(Minghui.org) En la medianoche del 22 de marzo del 2016, mis compañeros practicantes y yo colocábamos carteles de aclaración de la verdad en la calle, cuando un grupo de agentes de la policía local nos arrestaron. Luego de estar detenidos por más de tres horas, fuimos liberados. Aunque tres horas no parece mucho tiempo, fue una prueba de vida o muerte para mí. Empecé a cultivarme en Dafa en 2006. Sentí con mucha intensidad que el Maestro me fortalecía durante todo el proceso. Presencié cómo la grandeza de Dafa cambió a los policías y experimenté, en persona, el poder de la Benevolencia.

La noche anterior a los hechos, después de planear colocar los carteles, tuve un sueño lúcido, en el cual cuatro niños pequeños me daban tirones. Traté de zafarme, pero no lo conseguí. Tan pronto como me escapé de uno, otro llegó y me agarró con fuerza de los brazos, impidiendo que me marchara. Me sentí tan inquieto e indefenso que desperté. Me sorprendió el sueño, pero creí que estaba bien mi cultivación y que coordinaba bien con mis dos compañeros practicantes, así que no le presté mucha atención. Haciendo memoria, me doy cuenta que el Maestro usó el sueño para advertirme sobre lo que nos ocurriría.

Antes de comenzar, enviamos pensamientos rectos durante media hora, como de costumbre. Mis pensamientos rectos eran puros y fuertes. Salimos a las 11:00 p.m. según lo planeado. Los tres cooperábamos bien. Anya conducía el auto y encontraba buenos lugares para detenerse. Belén ponía pegamento en los carteles, y yo, el más joven y rápido, bajaba del auto para colgarlos. Antes de comenzar, Belén se había quejado de un dolor en el brazo derecho y era incapaz de doblarlo, pero en cuanto empezamos a colocar los carteles, su dolor desapareció y podía doblar su brazo con normalidad.

Anya detuvo el auto a 50 metros de un cruce e indicó que la pared junto a la carretera era un buen lugar para colocar los carteles. Enseguida bajé del auto y me puse en marcha. Entonces, oí el grito de Belén: "¡Apúrate! ¡Regresa! ¡La policía!". Regresé corriendo al vehículo, pero ya era tarde. Una patrulla nos bloqueaba el paso antes de que pudiera cerrar la puerta. Dos oficiales nos gritaron y empezaron a registrar el auto. Tras encontrar el gran número de carteles que llevábamos en el maletero, hicieron una llamada telefónica. Cuatro oficiales más se personaron en dos vehículos policiales para trasladarnos.

Anya mantuvo la calma y explicó a los agentes lo que estábamos haciendo. Se negaron a escuchar y nos exigieron que les acompañáramos a la comisaría. Nos negamos a subir a la patrulla porque no éramos criminales. Aceptamos seguirlos en nuestro auto. Dos patrullas nos escoltaron hasta la comisaría, colocándose delante y detrás de nuestro auto. Belén nos recordó que enviáramos pensamientos rectos.

Apenas entramos a la comisaría, todos los policías se pusieron a trabajar como si fuéramos unos enemigos terribles. Nos llevaron a una gran habitación. Nos tomaron fotos y videos, nos interrogaron y grabaron nuestras respuestas. Los oficiales de policía llenaban la sala y el pasillo.

No teníamos miedo. Los tres les dijimos que presentamos demandas contra Jiang Zemin en 2015, les dimos nuestros nombres y les contamos dónde trabajábamos. Estábamos decididos a validar Dafa y mostrarles a los policías qué clase de personas son los practicantes de Falun Dafa.

Nuestros pensamientos rectos cumplieron con los requisitos de Dafa. Tan pronto como les dijimos nuestros nombres y dónde trabajábamos, su actitud cambió de inmediato. Lo vi reflejado en sus ojos. A causa de la propaganda engañosa del partido comunista chino, los oficiales consideraban a los practicantes de Falun Dafa como personas marginadas. En cambio, los tres íbamos  bien vestidos, mostrábamos un buen comportamiento y éramos amables. Durante la grabación del video, no nos dejamos intimidar, contamos de manera abierta y solemne la verdad sobre Falun Dafa, incluyendo su difusión por todo el mundo y las más de 200.000 demandas presentadas contra Jiang Zemin, el ex líder del partido comunista que inició la persecución.

Una hora más tarde, nos pidieron subir a una patrulla para transferirnos a otra comisaría. Una vez más, insistimos en que no habíamos hecho nada malo e insistimos en conducir nuestro propio auto. Al final, no nos obligaron subir a la patrulla.

Nos dividieron en tres habitaciones en la comisaría. Cuando estaba con mis compañeros practicantes, tenía fuertes pensamientos rectos, pero se debilitaron cuando me quedé solo. Los pensamientos negativos comenzaron a entrar en mi mente. Enseguida me di cuenta de que debía enviar pensamientos rectos para eliminar todo lo negativo.

Un oficial joven me interrogó. Me llenó de preguntas, incluyendo cuándo empecé a practicar Falun Dafa, por qué y por qué insisto en practicarlo en contra de las ordenanzas del gobierno. Me lanzó tales preguntas, una tras otra, tan rápidamente que no acertaba a responderlas.

Cuando me puse a pensar en nuestro benevolente Maestro y en mi misión, mi mente se aclaró. Traté al oficial como alguien que anhelaba la salvación. Como un familiar al que no había visto desde hacía mucho tiempo. En ese momento, la benevolencia surgió de forma natural desde el fondo de mi corazón. De manera pausada y bondadosa le conté las dudas que solía tener sobre la vida, la esencia de Falun Dafa, el verdadero sentido de la vida y la función positiva que los practicantes de Dafa cumplen en la sociedad actual. El oficial escuchaba totalmente absorto.

Le hablé de una pediatra, que es practicante, que tiene una excelente carrera médica y un noble temperamento. Cuando los familiares de sus pacientes le daban bolsas rojas cargadas de dinero, las guardaba por un tiempo para que las familias se quedaran tranquilas pensando que así cuidaría bien al paciente. Tan pronto como estos iban a ser dados de alta del hospital, usaba el dinero para pagar sus gastos médicos.

El joven oficial se conmovió mucho. Preguntó: "¿Existe en verdad una doctora tan buena?". Respondí: "Sí, la hay. Los practicantes de Falun Dafa trabajan en todas las profesiones. Están corrigiendo los errores en sus profesiones. ¡Cada uno de ellos es como esta doctora!".

Afirmó: "Yo también tengo muchas preguntas sobre la vida. Me inquietan mucho mis dudas. Ahora que me has contado esto, siento que debo leer el libro Zhuan Falun!". En ese momento se abrió la puerta. El subdirector de la comisaría entró y llamó al joven. ¡Me di cuenta de que había superado la prueba!

Al poco tiempo, el joven oficial volvió a entrar y me dijo: "Ya puede irse a casa". En ese momento, ya no pensaba en volver a casa. Pensaba en cómo salvar a más gente. Salí de la habitación y observé a mis dos compañeros practicantes esperándome afuera. ¡Debían haber hecho un mejor trabajo que yo! La penosa tribulación se disolvió gracias a la Benevolencia que cultivamos de acuerdo a Dafa.

Al arrancar el auto, me di la vuelta y encontré que todos los agentes de policía de la comisaría estaban formados en fila para despedirnos. Las lágrimas recorrieron mis mejillas. Aquellos que nos arrestaron e interrogaron, resultaron ser tan cercanos como familiares.

¡Gracias, benevolente, gran Maestro! ¡Gracias, compañeros practicantes!