(Minghui.org) [Nota del Editor: La Sra. Li Li solía ser una profesora asociada de la Universidad Nacional de Fiscales de la R.P.C, pero fue despedida poco tiempo después de que el régimen comunista chino lanzara la persecución a Falun Gong en julio de 1999.

Fue sentenciada a 9 años de prisión en 2004 por rehusarse a renunciar a sus creencias. Fue víctima de varias formas de abusos mientras estuvo en prisión.

Sin ninguna pensión ni subsidio, tuvo problemas en ganarse la vida después de su liberación. El 6 de noviembre de 2015, falleció en el sitio que alquilaba en Beijing. Tenía 62 años.

Se descubrió que había escrito todo por lo que había pasado desde 1999. También había algunos dibujos que acompañaban su recuento personal.

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Mi nombre es Li Li, y nací el 27 de septiembre de 1954. Fui formalmente una profesora auxiliar a la Universidad Nacional de Fiscales de la R.P.C. Comencé a practicar Falun Gong en 1992 y disfruté de buena salud física y mental.

Dibujo 1: Foto de la Sra. Li a la izquierda; en los ideogramas de la derecha puede leerse “Universidad Nacional de Fiscales de la R.P.C.”.

Fui removida de mi puesto de enseñanza e investigada luego de que el régimen comunista chino comenzara la persecución a Falun Gong el 20 de julio de 1999. No mucho tiempo después, mi universidad terminó por revocarme la pensión, incluso después de que trabajara allí por 24 años. El departamento que me habían asignado también me fue quitado, y me quedé sin techo ni ingresos.

En enero de 2001 fui forzada a abandonar mi hogar, ya que no quería que me arrestasen.

La policía arrestó a mi hijo muchas veces, tratando de cohesionarlo para que revelara mi paradero. Fue privado del sueño e interrogado. Mis padres y otros familiares también fueron hostigados, teniendo también sus teléfonos intervenidos y correos revisados. Unos pocos de ellos perdieron oportunidades de ascenso debido a que yo me negaba a renunciar a mi fe.

En 1 de enero de 2001 fui arrestada mientras vivía en Shenzhen, provincia de Guangdong, por distribuir información sobre Falun Gong. Un mes después fui enviada a Beijing. Un policía me abofeteó en la cara y otro pateó mis piernas. Antes de llevarme a la celda esperaron a que la hinchazón de mi cara desapareciera.

Dibujo 2: En los ideogramas (irónicamente) se lee “Los policías y los ciudadanos son una familia, y trabajan juntos para crear harmonía”.

En marzo de 2004 fui sentenciada a nueve años de prisión, y enviada a la prisión de mujeres de Beijing. Los guardias me ordenaron dormir en un tablón en lugar de una cama desde el primer día de mi ingreso. Escribí una carta al director de la prisión, pero los guardias no me dejaron enviar las quejas.

Dibujo 3: Los guardias tratando de detenerla para que no enviara sus quejas; en el papel de su mano puede leerse “Carta de quejas”.

En prisión, a menudo fui obligada a sentarme en un pequeño banquito por largos períodos de tiempo.

Dibujo 5: Sentada en un pequeño banquito

También fui obligada a hacer pasteles de luna. Otra de mis tareas requería que cargara cajas pesadas y las subiera hasta un cuarto piso. Por esos días hacía tanto calor (alrededor de julio) que mi ropa se empapaba de sudor.

Dibujo 6: Los ideogramas en la caja dicen: “Pasteles de luna Haolilai”.

Un vicedirector llamado Zheng Yumei solía reunir a otros reclusos para criticarme por no querer renunciar a Falun Gong.

Dibujo 6: El letrero dice: “Critica fuertemente a Falun Gong”.

Una vez fui llevada a una habitación donde los guardias habían sacado las cámaras de seguridad. Tan pronto como entré, varios reclusos me sujetaron y me tiraron sobre una cama. Se pusieron a escribir palabras insultando a Falun Gong sobre mi espalda, y también pusieron papeles con difamaciones escritas dentro de mi ropa interior.

Dibujo 7: En los ideogramas se lee: “Aprecia la vida y aléjate de las sectas”. [Nota del editor: Este es uno de los slogans comunes que utiliza el régimen para difamar a Falun Gong]

Las paredes, el piso e incluso el baño estaban cubiertos con palabras calumniando a Falun Gong. Me ordenaron pararme sobre las palabras “Falun Gong”, pero me negué. Entonces me arrastraron en contra de mi voluntad.

Dibujo 8: Arrastrándome.

La directora Zheng pisoteó mi cuerpo usando zapatos de taco alto. También me humilló verbalmente, tratando de que renunciara a mis creencias.

Dibujo 9: Pisoteada por guardias usando zapatos de taco alto.

En una oportunidad los guardias me obligaron a permanecer de pie por 14 días consecutivos. Dos internas me vigilaban mientras tejían pulóveres para los guardias. Mis pies, piernas y brazos se hincharon extremadamente después de eso. En un momento me caí y recibí una fuerte patada en la cabeza. La sangre se filtró dentro de mis ojos.


Dibujo 10: Obligada a permanecer de pie.

Como si esto no fuera suficiente, algunas internas hicieron un sombrero de copa de “burro” cubierto de palabras calumniosas y me lo pusieron en la cabeza. Sentí como si hubiese regresado la revolución cultural.

Dibujo 11: Forzada a llevar un humillante sombrero de “burro”.

En los últimos años de mi detención, los guardias me movieron a una división diferente donde fui forzada a estudiar el budismo. Había boletines por todas partes con escritura budistas. Se me ordenó transcribir este tipo de escrituras, a veces durante 24 horas seguidas. Mis manos se entumecían y terminaba desorientada.

[Nota del editor: No es que Falun Gong esté en contra del budismo, pero las autoridades usan todo tipo de cosas, incluso escrituras religiosas, para intentar confundir a los practicantes y debilitar su voluntad para persistir en Falun Gong].

Dibujo 12: Transcribiendo escrituras budistas

También fui obligada a empacar escarbadientes por un tiempo. Me sentí como una máquina sin descanso. No me atrevía a tomar agua ya que no había descanso para ir al baño. En poco tiempo, mi rostro se volvió amarillento y comencé a orinar sangre. También desarrollé edema en todo el cuerpo.

Dibujo 13: Los ideogramas dicen: “Lugar de trabajo seguro”.

Después de ser liberada, no tenía pensión (ya que había sido revocada años atrás), ni tampoco recibía el subsidio mínimo que me correspondía. No tenía lugar dónde vivir, iba de un lugar a otro. Después de nueve años en prisión, ahora me encuentro débil y en la miseria, luchando por sobrevivir.