(Minghui.org) El 10 de diciembre de 2014, Día de los Derechos Humanos,  los practicantes de Falun Gong hicieron una concentración frente al edificio de Naciones Unidas en Nueva York, para protestar en contra de los 15 años de brutal persecución a Falun Gong en China. Varios practicantes explicaron las torturas a las que fueron sometidos y mencionaron que conocían a otros que habían sufrido destinos similares o incluso peores.

 

 

Concentración de  Falun Gong, frente al edificio de las Naciones Unidas en Nueva York, para protestar contra la persecución continua que enfrenta en China.

La persecución a Falun Gong es una “grave catástrofe para los derechos humanos”

Yi Rong, presidenta del Centro de Servicio Global para renunciar al partido comunista chino (PCCh), dijo que el PCCh ha encarcelado a millones de practicantes de Falun Gong en prisiones, campos de trabajo forzado, y centros de lavado de cerebro durante los últimos 15 años.

Yi pide que el PCCh detenga inmediatamente la persecución y libere a todos los practicantes detenidos ilegalmente. También, exige la supresión de la oficina 610, la organización encargada de tomar medidas severas de forma sistemática contra Falun Gong, la cual está por encima de todas las leyes.

Yi cree que la persecución a las creencias de la gente es uno de los desastres más graves en materia de derechos humanos. Hace un llamamiento a la ONU, y a la comunidad internacional para que presten atención a estas violaciones de derechos humanos, y trabajen conjuntamente para detener los crímenes del PCCh contra la humanidad.

Una firme creencia triunfa sobre la persecución

Zhu Yuanzhu (朱媛珠), de Shanghái, explicó que fue arrestada en la provincia de Zhejiang en enero de 2002. Sufrió privación del sueño durante cinco días en el centro de detención de Jinyun. El director de la oficina 610 la abofeteó hasta que su cara se inflamó. La obligaron a permanecer arrodillada en el frío suelo durante seis horas. Le esposaron las manos a las piernas por lo que forzosamente tenía que permanecer doblada en esa postura día y noche.

Le forzaron a ver vídeos, que calumniaban a Falun Gong, día y noche. Si cerraba los ojos, los guardias ponían aceite mentolado en sus ojos, la insultaban y la golpeaban. Treinta y cinco días después, se quedó escuálida y sufrió una crisis nerviosa.

Jiang Zhenhua (姜振华) era arquitecto antes de que le despidieran porque practicaba Falun Gong. Lo encarcelaron durante 11 años en la plenitud de su vida. En el centro de detención, los guardias lo ataban a una silla y lo golpeaban brutalmente. Los puñetazos en su pecho casi lo asfixiaban, y el intenso dolor lo mareaba. Lo interrogaban interminablemente sin permitirle dormir, comer, beber, o ir al baño, hasta que su estado mental se deterioró. Durante 11 años seis hombres lo vigilaban día y noche por turnos.

A Li Hongzhen (李红珍) de Shangái, la metieron dos veces en un campo de trabajo forzado, y otra vez la encarcelaron durante cinco años. En la cárcel de mujeres de Shangái la encerraron en una celda de aislamiento con los brazos y piernas esposados a una cama. No le permitían levantarse de la cama, y tenía que defecar y orinar en sus pantalones. En el campo de trabajo forzado, la forzaron a sentarse inmóvil en una silla pequeña sin levantarse, y como resulrado la piel de sus nalgas se le ulceró.

La persecución continúa hoy en día

La persecución no se ha detenido. De hecho, el PCCh, está tratando a fondo de ocultar sus crímenes al torturar y extirpar órganos de practicantes.

Según la Sra. Wang Meijing (王美敬) de la ciudad de Dalian, entre enero y octubre de 2014, en Dalian arrestaron a 97 practicantes, de los cuales 37 fueron sentenciados  por practicar Falun Gong. Tres murieron como resultado de ser torturados en prisión.

Según la Sra. Li Hongzhen de Shanghái, practicante de 79 años de edad, fue sentenciada a cuatro años de prisión por repartir DVDs de Shen Yun Performing Arts en septiembre de 2014. Otra practicante, que estaba con ella en el momento del arresto, fue sentenciada a tres años y tres meses de prisión. Otros dos practicantes que Li conocía fueron condenados y encarcelados continuamente en los últimos 15 años. Ya no disponían ni de libertad, ni de tiempo para estar con sus familiares y cuidarlos.