(Minghui.org) Soy practicante de Falun Gong. Durante un reciente viaje en tren, un oficial de policía me arrestó, me llevó a la comisaría y confiscó dos teléfonos celulares y un dispositivo USB.

Luego del interrogatorio, la policía decidió tomar mis huellas dactilares y me negué a cooperar. La policía no pudo tomar mis huellas sin importar cómo intentaran y abandonaron dos horas después.

“Los practicantes de Falun Gong tenemos poderes sobrenaturales”, dije a un oficial joven. “El sistema de seguridad de mi compañía no pudo reconocer mis huellas dactilares y me permitieron ingresar con un código”.

Cuando intentaron tomarme una foto, la cámara no funcionaba. Encendieron otra cámara y sucedió lo mismo. Al final el oficial joven les pidió que me liberen.

El régimen comunista marca las identificaciones de los practicantes por dicha razón, cuando viajo en tren, la policía suele acosarme. Esto me sucedió tres veces en 2015.

Por ejemplo, en la estación de trenes de Xuzhou, al abordar al tren, dos oficiales se acercaron y me preguntaron si aún practicaba Falun Gong.

“Por qué no”, dije con voz en alto para que todos los pasajeros escuchen. “Tenía hepatitis en el ejército y no podían curarme. Pero me curé cuando aprendí Falun Gong, por supuesto que sigo practicando”.

Me preguntaron qué llevaba conmigo y les dije que llevaba una tarjeta de memoria que usaba para leer mis libros de Falun Gong y hacer los ejercicios. Me dijeron que continúe mi viaje.

“Su interrogatorio selectivo viola mis derechos. Los demandaré ante la corte”, dije. Ambos oficiales se quedaron en silencio.