(Minghui.org) Tengo 65 años y he practicado Falun Gong durante 14 años. Tuve una maravillosa experiencia cuando comencé la práctica. Me dio una segunda vida.

Primero, mi hermana mayor se enteró de la disciplina y me la introdujo. Estaba ocupada atendiendo un comercio y no la aprendí. Mi negocio andaba bien. Los clientes nos elogiaban a mi esposo y a mí por ser amables, simpáticos y considerados para con los demás.

Como resultado el propietario de un comercio vecino estaba envidioso. Un día, mi esposo tuvo un altercado con el hombre mientras cuidaba de nuestro negocio. Cuando me enteré de esto, corrí a su tienda y discutí con él. Levantó una larga hoz de uno de los estantes y me cortó el muslo y la cintura. Caí sangrando y me llevaron al hospital.

Tenía un corte de casi quince centímetros en el muslo izquierdo y otro de siete centímetros y medio en un grupo de nervios cerca de la parte inferior de la columna vertebral. Me transfirieron al Hospital de Wuhan, pero se negó a aceptarme. Y me llevaron al Hospital Beijing 301.

Después de estar hospitalizada allí durante veinte días un médico nos dijo: "Hemos hecho todo lo posible. Este tipo de daño a los nervios es incurable en cualquier lugar del mundo”. Explicó que puede causar dolor lumbar, entumecimiento muscular, incontinencia y parálisis en las piernas.

Me dieron el alta y me trasladaron a un hospital local para recibir tratamiento. Conocí a un albañil que había sufrido una lesión nerviosa por un accidente de trabajo. Había tenido varias cirugías para conectar nuevamente el nervio. Sus pies estaban deformados, curvados y muy delgados. Estaba demacrado. Contó que su encargado no podía financiar el tratamiento. Me sentí muy abatida al ver que solo el corte de un nervio traía tan graves consecuencias, mientras que mi lesión afectaba el haz nervioso principal.

Mi hermana mayor vino a verme y me trajo el libro Zhuan Falun, el texto principal de Falun Gong. Poco después que lo leí, todo mi dolor desapareció y pude volver a caminar. Lloré. ¡El Libro me salvó! 

Sin embargo, mi marido me prohibió aprender Falun Gong, por temor a que quede implicada en la persecución por parte del partido comunista chino. Mi hermana se llevó el libro y se lo dio a otros para que lo lean.

Nuevamente tuve dolor en todo el cuerpo y mis enfermedades regresaron. Mi esposo estaba asustado. Dije con voz débil: "Me he vuelto así porque no me permites aprender Falun Gong. ¿Puedes cuidarme el resto de mi vida? ¿Puedes sufrir el dolor por mí? Voy a aprender Falun Gong. Debo aprenderlo”.

Vio mi determinación y le pidió a mi hermana que trajera el Libro de regreso.

Ya llevo catorce años practicando Falun Gong, y rompo en lágrimas siempre que recuerdo esta experiencia.