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Nací en una familia pobre de mi pueblo. Luego me casé con un hombre adicto al alcohol, al juego y a las infidelidades. También tuve dos hijos. Tuve una vida difícil y mi esposo solía pegarme violentamente. Vencida por el dolor y cansada de la vida, una vez intenté suicidarme. Afortunadamente, una buena amiga me ayudó y sobreviví a mi intento de suicidio. Pensé en convertirme en monja pero me rechazaron por no estar alfabetizada. Luego pensé en irme a las montañas para encontrar un maestro y practicar la cultivación, pero no podía abandonar a mis dos hijos.  

Entonces empecé a practicar Falun Dafa el 13 de noviembre de 2000. Fue un día que nunca olvidaré. Desde ese momento me uní a mis compañeros practicantes para asistir a Shifu en la rectificación del Fa.

Inicialmente no tenía ningún temor y sólo pensaba en validar el Fa. Sin embargo, sólo me enfocaba en hacer las cosas y no daba importancia al estudio del Fa. Un año después, debido a las brechas en mi cultivación, alguien me reportó a la policía. No sabía cómo controlar a la gente mala a través de la compasión y sólo intentaba ser valiente frente a la persecución.

Como resultado, firmé la notificación de arresto sin leer o pedirle a la policía que me dijera los motivos del arresto. Más tarde, me lamenté mucho porque quizás había palabras que difamaban a Dafa y a Shifu en la notificación que había firmado. Estaba decidida a compensar esto a través de validar de manera sólida el Fa. Luego de ser liberada la policía todavía venía a mi casa a acosarme, así que sentí miedo y no me atrevía a salir a hablar con la gente acerca de la verdad de Dafa.

Me empezaron a doler los pies y sólo podía caminar renqueando. Pensé que era por no haber cumplido mi promesa a Shifu y a Dafa. Luego me decidí a salir esa misma tarde a aclarar la verdad a un sitio de construcción. Ni bien terminé de aclarar la verdad a los trabajadores ocurrió un milagro –el dolor en mis pies desapareció por completo.

Durante un tiempo me cultivé por mi cuenta y no estuve en contacto con otros practicantes. Edité algunos artículos, los junté y los distribuí puerta a puerta. Luego me puse en contacto con los practicantes del pueblo y pude finalmente obtener materiales para aclarar la verdad. En ese momento, cuando estudié el Fa, estaba apegada a la cantidad en vez de a la calidad de estudio del Fa, así que mi corazón no estaba en el Fa. Como consecuencia fui perseguida por las viejas fuerzas y quedé en la indigencia.

En ese momento, como la persecución era tan intensa, nadie se animaba a dejarme quedar con ellos, así que no tenía donde vivir. Tenía 60 años y no tenía dinero. Sólo poseía una copia del libro Zhuan Falun y varios artículos de Shifu. Perdí contacto con otros practicantes. Fui a una montaña a docenas de millas de distancia de mi casa. Me dije: “Nunca dejes de practicar la cultivación, sin importar con cuantas dificultades te topes”. A pesar de estar preocupada por mi subsistencia, no pensé mucho en ello porque estaba en una misión divina y eso era más importante que tener dinero o un lugar donde quedarme. Durante ese período de tiempo, fui a la montaña para decirle a la gente la verdad por la mañana y a estudiar el Fa por la tarde. Cuando tenía hambre comía la comida que la gente desechaba. La tierra era mi cama y el cielo mi edredón. Shifu y el Fa estaban aquí así que no tenía nada de frío.

Una vez, en un sueño, estaba haciendo el ejercicio de la meditación dentro de un antiguo pozo y muchos seres conscientes arriba me miraban diciendo: “¡Ay, nuestras vidas están en tus manos!”. Les dije: “No se preocupen por mí. Nunca me olvidaré de ustedes. ¡Definitivamente los voy a salvar!”.

Algunas veces tenía frío y hambre en la montaña. También había ratas y víboras así que a veces me asustaba. Luego susurraba: “Shifu, ¡tengo miedo!”. Inmediatamente un sonido hacía eco en mi mente: “No tengas miedo. Sólo haz lo que tienes que hacer. ¡El Fashen de tu Shifu te está cuidando!”. Luego usé un pincel de pintura de óleo para escribir algunas palabras que aclaren la verdad para ayudarme a eliminar mi temor. Algunas veces, soñé que volaba en el cielo y tenía puesta ropas azules. Se sentía maravilloso, algo que está más allá de toda descripción. Sabía que era Shifu alentándome.

Una noche un año después, soñé que estaba haciendo la meditación bajo el símbolo chino “” (hogar.) Cuando me desperté me iluminé acerca de que Shifu me estaba indicando que debía volver a mi casa. Entonces volví a mi casa y continué aclarando la verdad de forma noble y digna.

¡Shifu me ha encaminado paso a paso para que gradualmente pudiera eliminar mi apego al miedo, eliminar la maldad, dejar el egoísmo y avanzar hacia lo divino! Las palabras no pueden expresar mi gratitud hacia Shifu. Voy a estudiar verdaderamente bien el Fa, cultivarme más diligentemente, hacer las tres cosas bien y volver al hogar con Shifu.

¡Gracias Shifu! ¡Gracias compañeros practicantes! ¡Heshi!