(Minghui.org) Hace algunos días, conocí a la Sra. Wang [alias], una compañera practicante de Falun Dafa. Mientras hablábamos, percibí algunos de sus apegos, pero decidí que se los indicaría en otra ocasión. Le sugerí que nos volviéramos a ver, y aceptó.

Cuando me dirigía de regreso a casa, me sentía molesta y en mi mente comencé a regañarla. Le reproché que no apreciaba el tiempo que quedaba para la rectificación del Fa y su aparente falta de urgencia en salvar seres conscientes. Así que, este tipo de pensamientos negativos, que alimenté, jugó un papel decisivo cuando me reuní con ella. Se negó a escuchar mis indicaciones.

La misericordia marca la diferencia

A pesar  que se negaba a aceptar lo que le decía, sentí que tenía la responsabilidad de ayudarla, así que busqué un mejor enfoque para mi discurso. Pero, me di cuenta de que esto no era solo una oportunidad de ayudar a otra practicante a reconocer sus errores, sino que también me posibilitaba mirarme porque, estaba garantizado, que poseía sus mismos defectos.

Shifu dijo:

“Cuando dos personas tienen conflictos y una tercera persona los ve, incluso esta tercera persona debe pensar sobre qué es lo que ha hecho mal y por qué se le da la oportunidad de ver esa escena. Sin mencionar a las dos personas envueltas en el conflicto; ellos deben mirar hacia adentro aún más” (Exponiendo el Fa en el Fahui del Este de los Estados Unidos).

Tan pronto como comprendí esto, empecé a buscar defectos en mi interior y a corregirlos. Después le pedí ayuda al Maestro para mantener una actitud misericordiosa y libre de ego cuando volviera a verla.

Cuando nos reunimos nuevamente, sentí como si estuviéramos rodeadas por un campo enorme de energía positiva. La actitud mutua fue cálida y cordial, y tuvimos una conversación sincera y agradable. La Sra. Wang habló sobre sus defectos y dijo que estaba decidida a hacerlo mejor.

No he vuelto a sentir esa sensación de misericordia sincera y pura hablando con ningún otro practicante. Entendí que el Maestro arregló esa vivencia para que pudiera sentir el poder de la compasión y para alentarme.

Shifu dijo:

“De hecho, la misericordia es una energía enorme, es la energía de los dioses rectos. Cuanta más misericordia haya, mayor se vuelve esta energía y más puede desintegrar todo lo que no es bueno”(Enseñando el Fa en el Fahui Internacional de Washington DC 2009).

Cooperar bien y dejar ir el yo

Desafortunadamente, los practicantes de nuestra región no lo han hecho bien en términos de tratarse con misericordia. Además de vivir en constantes desacuerdos, muchos insisten en hacer las cosas a su manera y culpan a los demás cuando las cosas salen mal.

El ejemplo más obvio es la crítica constante dirigida a nuestros coordinadores locales. Por ejemplo, un compañero practicante fue ilegalmente arrestado y sentenciado el año pasado. Muchos practicantes, incluida yo misma, nos sentimos muy frustrados al percibir que no se le daba la urgencia requerida a su rescate y a la oportunidad que se presentaba de aclarar los hechos sobre Dafa a los involucrados.

Ahora me doy cuenta  que nos equivocamos. Los apegos que rehusamos soltar, al combinarlos con nuestros pensamientos negativos, pueden llegar a causar problemas innecesarios a los coordinadores y al resto de los practicantes que viven en nuestra área. No importa quién tiene razón o quien está equivocado; lo que realmente importa es el estado de cultivación de cada practicante. Si nos examinamos a nosotros mismos honestamente y hacemos cuanto podamos por ser misericordiosos y cooperar entre nosotros, el grupo se unirá.

Resolví no enfocarme en las deficiencias de mis compañeros, sino en mirarme a mí misma para identificar mis defectos. Tan pronto como surjan los problemas, si todos buscamos hacia adentro, dejamos ir nuestros egos y tratamos de adaptarnos a los demás, nuestro entorno de cultivación será misericordioso y, por tanto, armonioso.