(Minghui.com) He practicado Falun Dafa desde 1997. Antes de comenzar la práctica, padecía muchos problemas de salud incluyendo fatiga crónica, dolor estomacal y de espalda. También tenía problemas emocionales. Tomé medicamentos durante muchos años pero nunca me curé. Un mes después de empezar todas mis enfermedades desaparecieron.

La siguiente es una de mis experiencias que demuestra el poder de Dafa.

El señor Liu es técnico de TV. Tenía un comercio cerca del lugar de trabajo de mi hijo. En 2011 su hijo enfermó muy gravemente, cuando apenas tenía nueve años. Estuvo hospitalizado durante tres meses.

Al niño le diagnosticaron linfoma. El tumor estaba localizado cerca del corazón, por lo que la cirugía no era una opción. De acuerdo a los médicos, debía someterse a quimioterapia durante treinta meses, lo que sería muy costoso.

Para pagar el tratamiento, el señor Liu planeaba vender su casa y su auto. Le preguntó al profesional si esto curaría al hijo, a lo que le respondió que no había garantía.

Tres meses de tratamiento dejaron al niño semiinconsciente, incapaz de hablar, caminar o comer. El médico le dijo al padre que su hijo no respondía a la quimioterapia y que no había nada más que ellos pudieran hacer.

Cuando escuché esto fui con otro practicante a visitar a la familia. Llevamos con nosotros el Libro principal de Falun Dafa, Zhuan Falun. Hablamos con el padre y le contamos sobre Falun Dafa. 

Le dije: “Su niño está muy enfermo. Si usted y su familia creen verdaderamente en Dafa, un milagro puede ocurrir”.

Eligió creer en las bondades de Dafa y renunció al partido comunista chino.

Le pedimos a la familia que se turnara para leerle Zhuan Falun al niño durante 24 horas seguidas. También le dijimos que repitan frecuentemente: “¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno!”. Todos estuvieron de acuerdo y continuaron haciéndolo por veinte días, momento en el que el muchacho despertó, se levantó, tomó sopa de arroz y comió medio bollito de pan.

Dentro de las tres semanas, pudo comer y hablar. Pasados otros veinte días, había ganado casi tres kilos, y al final, caminó.

Apenas tres meses después lo llevaron a un conocido centro oncológico de Beijing. Le hicieron una tomografía computada y no había rastros del tumor, lo que confundió al médico e hizo muchas preguntas.

Ahora el muchacho es un estudiante de secundaria saludable.