fe.

El 20 de julio de 1999, el mismo día en que el régimen comunista lanzó la campaña de persecución contra Falun Gong, un grupo de agentes de policía la arrestó y le ordenó que revelara cuántos practicantes conocía en su área.

Cuando se negó a responder a sus preguntas, los agentes la sujetaron por el pelo y le golpearon la cabeza contra el suelo. Ocho agentes la golpearon y patearon. Para evitar que gritara de dolor, le metieron un cepillo de zapatos en la boca.

"Podemos torturarte hasta la muerte hoy, lo creas o no", le dijo un agente. Varios de ellos agarraron picanas eléctricas y la electrocutaron durante otra media hora.

Luego los agentes saquearon su casa y se llevaron la mayoría de sus libros de Falun Gong. Estuvo retenida durante 33 días en la comisaría y luego otros 15 días en el centro de detención.

A partir de entonces, la policía a menudo la acosó y el personal del comité residencial la supervisó a diario.

El 23 de noviembre de 2004, de nuevo fue arrestada después de que la policía registrara su casa y encontrara materiales relacionados con Falun Gong. Fue interrogada sobre dónde había conseguido los materiales. Cuando ella se negó a revelar la información, la policía la condenó a 3 años en el campo de trabajos forzados de Tumuji y le extorsionó 4.000 yuanes.

El 25 de noviembre de 2012, la policía fue de nuevo a su casa para acosarla antes del 18.º congreso nacional. Mientras ella no estaba en casa, los agentes le confiscaron sus libros de Falun Gong y algo de dinero. Se vio obligada a vivir lejos de su casa para evitar ser arrestada. La policía se quedó fuera de su residencia y acosó constantemente a su hijo para averiguar su paradero.