(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1998 y ahora tengo 43 años. Dafa me ha reformado a través de mis 20 años de cultivación.

Sintiendo pena de mí misma

Mi madre era profesora de primaria y siempre estaba ocupada. Mi padre era un médico autodidacta que viajaba a los alrededores, para atender pacientes. La mayoría de las veces solo mi madre estaba en casa con mi hermano y conmigo. Mi padre no se preocupaba mucho de ninguno de los tres. Cuando estaba en casa, encontraba fallas en mi madre y a veces la maldecía o pegaba. Yo anhelaba su aprobación.

Mi madre, incapaz de hacerse cargo de mi hermano y de mí, me envió a la casa de mi abuela en el campo, cuando tenía tres años y mi hermano seis. Había muchas personas en la familia de mi abuela. Para no causar ningún problema, no me atrevía a hablar alto y siempre era muy cuidadosa con mi comportamiento. Me volví tímida e insegura.

Cuando tenía cinco años volví a vivir con mi madre. Sin embargo, mis padres se divorciaron poco tiempo después. Mi madre y yo nos marchamos, y volvimos al campo con mi abuela. Nos mudamos a una habitación pequeña y muy sencilla. Continuó trabajando como profesora de primaria allí.

No le resultaba fácil cuidarme mientras tenía que trabajar. Fui muy cuidadosa con lo que decía para no causarle ningún dolor. Nunca le dije que echaba de menos a mi padre y a mi hermano. A pesar de que ella verdaderamente me cuidaba, mis recuerdos de la infancia son de soledad, en lugar de la felicidad y sonrisas que una pequeña niña podría esperar.

Dafa cambió mi vida

El tiempo voló y pasaron 19 años. Mi madre y yo nos mudamos a la ciudad después de que se retirara y nos sentíamos cómodas. Sin embargo, yo sufría algunos problemas de salud que los hospitales no lograban curar. Entonces comencé a practicar Falun Dafa.

El día que comencé a practicar los ejercicios, el Maestro (Li Hongzhi) comenzó a limpiar mi cuerpo, justo como dice en Zhuan Falun. Sentía náuseas e iba al baño continuamente, pero nunca expulsaba nada. Comprendí que Shifu estaba limpiando mi cuerpo. Estaba tan emocionada que le conté a mi madre: “¡Shifu ha comenzado a cuidarme! ¡Está purificando mi cuerpo! Estoy curada”. Mi madre también se alegró por mí.

Desde ese instante determiné que practicaría Falun Dafa, que recorrería todo el camino hasta el final mientras me quedara un aliento de vida. Con este pensamiento firme, enraizado en mi corazón, he sido capaz de proseguir este camino de cultivación por más de 20 años, incluso a pesar de las subidas y bajadas que he sufrido. He permanecido inquebrantable siguiendo al Maestro en la rectificación de Fa.

El Maestro respondió a un estudiante en Exponiendo el Fa en el Fahui de Australia:

“Estudiante: Siempre desde niño he sentido pena de mí mismo. ¿El sentirse apenado de uno mismo también es un apego que debe ser abandonado?"

"Maestro: Correcto. Abandónalo, ya que eres el ser con más suerte en el cosmos. Eres estudiante de Dafa, e incluso los dioses en los Cielos te envidian, por tanto, ¿sobre qué tienes que sentirte apenado?”.

Memoricé esto justo después de leerlo y ya nunca lo olvidé. El sentimiento de autocompasión que me había acompañado desde la niñez se disipó. Sí, soy uno de los seres más afortunados y felices en el universo. ¡Cómo puedo perderme en el sentimentalismo de las fugaces ganancias y pérdidas de esta vida!

Felicidad o tristeza, que algo te guste o te disguste, no son más que emociones humanas. Las personas son manejadas por las emociones de amor y odio que les llevan a cometer actos irracionales. Les causan dolor a otros y también se hieren a ellos mismos sin darse cuenta.

Compartiendo mi felicidad

Cuando le conté a mis colegas, compañeros de clase y conocidos lo feliz que me había hecho Dafa, me dieron las gracias por explicárselo y se sorprendieron de saber que Falun Dafa era realmente bueno. Uno dijo: “¡Tu Maestro es verdaderamente impresionante! Gracias a sus enseñanzas millones de practicantes permanecen firmes en su creencia de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, a pesar de ser perseguidos”.

Dafa me ha cambiado. En lugar de sentirme triste por mí misma y quedarme como paralizada, me he vuelto alegre y optimista. Hago reír a mis colegas y compañeros de clase, quienes me aprecian. Cuando me preguntan cómo parezco tan joven les cuento que es porque practico Falun Dafa. Creen en los principios que les cuento ya que siempre estoy feliz y nada me molesta.

Desde que comenzó la persecución de Falun Dafa las personas que conozco no han creído la propaganda. Todos reconocen que Dafa es bueno.