(MInghui.org) En una ocasión en el trabajo, muchos de mis colegas murmuraron que una superior, a quien yo reporto, había estado preguntando sobre mi forma de tratar ciertos asuntos, y que estaba recabando las opiniones de los demás sobre un tema en particular. También, había expresado su disgusto porque me había tomado la libertad de desviarme de sus métodos habituales, aunque era nueva en mi trabajo. Todos mis compañeros me aconsejaron que fuera más obediente y que hiciera lo que se me ordena.

Sin embargo, no pensaba que el problema fuera mío, ya que no me había comportado de forma grosera ni nada por el estilo. Sencillamente sentía que su método no era el mejor ni el más adecuado. Pero entonces recordé las enseñanzas del Maestro:

"El que tiene la razón es él. El que está equivocado soy yo. ‘¿Por qué contienden?" (Quién tiene razón, quién no, Hong Yin III).

Sin embargo, me molestó que hubiera hablado y chismorreado a mis espaldas en lugar de venir a hablar directamente conmigo.

El Maestro nos enseñó:

"Por ejemplo, hay una persona que, al llegar a su oficina, oye a dos personas hablando mal de él de manera muy fea, y esto lo pone muy furioso. Sin embargo, hemos dicho que siendo una persona que refina gong, hay que llegar a no devolver el golpe ni los insultos, hay que exigirse con un estándar alto. Entonces, él piensa: «El Maestro dijo que nosotros, quienes refinamos gong, no actuamos igual que los demás, debemos comportarnos con una actitud elevada». Por lo tanto, no discute con esas dos personas. Pero generalmente cuando viene un conflicto, si a uno no lo irrita hasta lo profundo del corazón, no vale, no sirve para elevarse" (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Era exactamente como el Maestro explicó: "... si a uno no lo irrita hasta lo profundo del corazón, no vale, no sirve para elevarse ...". Un día después, cuando los supervisores vinieron de visita, esta colega de alto rango arrastró a uno de los supervisores a un lado para hablar de mi falta de obediencia, mientras señalaba en mi dirección. Eso realmente me llevó al límite, así que me acerqué a otro supervisor para contarle mi versión de la historia. El supervisor me dijo que mi colega de mayor rango le había hablado de mí. Dijo que en realidad no estaba de acuerdo con ella y me animó a seguir con mi propia manera de hacer las cosas. Estaba tan contenta conmigo misma, que no me di cuenta de que esto era un signo de autocomplacencia. Más tarde me enteré de que mi colega superior perdió el interés en seguir con aquel asunto ya que no había recibido ningún apoyo de los supervisores. Incluso mencionó que estaba aprendiendo de hacer las cosas como yo.

Sin embargo, sucumbí a la tentación de presumir. Cuando otros colegas me preguntaron sobre lo ocurrido, rápidamente les mostré lo generosa que había sido al no hacer tanto alboroto por el incidente, alardeando sobre mi juicio superior y que contaba con el apoyo de los supervisores.

Esa misma noche, una gran llaga creció en mi boca, la cual me provocaba un dolor extremo al comer o cepillarme los dientes. Entonces, justo en ese momento caí en que debía mirar hacia dentro. Me di cuenta de que había sido engreída, jactanciosa y orgullosa de mí misma. Estaba satisfecha con el hecho de que pese a haber estado trabajando durante solo dos años lo hacía mejor que mi superior que llevaba diez años en el puesto.

La úlcera en mi boca no había aparecido por casualidad. Inmediatamente envié pensamientos rectos para eliminar mis apegos ocultos y le pedí perdón al Maestro. Mi úlcera desapareció al día siguiente.

Pero poco después volví a olvidarme del dolor y de por qué apareció la primera vez. A veces no podía evitarlo y chismorreaba sobre el incidente cuando conversaba con algunos compañeros más íntimos. Una semana después, mi muela del juicio se torció y las encías comenzó a dolerme mucho. Sentía un dolor insoportable cada vez que hablaba, bostezaba o comía. Traté de hablarle a mi diente dolorido, rogándole que no se torciera para que no tuviera que quitármelo. Le recordé que su vida y la mía tienen una conexión especial en esta vida y que debe recordar que Falun Dafa es bueno. Anteriormente he tenido la misma conversación con mis otras muelas del juicio cuando surgían problemas y los problemas desaparecían al día siguiente.

Sin embargo, el dolor de la muela empeoró, e incluso empecé a preguntar cuánto me costaría extraerla. Pero entonces recordé que todo es posible con Dafa y que esta debe ser la manera en que el Maestro me señala las brechas que tenía en la cultivación.

Mirando profundamente en mi interior, descubrí que el problema tenía sus raíces en mi actitud hacia mi compañera de mayor rango y en la incapacidad de cultivar mi habla. El problema era que en el fondo todavía creía que tenía razón todo el tiempo y que era la más capaz porque tenía la tal llamada buena calidad de la iluminación y contaba con el apoyo de mis colegas. Me sentía infeliz todo el tiempo fingiendo que me conformaba con servir a mi superior, tal como lo había dicho mi madre: "Desde que eras pequeña, nunca pudiste soportar nada que fuera en contra de tus deseos".

Al principio pensé que las palabras de mi madre eran un cumplido, pero en realidad era una falta de carácter: Tenía poca tolerancia. Me dejaba perpleja que todos en el trabajo dieran rodeos cuando hablaban con mi encargada sobre el incidente, y que ella misma nunca admitiera estar equivocada en este asunto. Esto obviamente me estaba diciendo que me había comportado de la misma manera, insistiendo en que tenía razón todo el tiempo. ¿Por qué sentía resentimiento cada vez que tenía que fabricar excusas  para mi colega de mayor antigüedad? ¿Por qué es tan difícil la cultivación? La enseñanza del Maestro me lo recordó a tiempo.

"En realidad, la cultivación no es difícil. La dificultad yace en la incapacidad de dejar ir la mentalidad humana común" (Exponiendo el Fa en Sídney).

¿Qué es lo que todavía no podía dejar ir? Era el egoísmo. Siempre se trataba de mí: Me están tratando injustamente. Yo llevaba razón, era más capaz y mejor que ella, etc. En nuestra cultivación aspiramos a convertirnos en seres altruistas e iluminados, por lo tanto, no podemos apegarnos a los caminos del viejo cosmos. Debería haber considerado que mi compañera de mayor rango, al ser mi supervisora inmediato, tenía su propia presión en el sentido de que era responsable de mi labor ante su supervisor. En lugar de ser arrogante, debería haber sido más humilde en mi papel de subordinada con menos experiencia.

A medida que cambiaba mi mentalidad, empecé a ver muchas de sus cualidades positivas que podía aprender. Quizás no era tan capaz como yo en algunas cosas, pero ¿realmente importaba?

Al día siguiente en el trabajo, me las arreglé para detenerme unas cuantas veces justo cuando quería abrir la boca para hablar mal de ella. Sin embargo, el impulso no desapareció por completo, pero sabía que no era yo quien quería ofenderla, sino el ye que albergaba. Tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para mantener la boca cerrada, no sea que malas palabras escaparan. Durante todo el día, para evitar decir algo erróneo, me esforcé en no hablar nada. Fui tan lejos como pude para mantenerme alejada de todos mis colegas. Después de aquello, mi dolor de muelas desapareció.

He aprendido de esta experiencia que la cultivación de nuestro estándar moral es un proceso continuo. Las pruebas de carácter vendrán en muchas formas y bajo diferentes circunstancias para permitirnos fundamentalmente deshacernos de nuestras fuertes nociones y apegos humanos y avanzar en nuestro camino de cultivación.