(Minghui.org) La actual ola de demandas judiciales contra Jiang Zemin, ex líder del partido comunista chino quien lanzó la persecución a Falun Gong, provocó que algunos policías en China reconsideren sus acciones cuando interactúan con practicantes de Falun Gong. En vez de seguir arbitrariamente las políticas de persecución establecidas, ahora muchos examinan su propia consciencia y piensan por ellos mismos. Abajo hay algunos ejemplos de estas situaciones que ocurrieron en Hebei, Shandong, y Heilongjiang.

Policía devuelve dinero que extorsionó

En una movida extraordinaria, un policía local del condado de Yanshan, provincia de Hebei, regresó 4000 yuanes que le había extorsionado a dos familias de practicantes el 11 de agosto de 2015.

El 26 de febrero de 2015, después que dos practicantes, Liu Aihua y Liu Guifang, fueran arrestados por hablar con la gente sobre la persecución, fueron liberados con la condición de que sus familiares entregaran 2000 yuanes como “depósito” para garantizar que los practicantes no saldrían de sus casas y contaran a otros sobre la persecución durante febrero.

No obstante, cuando terminó el mes, la policía se rehusó a devolver el dinero y les dijo que el dinero sería devuelto si los practicantes venían en persona a dejar sus huellas digitales.

Entonces Liu Aihua visitó la comisaría con dos practicantes más. Du Zhiqiang, el policía que los arrestó, no estaba en el lugar. Estos tres practicantes les contaron a otros policías sobre la ola de querellas criminales contra Jiang Zemin. Ellos reconocieron allí a otro policía que estaba involucrado en perseguir practicantes y le demandaron que les regresaran sus pertenencias confiscadas ilegalmente.

El policía contestó: “Yo soy solo un soldado, un peón en el tablero de ajedrez. No me he llevado nada y no sé nada”. Pero su voz lo delató.

Los tres practicantes luego le pidieron al recepcionista que le dejaran el mensaje a Du Zhiqiang de que habían pasado para pedir que les devolvieran el dinero.

Du en persona fue a la casa de los practicantes esa misma tarde a devolver los 4000 yuanes.

Policía deja de intimidar tan abiertamente

Hace poco, agentes del gobierno local y policías dejaron de hostigar e intimidar tan abiertamente como solían hacerlo.

Dos extraños visitaron al practicante Chen Songkui en la ciudad de Jiaozhou, provincia de Shandong, a principios de agosto. Le preguntaron: “¿Envió usted una querella contra Jiang?”.

“Sí, lo hice”, contestó el Sr. Chen con sus 77 años.

“No se vaya de su casa, quédese a ver la TV”, le ordenó uno de los hombres.

El hijo del Sr. Chen salió del living y les preguntó: “¿De dónde son ustedes?”.

Los hombres admitieron que uno de ellos era del gobierno y el otro de la comisaría local.

Después de repetidas preguntas por parte del hijo del Sr. Chen, un hombre dijo que su nombre era Zhao Hui y el otro Shi Shulin. Se prepararon para irse después de dar sus nombres, pero volvieron a advertirles: “No se vayan de casa”.

El hijo del Sr. Chen demandó saber: “¿Bajo qué leyes la gente no puede salir de su casa?”.

Los dos hombres se apresuraron y se fueron a toda prisa en su auto.

Policías liberan a un practicante que presentó una querella contra Jiang

Dos policías de civil fueron a buscar a la Sra. Wang Huijun en la casa de su hijo el 20 de agosto de 2015. Le ordenaron que fuera a la comisaría local para responder unas preguntas y le permitieron ir con su hijo.

Dos policías le preguntaron si habían demandado a Jiang Zemin, y luego quisieron saber de dónde había conseguido el documento legal, quién la ayudó a llenarlo, etc.

“Sí, demandé a Jiang Zemin”, contestó la Sra. Wang. “Porque me ha perseguido. Éste ya no es el jefe de estado. En cuanto a sus preguntas, no las voy a responder. No es bueno que ustedes sepan esta información”.

Ella mencionó que muchos funcionarios de alto rango del partido recibieron sus castigos. A pesar de que la corrupción siempre es el “crimen” oficial para ser llevado por las autoridades, estas personas fueron los pilares de la persecución a Falun Gong.

La Sra. Wang habló con unos policías allí por más de una hora y les contó sus experiencias personales, como cuando se recuperó de muchas enfermedades por medio de la práctica.

Los policías le preguntaron si quería firmar y dejar sus huellas digitales en varios documentos, pero ella se negó firmemente.

Finalmente la dejaron irse.