(Minghui.org) Me paré dentro del tribunal esperando el veredicto. Había demandado al gobierno comunista chino. Nunca pensé que me encontraría luchando contra el violador de derechos humanos más poderoso del mundo, pero allí estaba.

Crecí en una familia acomodada. Mi padre era un poderoso magnate del mercado inmobiliario que hizo su fortuna desde abajo. Desde una edad temprana mis dos hermanos mayores y yo aprendimos el valor que tiene el dinero. Mamá nos llevaba a la iglesia todos los domingos, pero eso era porque todos los demás en el vecindario lo hacían. Nunca fuimos religiosos o espirituales. Fui muy popular en el instituto, era campeón de lucha libre y un buen amigo de todos.

Después de graduarme en la universidad me uní al negocio familiar de inversiones. Pero rápidamente me di cuenta que trabajar con la familia siempre es estresante porque no es una relación comercial pura de negocios, siempre implica una relación personal afectiva. Había mucha tensión y peleas entre mi padre y yo. Él era el tipo de persona que no soltaba el mando, y los conflictos entre ambos se volvieron más frecuentes.

Durante los siguientes diez años trabajé duro y gané mucho dinero. Adquirí un insaciable apetito por la ropa cara y los automóviles de lujo. Trajes (Hugo Bos), camisas (Versace) de quinientos dólares... Recuerdo haber tenido dieciocho coches en diferentes momentos. ¡También de haber tenido tantas novias como autos, y más!

A mis treinta y tantos años comencé a sentirme descontento con la vida y la riqueza. No podía saciar esa sed, era como si estuviera tratando de llenar un agujero en el que no había fondo. Dinero, mujeres, fiestas, nada podía evitar la sensación de que algo me faltaba.

Debido a mi insatisfacción, las tensiones con mi familia se hicieron más intensas. A cada momento discutía con mis hermanos y especialmente con mi padre. En contra de los deseos de mi familia, decidí tomarme un año libre para viajar y "encontrarme".

Viajé a Egipto, Israel y, por último, a la India donde, durante ocho meses, conduje una motocicleta de sur a norte en la búsqueda de lo que verdaderamente significaba lo "espiritual". No tenía ni idea de lo que estaba buscando. Encontré cientos de diferentes prácticas espirituales y aquellos que las seguían. Conocí a un gurú tras otro y visité templo tras templo. Al final parecía que todos tenían la respuesta siempre que yo tuviera el dinero.

Después de ocho meses, me di cuenta de que, al igual que en la película el Mago de Oz, si quería encontrar una repuesta, esta estaría en mi propio patio trasero, no a miles de kilómetros de casa, así que volví.

Después de regresar a casa sentí una nueva apreciación y gratitud por lo que tenía. Amaba mi casa, mis autos, mi libertad, tanta abundancia y todos los lujos que no había sido capaz de apreciar cuando los tenía. Eso duró unos tres meses. Luego todo volvió a ser como antes. Continué trabajando y mi insatisfacción siguió creciendo.

Casí un año después, mi madre se encontró con Falun Dafa. Durante años bromeé con mamá diciendo que ella siempre estudiaba el "sabor espiritual del mes", ya que cada mes estudiaba una práctica diferente. Así que Falun Dafa no sería la excepción. Sin embargo, a medida que pasaron los meses empecé a ver cambios fantásticos en su vida. Parecía más feliz y alegre.

Comencé a interesarme por Falun Dafa. Lo primero que me sorprendió fue que se enseñaba de forma gratuita. Después de mi búsqueda espiritual a través de la India, lo único que sentí en lo más profundo de mi corazón fue: para que la verdadera enseñanza sea recta y pura tiene que ser gratis. Este solo principio de Falun Dafa ya hizo que obtuviera mi respeto y admiración. Poco después me uní a mi madre para hacer los ejercicios.

Los ejercicios son sencillos pero muy poderosos. Me di cuenta de que estaba completamente absorbido por el estrés y la tensión. No podía calmarme. Mi mente vagaba por todos lados. Mis preocupaciones abarcaban todo desde lo que debería hacer hoy hasta lo que tenía que hacer mañana.

¡Al final de los ejercicios me sentí increíblemente bien! Finalmente pude empezar a controlar mi mente en lugar de que mis pensamientos y emociones me controlaran a mí. Esa noche dormí como un bebé.

Durante los meses siguientes experimenté lo que verdaderamente eran la compasión y la empatía. Comencé a reflexionar sobre cómo planté las semillas del narcisismo desde la infancia, donde lo primero y principal era yo, siempre pensando en lo que podía ganar. Veía a la gente como objetos para mis propios deseos y no tenía idea de lo que significaba pensar primero en los demás.

Entonces un día, sin percatarme de ello, me di cuenta de que ya no estaba estresado ni tenso. Me sentí relajado y feliz. Ya no perseguía nada. Mi ética de trabajo mejoró e incluso pude solucionar la tensa relación que tenía con mi padre antes de que falleciera. También conocí a mi esposa en un lugar de práctica de Falun Dafa.

Falun Dafa me ayudó a ver lo que realmente significa ser una buena persona. También respondió a todas las preguntas que alguna vez tuve sobre el significado de la vida y el universo. Me ha dado tanto y nunca me ha pedido nada a cambio.

En 1999, cuando el partido comunista chino comenzó la persecución contra Falun Dafa, yo estaba confundido. ¿Cómo puede algo tan bueno ser atacado en China? Esa tarde conocí a un practicante polaco de Falun Dafa. Me dijo: "Tú no creciste en un país comunista, pero yo sí. Eso es lo que hacen las dictaduras comunistas".

Cuanto más me decía, más me daba cuenta de que tenía razón. El régimen comunista es ateo y en China todas las creencias espirituales deben ser controladas por el régimen o son atacadas y reprimidas. Falun Dafa era su próximo objetivo.

Las muertes y los terribles casos de tortura continuaron día tras día. La noticia de que decenas de miles de personas habían sido asesinadas por sus órganos estaba siendo respaldada por informes de investigación que llegaban uno tras otro, al mismo tiempo el partido comunista lanzaba una campaña de propaganda multimillonaria para difamarnos en todo el mundo.

Soy un hombre blanco que creció en un barrio de nivel de una ciudad metropolitana. Nunca supe qué era la discriminación, ni la persecución, o qué era la propaganda y así me convertí en un defensor de los derechos humanos.

Una mañana recibí la llamada de mi padre diciendo que el vicecónsul general de China me había calumniado en el periódico local en respuesta a un artículo que escribí para concienciar a la gente sobre la persecución del PCCh a Falun Dafa. Un mes después lo demandé por difamación. Fue un caso difícil. Nadie pensó que ganaría debido a la inmunidad diplomática.

Al año siguiente me senté en la sala del tribunal esperando el veredicto. El juez leyó las conclusiones y luego falló a mi favor. Así de fácil gané el caso. No pude evitar sollozar. Fue uno de los momentos más decisivo de mi vida. El caso sentó un precedente en todo el mundo.

Diecinueve años después, seguimos en las calles repartiendo volantes y concienciando a la gente sobre las atrocidades que están ocurriendo en China. Seguimos siendo superados en número y financiación, pero diecinueve años después el más poderoso transgresor de los derechos humanos en el mundo todavía no puede silenciar a los millones de personas que tienen la bondad y la verdad universal en sus corazones.

Dentro de poco cumpliré 50 años, estoy tan agradecido de haberme dado cuenta de que las verdaderas respuestas están dentro de mí. Falun Dafa me ha ayudado a obtener la paz interior más profunda que jamás haya imaginado.

Por supuesto, todavía disfruto de los coches de lujo, la ropa elegante y el arte de hacer un buen negocio, pero mis prioridades han cambiado significativamente. Mi paz mental ya no está determinada por cosas superficiales, sino en cómo tratar a los demás y también a mí mismo en base a los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Todavía me queda mucho por mejorar, pero al menos por fin estoy disfrutando del viaje en este camino de cultivación!

(Presentación para "Celebrar el Día Mundial de Falun Dafa" 2018 en el sitio web Minghui)