(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1998. En base a las enseñanzas, entiendo que fuimos elegidos por el Maestro Li Hongzhi (el fundador). Tenemos la misión de asistirlo para salvar seres conscientes. A lo largo de las últimas dos décadas, bajo la compasiva protección del Maestro Li, he ido creciendo paso a paso y he pasado de ser egoísta a ser altruista. Esta es mi historia:

En búsqueda del sentido de la vida

Cuando era muy joven, mis vecinos me miraban con lástima. En la década de los ochenta, cuando tenía ocho años, mi mamá murió envenenada por las autoridades máximas de la unidad de trabajo de mi padre.

Mi padre fue a Beijing a pedir justicia por mi madre. Las peticiones eran difíciles y prolongadas. En Beijing, mendigamos comida y dormimos en las calles. Experimenté muchas dificultades. Aunque era pequeña, a menudo me preguntaba: “¿Por qué es tan dura la vida?”.

Mi padre no obtuvo respuesta a su pedido y regresamos a casa. Un día, vi dos carteles en la ruta: “Se vende hijo” y “Se vende hija”. Luego me enteré de que mi padre planeaba desprenderse de mi hermano y de mí.

Los vecinos le aconsejaron que pusiera como prioridad la crianza de sus hijos. Mi padre pensaba que la única forma de que los niños provenientes de familias pobres tuvieran una vida mejor era asistiendo a la escuela. Por eso, aunque éramos muy pobres y apenas teníamos suficiente comida y ropa, mi padre jamás permitió que mi hermano o yo dejáramos de ir a la escuela.

Cuando estaba en la secundaria, mi padre volvió a casarse. Había conflictos permanentes en casa. Mi madrastra siempre sospechaba y peleaba por las cosas más triviales. La familia estaba deshecha.

Con frecuencia, por las noches miraba el cielo estrellado y me preguntaba por qué la gente vivía. Parecía que la vida era más dolorosa que la muerte. “¿Por qué sufría la gente?”. Deseaba que alguien sabio bajara del cielo y me mostrara una salida.

De algún modo, sentía que el sufrimiento de la gente era predestinado. Sentía que me diferenciaba de los demás en el modo en que percibía las cosas. Parecía que estuviera esperando algo. Quería encontrar el porqué de la llegada de la gente a este mundo.

Luego de inscribirme en la universidad, me ofrecieron una beca por ser la primera de la clase todos los años. Mi desempeño académico fue excelente a lo largo de toda mi vida estudiantil hasta mi doctorado. Sin embargo, pese a mi constante educación, el interrogante que me obsesionaba permanecía sin respuesta.

Siempre había creído, inocentemente, que no debía haber venalidades en el campo de las ciencias naturales. Sin embargo, lo que observé fue fraude de datos y competencia por prestigio e intereses personales.

Fui a un templo en busca de respuestas, pero la solemne estatua de Buda permanecía en silencio y las escrituras budistas eran difíciles de entender.

Un día de septiembre de 1998, durante una clase del doctorado, el profesor nos pidió a cada uno que contáramos una historia sobre nosotros. Uno de mis compañeros habló sobre Falun Gong. Nos recomendó que leyéramos Zhuan Falun. Conseguí un ejemplar y lo leí.

El Maestro dijo:

“El hombre debe volver al origen y retornar a la verdad, este es el verdadero propósito de ser un humano; por eso, una vez que esta persona quiere el xiulian, se considera que su naturaleza fo ha emergido. Este pensamiento es lo más valioso, porque él desea volver al origen, retornar a la verdad y saltar afuera de este nivel” (Primera Lección, Zhuan Falun).

Tan pronto como leí esto, me sentí inspirada y comprendí que esto era lo que había estado buscando. Estaba muy feliz.

Tomar con ligereza la retribución del yeli

Luego de que empecé a practicar Falun Dafa, los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia se volvieron esenciales en mi vida. Cuando me encontraba en situaciones difíciles o me sentía confundida durante los tormentosos años de la persecución, los principios me guiaban.

Un asunto que abarca casi dos décadas: quien es hoy mi exmarido y yo fuimos compañeros de clase en el posgrado. Un mes luego de que nos casáramos, empecé a practicar Falun Gong. Debido a que yo misma me exigía ser una buena esposa de acuerdo con los estándares de Verdad, Benevolencia y Tolerancia no había disputas entre nosotros. Mi esposo decía: “No puedo discutir contigo aunque quiera”. Yo sonreía y respondía: “¿No es bueno ser así?”.

Estuvimos casados por casi 20 años, pero vivimos separados durante 14 de esos años. Cuando nuestro hijo era adolescente, su padre vino a casa durante las vacaciones, pero solo estuvo unos pocos días. Yo tenía que trabajar y criar sola a nuestro hijo.

En la primera etapa de nuestro matrimonio, tuve un indicio en un sueño —este matrimonio fue arreglado para pagar una deuda y finalmente acabaría en divorcio—.

Estaba exhausta por las presiones de la vida y del trabajo. Surgieron mis quejas y resentimientos y se acrecentaron rápidamente. A menudo lloraba, aunque todo el tiempo me recordaba que era una practicante.

El Maestro nos enseñó: “Difícil de soportar, se puede soportar; difícil de hacer, se puede hacer” (Novena Lección, Zhuan Falun).

Aunque entendía el Fa superficialmente, me parecía muy difícil vivir de acuerdo a los principios. No podía ver la causa original de la retribución del yeli; solo podía soportar dolorosamente.

Dado que no eliminé mis apegos, las viejas fuerzas tomaron ventaja de mis brechas y me persiguieron. Todos los meses, mi menstruación era prolongada y con mucho sangrado, lo que me dejaba pálida y débil. Hasta tenía dificultades para caminar.

El Maestro dijo: “Por eso, frecuentemente aparecen problemas como este; al considerar las amarguras en la vida como injusticias contra uno mismo, muchas personas se derrumban y caen hacia abajo” (Cuarta Lección , Zhuan Falun).

El resentimiento es como hielo grueso, duro y tozudo. Sentía que era muy difícil deshacerme de él y sabía que solo Dafa podría ayudarme. Por esto, cuando empezaba a sentir resentimiento y empezaba a quejarme, recitaba la siguiente enseñanza:

“Cuando el hombre salta afuera de este qing, nadie es capaz de tocarlo, los corazones de la gente común ya no pueden moverlo y el qing se reemplaza con la misericordia, que es algo más noble” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Recitaba el Fa hasta que me calmaba y mis quejas desaparecían.

Gradualmente, mis pensamientos rectos se fortalecieron. Las enseñanzas del Maestro también me enseñaron a entender que muchas relaciones humanas están basadas en la retribución del yeli. Solía considerar las cosas humanas superficialmente y enfocarme en los errores de los demás y en mi propio dolor.

Pasé más de tres años en este estado. Al final, el Maestro me ayudó a eliminar completamente la causa principal de mi resentimiento. El cuerpo inmediatamente se me normalizó; fui capaz de ver las situaciones de los demás con benevolencia; y me di cuenta de que todos sufren.

Cuando mi hijo tenía once años, mi esposo sugirió que nos divorciáramos. Antes de que él mencionara esto, sentí que nuestra relación predestinada estaba llegando a su fin, por lo tanto, no me sorprendió.

Sin embargo, igualmente lloré debido a la soledad y a la injusticia para mi hijo. Luego se iluminó mi entendimiento de que esta era una buena oportunidad para eliminar mis apegos humanos.

Identifiqué mis ocultos apegos a los celos, la competencia y fama. Rápidamente los eliminé uno por uno. Luego de dos semanas de este proceso, sentí el cuerpo enteramente renovado. El Maestro me permitió sentir la belleza y la maravilla de cada reino a medida que eliminaba cada apego.

Actualmente, no siento odio o resentimiento hacia mi exmarido; solo benevolencia. ¡Qué lamentable que la gente esté perdida en el laberinto sin saber dónde dar un giro. Yo estuve emocionalmente embrollada con mi exesposo durante casi dos décadas.

El Maestro usó esta relación kármica para allanarme el camino de cultivación; esto no solo me permitió pagar mi deuda de yeli sino que también me templó y me ayudó a eliminar mi intolerancia y egoísmo.

Aun en mi mayor desesperanza, nunca sentí que el Maestro me hubiera abandonado. En los primeros tiempos de la persecución, tuve un sueño en el que trepaba una montaña y veía una gran plaza cuando llegaba a la cima. Una mano gigante, tan grande como la plaza, se hallaba frente a mí. Me sentí rodeada de misericordia y con el entendimiento de que era una criatura cuidadosamente protegida en las manos del Maestro.

(Continuará)

(Presentada durante el 16.˚ Fahui de China en Minghui.org)