(Minghui.org) Mi suegra falleció a la edad de 91 años en 2015. Antes de morir, me tomó de la mano y dijo: "Realmente me he beneficiado al conocerte". Cuando le pregunté por qué, me respondió: "Gracias a ti, sé que Falun Dafa es bueno”. Me confesó que no tenía miedo a la muerte, pero le preocupaba saber donde iría. En el último instante, con nuestras manos unidas, le pregunté si tenía miedo. Me dijo: “No. Shifu está conmigo ahora".

En 2008, mi suegra tuvo un derrame cerebral que la produjo incapacidad. Mi esposo y yo permitimos que viviera con nosotros. Le dimos nuestra habitación que era más grande, soleada y alegre, y nos mudamos a la habitación más pequeña de nuestro hijo. Mi hijo ocupó la sala de estar.

Tan pronto como llegó, la ayudé a tomar un baño y la lavé suavemente. Murmuró que nadie la había ayudado a bañarse antes. Le dije: "Mamá, no te preocupes. Te trataremos bien. Practico Falun Dafa. Nuestro maestro nos dice que tengamos compasión hacia los demás. Te trataremos bien". Sonrió con alivio.

Fue más fácil decirlo que hacerlo. Cada noche, mantuvimos abierta la puerta de nuestro dormitorio para atender las necesidades de mi suegra. A veces nos requería varias veces en la noche. En una ocasión, mi esposo se enfadó: "¿No nos vas a dejar dormir? Tenemos que ir a trabajar por la mañana. ¿Crees que estamos jubilados?”.

Mi esposo no gozaba de buena salud y necesitaba dormir, así que yo cuidé a su madre. Sabía que a mi esposo le preocupaba que no pudiera dormir lo suficiente. Le dije que no se preocupara; su madre requería atención por la noche porque estaba enferma.

A mi suegra le encantaba escuchar las grabaciones de las lecciones de Shifu. Todos los días antes de irme al trabajo, me pedía que se las pusiera para escuchar, diciendo que le hacían sentir relajada y feliz. Dijo que Shifu explica por qué las personas deberían ser buenas y por qué no deberían hacer cosas malas.

Poco a poco, fue capaz de alimentarse por sí sola. Más tarde pudo usar el baño, lavarse la cara, cepillarse los dientes y peinarse. Todos sabíamos que Shifu la estaba ayudando. De lo contrario, ¿cómo podría una mujer de más de 80 años recuperarse tan rápidamente de un derrame cerebral?

Todas las mañanas, además de preparar el desayuno, tenía que poner en orden el apartamento, ayudar a mi suegra a asearse, cambiarse el pañal y trasladarla a la silla de ruedas. A veces, cuando no tenía tiempo para alimentarla, preparaba su desayuno y le permitía comer sola. Mi esposo me ayudaba tan pronto como regresaba de hacer los ejercicios por la mañana.

Una vez, durante una conversación con mi suegra, dijo: "No quería venir aquí al principio porque vi un programa que difamaba a Falun Dafa en la televisión". Le pregunté si lamentaba haber venido. Exclamó: "No. Shifu enseña a las personas a ser buenas. Me has tratado tan bien, me siento bendecida".

Le dije que la propaganda en la televisión era falsa. De repente entendió: "No es de extrañar. ¡Todo fue un engaño fabricado por el partido comunista chino!

Sin embargo, a veces sentí que tener que cuidarla era injusto. Mi suegra tenía ocho hijos y las celebraciones de Año Nuevo en su casa siempre habían sido muy animadas. Ahora en nuestra casa solo éramos cuatro y las celebraciones eran muy tranquilas. Echaba de menos a sus otros hijos en Año Nuevo y perdía los estribos quejándose de que a nadie parecía importarle. Un año, incluso volteó la mesa del comedor. ¡Me sentí agraviada!

Shifu dijo:

“Siendo nosotros personas que refinan gong, repentinamente se pueden producir conflictos. ¿Cómo hacemos? Si mantienes en todo momento un corazón misericordioso y una actitud serena y pacífica, al encontrarte con problemas podrás actuar bien, porque eso da espacio para amortiguar. Si siempre eres misericordioso, tratas a los demás benevolentemente, consideras a los demás al hacer cualquier cosa, y cada vez que se presenta un problema piensas primero si los demás podrán aguantar o no y si dañas a otros o no, entonces no surgirá ningún problema. Por consiguiente, debes refinar gong según estándares altos, exigirte con estándares aún más altos” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Cuando recuerdo las palabras de Shifu dejo inmediatamente de sentirme molesta.

Mi esposo apreciaba cuán bien yo trataba a su madre y decía a todos: “Mi madre tiene ocho hijos, pero ninguno de nosotros es tan bueno como mi esposa. Ninguno se ofreció a ayudarla después de su ataque cerebral”. Todos nuestros vecinos y amigos dijeron que yo era una nuera buena y filial.