(Minghui.org) La policía de la división de seguridad nacional vino a mi casa a finales de abril. Registraron mi casa y me arrestaron. Un oficial dijo que fue porque había estado en la comisaría local varios días antes para hablar con los oficiales sobre Falun Gong.

Vi que el interrogatorio estaba siendo grabado, así que les aclaré que la libertad de creencia y de expresión estaban protegidos por los artículos 35 y 36 de la constitución china. Además, el articulo 245 de la ley penal prohíbe la intrusión en la propiedad pública sin una orden judicial. Les dije que todos, incluidos los oficiales del gobierno, serían responsables de sus acciones.

Tres de ellos me escucharon. Después les di algunos ejemplos en los cuales oficiales de policía liberaban practicantes sin ninguna condición, lo discutieron y uno me dijo que podía irme a casa.

Tan pronto salí de la comisaría, una furgoneta de policía paró y me llevó de vuelta adentro. “Hay ciertos procedimientos que no podemos saltarnos”, dijo un oficial.

Mirando hacia el interior

Varios oficiales de policía me trasladaron a un centro de detención al día siguiente. Dentro de la celda, recordé lo sucedido, preguntándome qué había hecho incorrectamente. Al final me di cuenta de mi impaciencia, lucha, resentimiento, y cómo toda la cultura del partido contribuyó a mi arresto y detención.

Entonces algo relacionado con esto vino a mi mente. Cuando fui con otro practicante al departamento de seguridad nacional el año pasado a contar a los oficiales los hechos sobre Falun Gong, un oficial, Wang, nos ofreció té. Dijo que lo pusimos en apuros. Por un lado sabía que los practicantes de Falun Gong eran inocentes, y por otro estaba obligado hacer este trabajo para vivir y no podía ignorar las órdenes de arriba.

“¡Que tal si buscas otro trabajo?” le dije. “No es fácil”, dijo. “Pensé sobre ello, pero encontrar otro trabajo es difícil”. De hecho, ha participado en numerosos arrestos, incluidos varios en los que yo estaba involucrado. También me torturó en el banco del tigre. Intenté muchas veces hablarle sobre Falun Gong, esperando que pudiera parar de cometer malas acciones. Pero parecía un robot y se mantuvo haciendo lo que le dijeron que hiciera.

Esta vez, Wang fue de nuevo uno de los oficiales que me arrestaron. Pensando sobre ello, estaba resentido con él. Al mismo tiempo, lo usé como un espejo y me di cuenta de algunos de mis propios problemas. Por ejemplo, a pesar que había tratado durante muchos años de abandonar los pensamientos impuros, todavía existían dentro de mí.

Entonces recordé las palabras del Maestro en Exponiendo el Fa en el Fahui de Nueva York 2015:

“Sin embargo ustedes han venido, ellos también igual, ellos han venido. En sus corazones piensan que este Fa puede definitivamente salvarlos, tuvieron tanta confianza en este Fa, y han venido. Sólo por eso, ¿acaso no debemos salvarlos? Absolutamente debemos salvarlos. En ese entonces ellos eran todos dioses incomparablemente sagrados”.

Un pensamiento vino a mi mente: “Serás liberado en 30 días; de otra manera, estarás resentido de nuevo”. Pensando que esto era un arreglo de la viejas fuerzas, decidí oponerme. Me mantuve como un genuino discípulo de Dafa sin importar lo que sucediera.

Compasión y altruismo

Dos oficiales vinieron al día siguiente para hablar. “Si escribes una declaración para dejar de practicar Falun Gong, podrás irte a casa en 30 días. Si no, serás enviado a prisión y perderás tu trabajo”.

“No escribiré nada. No puedo vivir sin Falun Gong”, dije. “No hice nada que violara la ley. Debes liberarme”.

Dos semanas después, me interrogaron de nuevo. Entré en la habitación y vi varios oficiales incluido Wang. En mi mente, esperé que el Maestro me ayudara para que pudiera hablarles sobre Falun Gong con compasión y sin apegos. Por la constitución china, la ley penal y la ley civil, dije que sus acciones eran ilegales. De hecho mi arresto y detención les representaba ser sometidos a tres años de prisión.

“¿Como sabias todo esto?”, preguntó Wang con pánico.

“Nosotros debemos cumplir la ley. Así es como podemos protegernos” repliqué. “Por favor paren de maltratar a practicantes inocentes de Falun Gong”.

Se quedó allí, sin hacer nada y sin decir nada, como si los viciosos elementos comunistas hubieran sido borrados de su mente. Sabia que el Maestro estaba ayudándome.

Conversación con oficiales de la oficina 610

Oficiales de la oficina 610 de la ciudad vinieron a verme unos días después. Me hicieron tres proposiciones: ayudar a detener a los responsables que hicieron el arresto sin una orden, liberarme de inmediato, y reembolsarme cien mil yuanes por daños perjuicios.

Una oficial me sugirió que tuviéramos una conversación informal. Le dije que Falun Gong no era lo que la propaganda decía y compartí mi historia personal. También recordé lo que me sucedió en el campo de trabajo forzado en 2011. Durante dos años no me permitieron salir de la celda nada más que para usar el baño. La falta de oxígeno me produjo una hemorragia cerebral. Mi cuerpo entero se hinchó y mi cara se deformó. “No solo eso, los guardias me presionaban constantemente para que dejara mi creencia, diciendo que no harían nada hasta que dejara de practicar Falun Gong”.

También le dije que muchos practicantes son pilares de la sociedad y que representan el futuro de China. De hecho, un oficial involucrado murió después en un accidente de tráfico, y muchas personas consideran que está relacionado con los hechos malos que cometió. Los agentes de la oficina 610 pensaron sobre lo que les dije y algunos asintieron con la cabeza.

Mente serena

Después de unos días, oficiales de la fiscalía discutían mi caso. Dijeron que si no era liberado después de 37 días, sería sentenciado y encarcelado.

“Esta es la sexta vez que estás aquí”, dijo un oficial de la fiscalía.

“No exactamente” dije. Le conté que había sido maltratado en seis ocasiones por mi creencia y que todo lo que hicieron para perseguirme estaba en contra de la constitución. Después sugirió que me liberaran bajo fianza. “¡Al menos es mejor que estar aquí!”, dijo.

Dije que no. “Esto no es lo que quiero. Soy inocente y debería ser liberado incondicionalmente. Los oficiales quienes me maltrataron son los que deben ser retenidos aquí y encarcelados”.

De vuelta a la celda, miré dentro y encontré que todavía tenía resentimiento. Sentí injusticia y pensé en vengarme. Además, estaba conmocionado y siempre quise lo que había pedido. Al hablar con el fiscal, no tuve compasión ni consideré las cosas desde su punto de vista.

Así que pedí ayuda al Maestro, para eliminar todos los apegos, interferencias de pensamiento y resentimiento en mi dimensión. Solo seguiría los arreglos del Maestro y sin apegos. Mi mente se calmó.

El día 37, una guardia me dijo: “Si escribes una declaración, puedes irte a casa; de otra manera terminarás yendo a la prisión”.

“Gracias”, dije: “Sé lo que estoy haciendo”.

Epílogo

Un guardia me llamó por la tarde y me dijo que recogiera mis pertenecías y fuera a la oficina. En la oficina, me dijeron que me fuera a casa.

Saliendo del centro de detención, llegué a un estacionamiento donde vi al oficial Wang. En los dieciocho años en que Falun Gong ha sido perseguido, ese hombre que antes era un joven se había convertido en una persona de mediana edad. Parecía tan fuerte como los otros oficiales que había visto.

Wang, mostrando el pulgar hacia arriba dijo: "Muchas cosas han sucedido estos años, pero no has dicho nada negativo sobre mí. Eres una persona noble".

Me quedé allí, incapaz de decir una palabra. Sabía que, aunque estas palabras salían de su boca, también era aliento del Maestro: una vez que no tuve resentimiento por ese oficial, sus sentimientos negativos hacia mí también fueron disueltos por el Maestro.

Mirando atrás, me llevó 37 días dejar el resentimiento. Agradeciendo al Maestro por haberme ayudado a lo largo del camino, me dispuse a dar lo mejor de mí desde entonces.

Lo que sucedió después fue asombroso: a través de mi ojo celestial, pude ver venir una inmensa fuerza que lavó todo el resentimiento en mi dimensión y en el cosmos.

En Zhuan Falun, el Maestro dijo: "Lo bueno y lo malo vienen de un pensamiento". El resentimiento era tan inmenso y enorme. Fue el Maestro quien me ayudó a eliminarlo, no mis propios esfuerzos. Ahora he sido verdaderamente testigo del poder del Fa.

Gracias Maestro.