(Minghui.org) Antes de que comenzara a practicar Falun Dafa en 1997, sufría de muchos problemas físicos, incluyendo inflamación de las trompas de Falopio, artritis, migrañas y serios problemas en el cuello. Visité a muchos médicos, pero los remedios no me ayudaban. Después de comenzar a practicar Falun Dafa, las enfermedades desaparecieron en alrededor de seis meses.

Estudiando Dafa, supe cómo vivir de acuerdo a los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia y fui testigo de los milagros que ocurren cuando los discípulos tienen pensamientos rectos.

El Maestro demora el autobús por mí

En el invierno de 2002 la persecución fue muy severa. Los practicantes de nuestra zona rural no podían conseguir ningún material de aclaración de la verdad o las nuevas conferencias del Maestro. Yo estaba muy preocupada, y contacté a un compañero practicante de quién obtenía materiales.

Fui a encontrarme con él y a obtener los materiales en autobús. De regreso esperé el colectivo por cerca de cuatro horas, pero entonces un hombre me dijo que el colectivo había hecho un desvío y salido una hora antes. Me sugirió que tomara un taxi hasta la terminal más cercana y tratara de encontrar otro colectivo allí.

Así lo hice, pero quedamos estancados en el tráfico. Entonces vi al colectivo justo en frente de nosotros y lo abordé. Apenas el conductor cerró la puerta, el tráfico comenzó a fluir. Regresé a casa y entregué los materiales actualizados a los practicantes.

Comprendí que bajo el cuidado del Maestro, el colectivo fue detenido por una hora hasta que pude alcanzarlo. Gracias, Maestro.

Soportando el calor con la ayuda del Maestro

En 2003 fui encarcelada en un centro de detención y fui obligada a memorizar sus reglas. No obedecí. El guardia me castigó forzándome a estar de pie bajo el sol ardiente. Sudaba profusamente. Un preso me sugirió amablemente que usara mi camisa para cubrirme del sol. Hice caso a lo que me dijo, pero me dio más calor todavía.

Entonces oí la voz del Maestro: “Intentemos ponerte unos ventiladores”. Seguí la indicación, bajé mi camisa y sentí una briza fresca. El guardia apareció y me ordenó comer. Le dije: “Si tengo que memorizar las reglas para poder comer, entonces prefiero no comer”. El guardia dijo: “Está bien. Come primero”. Después de este intercambio, nunca más me obligó a memorizar las reglas.

Renunciando a las tres declaraciones

Cuando estuve encerrada en el campo de trabaja forzado para mujeres en 2003, me dijeron que firmara las tres declaraciones. Me negué y fui forzada a permanecer de pie por tres días y sus noches. Al tercer día, estaba casi inconsciente y mis pies muy hinchados; bajo esta coerción firmé las declaraciones para terminar con la tortura. A partir de esto ya no me forzaron a permanecer de pie y me asignaron trabajo.

Estaba arrepentida, sentía como si hubiese caído en un hondo abismo y lloré constantemente. Gradualmente fui capaz de cambiar mis pensamientos hacia la misericordia del Maestro y la belleza de Falun Dafa. Decidí renunciar a las tres declaraciones y nunca más reconocer esos acuerdos.

En una ocasión, más de ochenta practicantes fuimos obligadas a mirar un video que calumniaba a Falun Dafa y a leer un artículo de Wang Jindong, uno de los principales participantes en la escenificación de la auto-inmolación de la Plaza Tiananmen. Todas estábamos obligadas a compartir nuestros entendimientos. El guardia principal me dijo que hablara primero, y le pedí al Maestro que me diera fuerzas. “Dafa no le permite a uno quitar una vida”, dije. “Ni permite a uno cometer suicidio. Creo que un practicante genuino de Falun Dafa no haría esas cosas. Este incidente fue fabricado”.

El guardia se enojó mucho y demandó: “¿Qué quieres decir con eso? ¿No has firmado las tres declaraciones? ¿No estás pisando en dos botes al mismo tiempo?”.

Pensé que esta era una gran oportunidad para hablar: “Me arrepiento de haberlo hecho. Fui forzada a firmar”. Otras practicantes parecían preocupadas por mi seguridad.

“¿Arrepentida?”, dijo el guardia. “¿Te atreves a renunciar a tus tres declaraciones en frente de todos nosotros?”.

“Sí”, contesté. No se esperaba que fuera tan determinada y quedó mudo. Luego dijo enojado: “¡Espera y mira cómo trato contigo!”. Entonces dejó la habitación y azotó la puerta tras de sí.

Después, todos decían que yo estaba en problemas. Sin embargo, no sentí miedo y estuve muy calmada, porque pude decir lo que quería. El guardia principal nunca más mencionó el incidente, como si hubiera sido borrado de su memoria. El Maestro escribió:

Al rectificar los pensamientos, los perversos se derrumban” (“Por qué temerHong Yin II)

El Maestro salvó mi vida cuando ocurrió un desastre

Desde el mes de mayo, ha habido una ola de demandas contra Jiang Zemin, el orquestador de la persecución. Luego de hablar sobre el tema con practicantes locales, comprendí que estas demandas se trataban de una buena oportunidad para aclarar la verdad a las personas y salvarlas. Debido que la mayoría de los practicantes en zonas rurales no saben cómo completar los documentos necesarios para demandar a Jiang debido a su falta de educación, fui hasta sus casas para ayudarlos a completar los formularios y a detallar la persecución que habían sufrido.

Trabajaba durante el día y estaba muy ocupada; descuidé el estudio del Fa y el envío de pensamientos rectos. Había desarrollado el apego por completar tareas, pero no era completamente consciente de ello. Las viejas fuerzas tomaron ventaja de mi deficiencia.

Un día iba en motocicleta a trabajar en un campo. Al pasar por un callejón, un taxi aceleró hacia mí a toda velocidad. No pude esquivarlo y me atropelló, lanzándome dos metros en el aire. La parte de atrás de mi cráneo golpeó el pavimento y mis piernas se entumecieron. Vi que dos chorros de sangre salían de mi nariz. Grité: “Falun Dafa es bueno. Maestro, por favor sálveme”.

El sangrado se detuvo de inmediato. Los familiares míos que estaban allí, se quedaron asombrados y pensaban que me moría. Más tarde pasé por un examen físico y estaba bien, salvo por una pierna fracturada. Dijeron que fue un milagro, ya que tenía cerca de sesenta años y aún así había sobrevivido a un choque como ese. Yo sabía que fue el Maestro quien me protegió y me dio una segunda vida. Mi pierna se recuperó muy rápido. También agradezco a los muchos practicantes que mantuvieron pensamientos rectos y me ayudaron a pasar la prueba.

Recordando mis dieciocho años de cultivación, hubo desafíos en todos ellos. Sin embargo, el Maestro nunca me abandonó. Sin su protección, no hubiese sido capaz de cultivarme. Continúo avergonzada de no haber sido lo suficientemente diligente y de no alcanzar a cumplir con sus expectativas. En el futuro lo seguiré estrechamente, me cultivaré diligentemente y haré bien las tres cosas.