(Minghui.org) Nací en el seno de la familia de un médico. Mi madre me contó que nací prematuro y que era físicamente muy débil durante la niñez, y que tuve varicela dos veces. La segunda vez, la enfermedad se propagó a mis ojos. Gracias a que mi padre era médico, me curaron a tiempo. 

Bajo la influencia y educación de mi padre, siempre me gustó participar en actividades físicas. En la escuela primaria, me gustaba correr y jugar al baloncesto. Conservé este hábito durante años. Como resultado, me iba muy bien en las clases de educación física, en los años escolares. No era así, en actividades que requerían fuerza y resistencia. Era muy delgado y tenía falta de apetito. Cuando estudiaba, me faltaba energía. En 1959, cuando tuve que hacer el examen de ingreso a la universidad, empecé a sufrir de insomnio. Fue una pesada carga que soporté durante 38 años. Al concluir mis estudios universitarios, continué con los ejercicios físicos. Desde joven, pude manejar la pesada carga de mis estudios. Sin embargo, durante este tiempo, no pude deshacerme del insomnio.

En 1964, mientras esperaba graduarme y que me asignaran una unidad de trabajo, cada día iba a la piscina de mi escuela a nadar 1.000 metros. Entendí que por mi menuda constitución física, debía entrenar duro para fortalecerme. Después de trabajar, presté mucha atención a mi alimentación y continué haciendo ejercicios físicos. En 1970, cuando fui a la escuela Wuqi Cadre, situada en Xichan, aparte de jugar al baloncesto, nadé todo el invierno. Recuerdo que estaba nevando mucho cuando fui a nadar. Mis compañeros de la escuela fueron a mirarme. Nadé casi 100 metros hasta la orilla. Estaba orgulloso de mi logro y regresé con una sonrisa. Jugué dos partidos de baloncesto seguidos, me sentía muy bien conmigo mismo. Sin embargo, el insomnio me perseguía. Otra vez, me faltaba la energía y el apetito de una persona joven.

En 1971, volví a la fábrica y me casé. El insomnio empeoró después de tener dos hijos y una mayor carga laboral. Tenía 30 años, me arreglaba con una dosis baja de sedantes para descansar lo suficiente, para trabajar y estudiar. Decidí probar tai chi, en lugar de los ejercicios físicos habituales y continué haciéndolo por más de veinte años.

Sin embargo, el continuo insomnio empeoró con el paso del tiempo.

Antes de jubilarme en septiembre de 1997, para dormir bien, tomaba cinco calmantes y una botella de cerveza en la cena. Todos los días. Esto dañaba mi hígado y corazón. De joven, padecí hepatitis crónica, que fue curada; pero mi hígado funcionó mal durante mucho tiempo. Mi nivel de energía era tan bajo que si dormía un poco menos en la noche, al otro día sufría dolores de cabeza sin hacer nada. También tenía problemas digestivos y si despertaba por la noche, era difícil volver a dormir. Parecía que cualquier interrupción en mi rutina me evitaría dormir. Había intentado tantos tratamientos diferentes, en vano, tenía 57 años. Pensé, que luego de jubilarme, lo único que me quedaba por probar era el qigong.

Cuando supe, en septiembre de 1997, que podía jubilarme antes de tiempo, llené la solicitud. En ese entonces, mi prima y su esposo empezaron a practicar Falun Dafa. Luego de jubilarme, me invitaron al sitio de práctica de los ejercicios en la fábrica 930. Al principio, hacíamos los ejercicios por la noche y después fuimos al sitio de práctica en el parque Jinhua durante el Festival de Primavera. Experimenté cambios asombrosos luego de practicar Falun Dafa durante tres meses. No tuve que tomar pastillas, que por décadas necesite para dormir. De pronto tuve la energía con la que soñé en mi juventud. Una vez fui a la estación de tren a recoger a mi sobrina y debido a que el tren se retrasó, dormí solo tres horas esa noche. Al día siguiente, me sentía perfecto, hice los ejercicios y estudié las enseñanzas de Falun Dafa sin problemas. Antes, nunca lo habría hecho. 

Tras años de ser débil e infeliz, mi vida cambió por completo. Me sentía mucho mejor y comía todo tipo de alimentos que antes no podía. Mi esposa me decía una y otra vez lo bien que me veía. Fui en bicicleta a casa de mi hermano y no me sentía tan cansado como antes. Al día siguiente, todavía podía andar en bicicleta para ir a casa de mi otro hermano. Mi cara se volvió de un color rosada y mi peso aumentó de forma saludable. Todos a mí alrededor estaban sorprendidos por mi enorme mejora. Cuando una compañera de trabajo me vio en la calle, se sorprendió y me dijo: "Si no me hubieras dicho algo, no te habría reconocido". Dijo que era una persona completamente nueva.

Falun Dafa mejora la vida de sus practicantes, soy uno de los numerosos ejemplos. Gracias a los increíbles beneficios que he experimentado, nunca dejaré de practicarlo.

Nota del editor: 

Publicado en el libro: Vida y esperanza renovadas: El poder curativo de Falun Dafa
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