(Minghui.org) Una profesora en el noroeste de China sufrió muchas formas de tortura y humillación en un centro de detención y una prisión durante tres años. Fue golpeada y arrojada a un charco de excrementos, entre otras formas de torturas perpetradas por el régimen comunista chino que la persigue por su creencia en Falun Dafa.

A continuación se presenta un relato personal de la Sra. Liu Yuqin, profesora de la provincia de Gansu.

Practicando Falun Dafa

Comencé a practicar Falun Dafa en abril de 1998 con la esperanza de tratar mis enfermedades, incluyendo problemas cardíacos, hepatitis B, neurastenia, insomnio, migrañas y gastritis. Al cabo de tan solo unos meses de práctica, todas las enfermedades desaparecieron.

No pude creerlo cuando recibí el informe del examen de hepatitis del hospital. Cada prueba dio negativo. Después de confirmar que yo era la única Liu Yuqin que había ido al hospital ese día, grité de alegría y gratitud.

Sin embargo, las cosas cambiaron después de que el partido comunista chino comenzó a perseguir a los practicantes de Falun Dafa. La policía comenzó a venir a menudo a mi escuela y a mi casa para acosarme. También confiscaron mis cintas de música y libros de Falun Dafa.

Arresto

La policía de la ciudad de Qingyang vino a mi oficina el 15 de mayo de 2009. Me engañaron para que fuera con ellos a su oficina. Ese fue el comienzo de una pesadilla de tres años de tortura.

La policía saqueó mi casa. Luego me ataron a una silla en la comisaría de policía y me interrogaron durante toda la noche.

Me trasladaron al centro de detención del condado de Huan al día siguiente. Me esposaron las manos detrás de la espalda y me metieron en un coche diminuto. No podía respirar y empecé a llorar de dolor. Un oficial me golpeó y me pateó. "Déjame ver si morirás", dijo. Otro oficial tenía miedo de que yo pudiera morir, así que soltó mis esposas y me esposó las manos delante de mi cuerpo. Pude respirar de nuevo.

Centro de detención

Fui puesta en primer lugar en el centro de detención del condado de Huan. Empecé una huelga de hambre de nueve días en protesta. Los guardias me torturaron y maldijeron. Fui transferida al centro de detención del condado de Qingcheng en julio de 2009.

Los guardias ordenaron a las prisioneras, incluyendo asesinas y drogadictas, que me torturaran. Frecuentemente me golpeaban y me maltrataban verbalmente. Las internas me arañaron la cara y luego me pusieron polvo en las cicatrices para hacerlas permanentes. En otra oportunidad me golpearon repetidamente en el patio. La sangre de mi boca y nariz salpicó contra la pared. Le informé al guardia y le mostré la mancha de sangre. Las prisioneras lo negaron y dijeron que era sangre de mosca.

Los guardias ordenaron a las internas que me golpearan. Me agarraron el pelo para golpearme la cabeza contra la pared. Un guardia también les insinuó que me paralizaran después de que me quedase dormida. Entonces me sacaron de la cama y me arrojaron sobre el cemento. Me lastimaron la espalda gravemente. Sigo teniendo dolor de espalda y no puedo sostener una carga pesada o ni siquiera agacharme para lavarme el cabello.

Una prisionera me sacó el tazón de arroz de mi mano. Cayó al suelo. Yo lo limpié y arrojé el arroz sucio a un charco de heces. Un guardia ordenó a los presos que me obligaran a comerme el arroz. Las internas sacaron el arroz junto con otras sustancias de las heces. Varias personas me tomaron de los brazos y me pusieron la mezcla en la boca.

Perdí el conocimiento debido a la severa tortura y me desperté varios meses después, el 25 de abril de 2010.

Prisión

Las autoridades me sentenciaron a tres años de prisión por poseer materiales de Falun Dafa. Fui llevada a la prisión de mujeres de Gansu el 18 de mayo de 2010.

Los guardias nos obligaron a escribir un "reporte de pensamiento" para denunciar a Falun Dafa. No me permitieron ir al baño ni dormir durante tres días.

Una vez abrí una ventana mientras la limpiaba. Las reclusas me culparon por haber congelado las flores de interiores y, como castigo, me obligaron a limpiar los baños durante una semana.

En otra ocasión, una reclusa dejó caer un cepillo en la piscina de heces. Me obligaron a que me arrastrara en la piscina de heces para sacarlo. Empujaron mi cabeza y cuerpo dentro de la piscina. Todo mi cuerpo estaba cubierto de heces. Aun así no logré sacar el cepillo, y entonces arrojaron a otra mujer más baja.

La prisión tiene una sección especial para los practicantes de Falun Dafa, donde a los prisioneros se les hace torturar físicamente a los practicantes. No dejan que los practicantes miren a otras personas, hablen con otros o caminen solos. Si un practicante no sigue sus órdenes, lo llevan a un rincón para que lo maltraten aun más hasta que el practicante cumpla.

Perdí mucho peso debido a la tortura. Mis enfermedades, que desaparecieron cuando empecé a practicar Falun Dafa, volvieron. Tuve un infarto. Mi pulso bajó a 42 latidos por minuto. La prisión temió que muriera allí, entonces me liberó el 20 de febrero de 2012.

Familia arruinada

Cuando mis hijos me vieron, casi no podían reconocerme. Yo era piel y huesos; había bajado de 68 Kg a 54. Tenía el pelo todo blanco.

Mi hijo de catorce años solía tener buenas notas. Después de que me arrestaron, sus notas bajaron. Se hizo amigo de gente en riesgo y vagó por la calle. Se volvió adicto al tabaco y comenzó a pelear.

Mi hijo mayor se deprimió después de que me arrestaran y acosaran incontables veces en nuestro hogar. Lo acompañé a hacerse tratamiento. Los agentes de la policía no solo no mostraron simpatía, sino que también se rieron de la triste situación de mi familia y de nuestra falta de dinero.