(Minghui.org) Cumplí  85 años, y no tengo ninguna enfermedad, mi tez es radiante y no encuentro problemas al caminar. Si no practicara Falun Dafa, creo que no hubiera llegado hasta el día de hoy.

El Maestro Li Hongzhi ha prolongado mi vida.

Cuando tenía poco más de 30 años, padecía ciática, hernia de disco, artritis reumatoide, baja cantidad de glóbulos blancos y endurecimiento de las arterias.

Probé tratamientos con medicina occidental, medicina china, qigong y otros métodos; ninguno funcionó. Mi tez era oscura, mis articulaciones estaban rojas y frías, y mis capacidades cognitivas eran limitadas.

Mis músculos se atrofiaron y mis huesos se retorcieron. Ni siquiera podía tocar el agua fría y, en verano, tenía que usar ropa de invierno.

Mi vida era una absoluta miseria. Sin embargo, en 1996 tuve la suerte de comenzar a practicar Falun Dafa (Falun Gong). Poco después, mis dolencias desaparecieron.

Los problemas de salud con los que viví por décadas, y que los medicamentos y las visitas al hospital no me curaban, desaparecieron en menos de tres meses después de comenzar a practicar Falun Dafa.

Nuevos problemas

Hace aproximadamente un año, empecé a tener síntomas físicos por una tribulación de yeli. Mi mano derecha comenzó a hincharse. Se puso entumecida y rígida. No podía sostener cosas como los palillos chinos y tampoco hacer actividades que implicaran estirarla. Mis piernas también se pusieron rígidas como tablas.

Era muy doloroso para mí sentarme en la posición de loto, y no lograba sentarme durante mucho tiempo. Aunque me había cultivado durante más de 20 años, no podía cruzar las piernas. Esto me puso extremadamente triste.

Después de practicar Dafa durante tanto tiempo, no solo no había hecho mejoras, sino que parecía estar retrocediendo. En aquel entonces, no tenía claro qué me estaba pasando.

Comencé a sufrir desmayos, palpitaciones, molestias en la garganta y náuseas acompañadas de abundante vómito.

Mi presión sanguínea sistólica era de 240, lo que asustó a mi familia y me llevaron a un hospital. El médico dijo que tuve la suerte de llegar a tiempo.

Después de examinarme, el médico dijo que tenía problemas hematopoyéticos, y que mi sistema nervioso y células sanguíneas se estaban desequilibrando.

El médico también explicó que existían problemas en los vasos sanguíneos del cerebro y que el suministro sanguíneo era insuficiente. Por eso estaba teniendo mareos y desmayos.

Yo sabía que aquellos síntomas eran falsos, y que eran pruebas para mí. Soy una practicante de Dafa y no tengo ninguna enfermedad. Solo tengo a Dafa y a Shifu en mi corazón. Mis problemas no pueden resolverse en un hospital. ¡Solo el Maestro puede resolverlos!

Sosteniendo estos pensamientos rectos, me decidí a abandonar el hospital. Así que me fui a casa una semana después.

En casa, no tomé ninguna medicina ni me administraron inyecciones. Dejé de sentirme mareada y de tener la presión sanguínea alta. Ni siquiera me tomaba la presión sanguínea, pues considero que eso hubiera sido un apego. Desde entonces no he tenido ningún problema.

En mi entendimiento, nuestros caminos de cultivación no siempre son lisos y anchos. Pueden ser muy estrechos y difíciles de transitar. Encontrar tribulaciones es una rara oportunidad para mejorar nuestro xinxing y establecer virtud.

Nunca pensé que estuviera enferma. Sabía que los síntomas eran falsos y que era una prueba para superarme.

Otro punto es que necesitamos estudiar más el Fa y fortalecer nuestros pensamientos rectos. Los pensamientos rectos efectivos provienen de asimilarnos al Fa. ¡Dafa es omnipotente!

Tengo que mirar hacia adentro para encontrar apegos como el resentimiento, la complacencia, el miedo al sufrimiento, la inercia, las quejas, la competitividad, etc. Las tribulaciones desaparecerán si encontramos los apegos que se ocultan detrás.

Cuando nos encontramos con la interferencia de las viejas fuerzas, necesitamos enviar fuertes pensamientos rectos para erradicarlas y destruirlas.

Otro punto clave, es seguir haciendo los ejercicios pase lo que pase. Incluso cuando sentía debilidad en mis manos, insistía en hacer los ejercicios todos los días.

Como discípula anciana, ahora me siento con confianza para seguir el ritmo de la rectificación del Fa del Maestro y regresar a mi verdadero hogar.