(Minghui.org) Me gustaría informar al Maestro y compartir con los compañeros practicantes sobre mi cultivación en estos años.

Después de que muchos practicantes locales fueran arrestados por presentar demandas legales contra Jiang Zemin, decidí cerrar el sitio de producción de materiales que tenía en mi hogar.

Interfiriendo con la cultivación de otros practicantes

Durante los últimos años, tuve mi propio sitio de producción de materiales. Como otros practicantes con sus propios sitios, estaba muy ocupada. Pero sentía que estaba dando lo mejor y que podía seguir cumpliendo con los requisitos de la rectificación del Fa. Me sentía bien con mi cultivación y sentía que hacía progresos. Comencé a ver las falencias de otros practicantes y a pensar que necesitaban ayuda.

Cerca de donde vivía había un par de grupos del estudio del Fa. No me sentía bien si no iba a uno de ellos por un tiempo y me preocupaba de que necesitaran de mi ayuda o intercambios. Me acostumbré a guiarlos y a ser consultada. Nunca me pregunté si me estaba validando a mí o a Dafa. Los practicantes ancianos en mi familia también sintieron que algo estaba fuera de lugar.

Una vez no pude ir a uno de los grupos y mandé a un practicante de mi familia en mi nombre. Este familiar usualmente no iba a este grupo, así que se percató al instante de que allí los practicantes me hacían muchas preguntas y parecían depender demasiado de mí. Después que me lo mencionara, comencé a pensar en este asunto.

En el pasado también llegué a sentir que se apoyaban mucho en mí, pero creía que estaba ayudando en la rectificación del Fa. Los corregía cuando no estaban en línea con el Fa y los ayudaba tratando sus cosas como si fueran mías.

Pero después de esto, comprendí que estaba siendo un obstáculo en sus caminos de cultivación. Utilizaba mis iluminaciones para evaluarlos. Debido a mi elocuencia, era capaz de persuadirlos para que hagan las cosas a mi manera. No entendía que cada practicante tenía su propio camino, y que cada uno era diferente. Los animaba a que dependieran de mí y a que dejaran que yo hiciera las cosas por ellos. No les daba oportunidades para que avanzaran con sus dificultades.

Siempre compartía las experiencias donde lo había hecho bien. Nunca clarificaba la verdad cara a cara a las personas, así que no solía hablar sobre este tema. Influenciaba sin intención a otros practicantes para que no aclararan la verdad en persona. Aunque eran muchos practicantes los que iban al grupo de estudio del Fa, muy pocos se llevaban materiales de aclaración de la verdad y eran cada vez menos las renuncias al PCCh y sus organizaciones afiliadas.

Reposicionándome

No regresé a mi grupo de estudio del Fa y dejé que otro coordinador se hiciera cargo. Necesitaba ajustar mi estado de cultivación estudiando el Fa con un corazón calmo.

Más tarde me uní a otro pequeño grupo de estudio. No conocía muy bien a los practicantes; todos eran jóvenes y muy capaces. Ya no volví a ponerme sobre los demás y me empeñé en ser humilde. Este fue el comienzo de mi nuevo estado de cultivación.

Comencé a cooperar con otros practicantes pero no como coordinadora, sino como practicante. Cuando fui con ellos a enviar pensamientos rectos a un centro de detención, mi cabeza y estómago comenzaron a dolerme. Otros practicantes me dijeron que en realidad no había salido a hacer trabajos de la rectificación del Fa y que por lo tanto estaba nerviosa. Comprendí que me había atrasado.

Mis apegos quedaron expuestos cuando participé de otros proyectos. Por ejemplo, no sabía qué decir cuando hacia llamadas telefónicas para aclarar la verdad. En una ocasión, mientras iba en bicicleta al lugar desde donde hacía las llamadas, de repente no me sentí bien. Tuve que sentarme en la acera; me sentía tan mal que pensé estar muriendo. Aunque sabía que no era realmente así, porque eso dañaría la reputación de Dafa. Después de vomitar dos veces, me sentí mejor y regresé a casa.

Cuando compartí esta experiencia con los practicantes, me señalaron que no estaba haciendo las llamadas telefónicas por las razones adecuadas. Me interesaba hablar bien en lugar de salvar a las personas, solo quería mejorar en la técnica. Esta es la diferencia fundamental entre un humano y un dios. Se trataba de un problema que traía conmigo. Siempre había evaluado a los practicantes de acuerdo a la cantidad de trabajo que hacían.

Encontrando más apegos

Con la ayuda de los practicantes, descubrí que a un nivel fundamental era grosera. Siempre vi las deficiencias de otros practicantes y les hablé con brusquedad. Cuando intenté deshacerme de este apego empecé a ver las fortalezas y bondades que tenían otros. El Maestro cuida de todos ellos. Me sentía avergonzada.

También vi que era astuta e hipócrita. Un practicante me dio: “Aunque ayudas a los practicantes, no eres sincera con ellos. No tienes el corazón”. En ese momento no llegué a entender lo que me decía. Miré hacia adentro y vi que otros practicantes me abrían su corazón pero el mío estaba cerrado. Nunca hablaba sobre mis problemas.

Cuando fui capaz de compartir libremente mis asuntos con otros practicantes, por ejemplo que era incapaz de levantarme en la mañana para hacer los ejercicios, que solo podía meditar sentada por 40 minutos, sobre el miedo que tenía de someterme al juicio de otros practicantes y sobre lo apegada que estaba al tiempo, la puerta de mi corazón se abrió y estuve a gusto.

¿Por qué aún tenía tantos problemas? ¿Por qué me atrasé a pesar de que deseaba hacerlo bien en el corazón? Recientemente, mi hijo tuvo problemas con su tarea para el colegio. Sabía que tenía que ver con algo de mi cultivación. Después de mirar hacia adentro, comprendí que su actitud hacia la tarea era la misma actitud que yo tenía hacia mi cultivación. No quería lidiar con ninguna dificultad y confiaba ciegamente en que el Maestro no me iba a dejar.

Contaba con que la compasión del Maestro compensara mi pobre diligencia. Era egoísta hasta el punto de pensar solo en mí, sin considerar al Maestro y al estándar del Fa y del nuevo cosmos. No cumplía con mis obligaciones, incluyendo la transformación de mi cuerpo, que sería parte del nuevo cosmos.

A medida que encontraba más apegos, comencé a cultivar mi habla y a hablar menos. Lo que decía solo mostraba que me validaba, ostentaba, me quejaba o trataba de cambiar a otros. Ahora no siento necesidad de abrir la boca.

Como verdadera practicante, tengo que tener el valor de enfrentar mi verdadero estado de cultivación. Después de tambalear a lo largo del camino, comprendí que realmente debía deshacerme de los apegos. No necesito pensar demasiado, solo debo enfocarme en hacerlo bien día a día.

¡Gracias, Maestro! ¡Gracias, compañeros practicantes!