(Minghui.org) Conocí al policía “S” antes de que empezara la persecución a Falun Dafa en 1999, mientras trabajaba en mi empleo anterior. Estaba en la comisaría del municipio. Por ese entonces supe que era una persona bastante fiel y que casi siempre mantenía sus promesas. Mantuve una relación amistosa con él, pero también un poco de distancia.

Simpatía y amabilidad en sus ojos

El 25 de octubre de 1999 fui arrestado cuando apelé por Falun Dafa en Beijing. Me escoltaron hasta la comisaría local, ya para entonces S era el jefe.

Cuando me vio, tuvimos un breve contacto visual. Fui capaz de ver simpatía y amabilidad en sus ojos. Sin embargo echó un rápido vistazo hacia los demás a su alrededor y dijo en voz alta: “¡Gran trabajo, mis héroes!”. Era una persona robusta y con una gran voz. Esta fue la primera vez que lo vi luego de que la persecución comenzara.

Protegió a mi esposa

Cuando fui liberado del campo de concentración, lo vi por segunda vez. Por ese entonces, muchos practicantes de una provincia vecina habían sido arrestados, dentro de los cuales estaba implicada mi esposa. La comisaría de ese lugar envió policías a nuestra comisaría local queriendo arrestarla. S dijo: “También estamos detrás de esta persona. Necesitamos tenerla aquí, así que no pueden llevársela”. Aparentemente la estaba protegiendo.

Mi esposa fue detenida localmente por 15 días. En el día 14 de su detención llamé a S y le pregunté cuándo la mandaría a casa. En la conversación telefónica, lo traté como “hermano mayor” (un término familiar positivo en china). Revisó el caso de mi esposa y luego me llamó de vuelta. Me preguntó: ¿Puede venir a mi oficina un momento? Pronto traerán aquí a su esposa”.

Entonces mi niña y yo fuimos hasta allí. Poco después llegó mi esposa, y S cerró la puerta de su oficina y nos dijo en voz baja que debíamos ser más cuidadosos con nuestra seguridad. Mientras estaba hablando, entró un joven policía. En ese momento, elevó su voz y dijo como excusa: “Esta vez te estoy dando un respiro. Pero puede que no tengas tanta suerte la próxima”.

Respetando los actos de mi esposa en la prisión

Después de que mi esposa fuera liberada de siete años de prisión, me encontré con S por tercera vez. Le había pedido a un practicante (familiar de un policía) que contactara con mi esposa y conmigo para reunirnos en privado. Él ya era capitán de la división de seguridad nacional local. Aunque la practicante nos había dicho que ya le había aclarado los hechos sobre Falun Dafa y que había renunciado al partido comunista chino (PCCh) y sus organizaciones afiliadas, mi esposa y yo aún discutimos sobre si verlo o no. Finalmente decidimos hacerlo.

Fuimos a la casa de la practicante a la hora acordada. Poco después llegó S. Tomó la iniciativa de darnos la mano, y al saludarnos se refirió a sí mismo como “hermano mayor”. Nos preguntó si teníamos algún problema y nos dijo que podía ayudarnos. Mantuvo su estilo original y habló con una actitud sincera. Dijo entre suspiros: “Para una mujer tan pequeña como ella (en referencia a mi esposa), salir de esta manera de una prisión después de haber pasado encerrada siete años… ¿Puede ser alguien ordinaria? ¿No es un ser divino?”.

Mi esposa cree firmemente en Dafa. En prisión había creado un buen ambiente, e incluso era capaz de proveer algo de ayuda y apoyo a otros practicantes perseguidos. Al parecer S sabía de su situación.

Protegiendo a practicantes

S nos recordó no confiar tan fácilmente en las personas que nos rodeaban, indicando que algunas estaban ahí a fin de vigilarnos. Entonces señaló al teléfono. “Estas cosas son las más inseguras”, dijo. “Y si más adelante algo pasa, acudiré a ti por ayuda (refiriéndose a algo relacionado con practicantes de Falun Dafa). No hay nada malo con Falun Dafa. Ahora tu hermano mayor es el que tiene la última palabra y puede ayudarte”.

Antes de irse, agarró mi mano y dijo: “Yo, tu hermano mayor, no soy una mala persona”.

Después de nuestro contacto, me enteré de cómo había protegido a practicantes. Cuando alguno era delatado a la policía por estar hablándoles a las personas sobre Falun Dafa y la persecución, le pedía a los policías que encendieran las sirenas de camino al lugar, de manera que los practicantes supieran y puedan huir. Cuando algún practicante era llevado a la comisaría, retenía los casos y no informaba a los superiores. Así, la mayoría de los practicantes pudieron regresar seguros a sus hogares en pocas horas, y otros en uno o dos días.

Esta situación continuó por cinco años, hasta que S se retiró de su puesto como capitán de la división de seguridad nacional. Durante este período, ninguno de los practicantes locales fue enviado a prisión o a campos de trabajo.

Ayudándonos en nuestra vida cotidiana

S también hizo todo lo que pudo por ayudar a nuestra familia en la vida cotidiana mientras éramos perseguidos. Mi esposa y yo no podíamos tener empleos, y tuvimos que abrir dos negocios para ganarnos la vida. A menudo involucraba a sus amigos para darnos más oportunidades. Cuando mi hija estaba rindiendo el examen de ingreso a la universidad, nos ofreció su ayuda, diciéndonos que podía pedirle a un amigo para que le consiguiera un buen lugar. Cortésmente rechazamos su oferta.

Durante el feriado del año nuevo chino, fue a nuestros negocios y le regaló a nuestra hija varios miles de yuanes. Dijo que el dinero pertenecía a los fondos que la comisaría usaba para ayudar a los pobres, y que nuestra vida era difícil. Quería que lo guardáramos para su educación. Nosotros, en cambio, lo entregamos todo al centro de producción de materiales, para que así él pueda acumular virtud. También le compramos algunos regalos con nuestro propio dinero como agradecimiento y lo tratamos como a un amigo. Teníamos muchas interacciones similares entre nosotros.

Pedía a otros no hacer el mal

También oí de otros, que S una vez le dijo al subjefe de la comisaría, que estaba a cargo de perseguir a los practicantes de Falun Dafa, que debía ser consciente de cómo los trataba. “¡Tratar amablemente a los practicantes de Falun Dafa es tratarse amablemente a usted mismo!”, le dijo. Él miraba con desprecio a este subjefe; dijo que se trataba de alguien que quería obtener un ascenso persiguiendo a los practicantes.

Durante los años de la persecución desesperada del PCCh a Dafa y sus practicantes, hubo buenas personas, llenas de conciencia, que entendieron lo que estaba bien y lo que estaba mal. S fue una de ellas.