(Minghui.org) Recientemente, me sorprendió oír que un practicante que conocía había fallecido. Aparentaba tener menos de 50 años, por lo que su fallecimiento ha sido algo realmente lamentable.

Relación frustrada

Hace un año, un casamentero arregló una cita entre el practicante recientemente fallecido y yo. Al practicante no le gustaba hablar por hablar, así que tan pronto como me vio, dijo que no me ajustaba a su tipo de compañera ideal.

Después de irme, le dijo al casamentero, también practicante, que yo no era lo suficientemente bonita. Había otras mujeres que deseaban adquirir estatus legal a través del matrimonio, así que un pequeño número de solteros tenían muchas compañeras potenciales para elegir.

Algunos pensaban que el salario que recibía trabajando para los medios de comunicación, a jornada completa, era demasiado bajo. Otros pensaban que trabajaba demasiadas horas y otros, como aquel hombre, decían que no era lo suficientemente atractiva.

Los comentarios de las demás personas se convirtieron en una fuerza impulsora para hacerme mirar hacia dentro. El desacuerdo, con el practicante, me hizo darme cuenta de que todavía poseía un fuerte apego a la lujuria.

Varios colegas me dijeron que este hombre ahora tenía una novia de unos 20 años, que también era practicante. Se habían comprometido para casarse. No le di mayor importancia. Sin embargo, murió repentinamente, lo cual me hizo reflexionar.

Un sueño con respecto a tres practicantes difuntos

Su muerte me hizo recordar un sueño vívido que había tenido a principios del año pasado. Tuvo lugar en la oficina de prensa. Todo los empleados de los medios escritos estaban trabajando cuando alguien gritó que un compañero de trabajo había muerto. Aunque no sabía de quien se trataba, mi subconsciente reconoció que había muerto debido a la competitividad y al fuerte resentimiento.

Los compañeros practicantes que trabajaban en los medios de comunicación estaban todos muy tristes. Algunos miraron hacia dentro.

Pasado algún tiempo, otra persona murió por el apego al dinero, ya que las viejas fuerzas vieron su brecha y la aprovecharon. Todos se pusieron, de nuevo, muy tristes y empezaron a mirar hacia dentro.

De repente, una tercera persona murió, aparentemente por el apego a la lujuria. Esta vez, los compañeros practicantes de nuestra oficina parecían entumecidos.

A nadie le afectó. Al contrario, todos se comportaron como si nada hubiera pasado. Algunas personas incluso fueron a clubes nocturnos a cantar y bailar después de asistir al funeral.

El sueño fue muy vívido y me hizo darme cuenta de que al final la cultivación es muy seria. Pero seguía preguntándome por qué nadie se preocupó por ese practicante que murió de lujuria.

Ahora, después de la partida de este último practicante, me he dado cuenta de que por más que nos esforcemos en que nuestro apego a la lujuria pase desapercibido para los demás, resultará siendo fatal para nosotros mismos.

Como tal, espero que todos prestemos más atención, sigamos al Maestro y transitemos bien en el último trecho del camino.