(Minghui.org) Crecí en un pueblo lejano en la región noroeste de China. En 1999 después que comenzó la persecución, viajé más de 1600 kilómetros cada año a mi aldea para ayudar a las personas a entender qué es Falun Gong realmente.

Con mi ayuda, los funcionarios dejaron de participar en la persecución y algunos inclusive renunciaron al partido comunista chino (PCCh).

Un año fui a la oficina comunal a explicarles a todos que los practicantes de Falun Gong son buenas personas, y que estaba mal perseguirlos. Les hablé sobre la naturaleza malévola del partido, y que ese mató a más de 80 millones de chinos desde que llegó al poder.

Les conté también que la práctica se propagó en todo el mundo, pero solo en China está prohibida. Luego de escuchar atentamente y hacer algunas preguntas, uno dijo que no querían perseguir a los practicantes, pero que no tenían elección desde que los organismos de supervisión lo ordenaron.

Más tarde comparamos los grupos de trabajo del pueblo con y sin practicantes, y estuvieron de acuerdo que en aquellos en que participaban practicantes eran los mejores.

Poco después, el grupo directivo dejó de acosarlos y arrestarlos.

Secretario del PCCh del pueblo renuncia al partido

Algunos años más tarde, cambiaron los directivos del pueblo, y el nuevo grupo otra vez comenzó a perseguir a Falun Gong. Mi hermana y hermano, también son practicantes, fueron arrestados y sentenciados a dos años de trabajo forzado. Mi madre falleció poco después de su detención.

Decidí retornar para hablar con el nuevo secretario del PCCh del pueblo.

Fui directamente a su casa y le dije que había viajado más de 1600 kilómetros para conocerlo, y contarle por qué él no debía participar en la persecución a los practicantes.

Compartí mi experiencia personal después de comenzar a practicar y que estoy muy saludable. Hablamos por dos horas.

Finalmente me dijo: “Todos en el pueblo estiman mucho a tu familia. Sé que debes ser la persona que de forma anónima donó 10.000 yuanes para construir carreteras para nuestra aldea”.

Le conté que desde que no tuve necesidad de tomar medicinas, como solía hacerlo antes de practicar Falun Gong, ahorré ese dinero y lo doné. Se lo veía conmovido y muy agradecido.

Le expliqué a él y a su esposa por qué debían renunciar al partido, y felizmente estuvieron de acuerdo. Luego de retornar a mi ciudad, les envié por correo algunos materiales de lectura y devedés para que puedan conocer más sobre la persecución. Luego de eso, el secretario del PCCh del pueblo no participó más de la persecución.