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Al mirar atrás mi camino de cultivación de este año y ver cómo poco a poco con la protección de Shifu mejoré, mi corazón se llena de gratitud infinita hacia nuestro compasivo y poderoso Shifu. Lo más importante que hallé al mirar adentro a lo largo de este año es que cada conflicto, cada descontento y cada disconformidad se convierten en un acelerador que me ayuda a ascender en la cultivación, siempre y cuando no me olvide de que soy un cultivador. 

Liberando mi corazón de atarme al teléfono celular

Como asumí ciertas tareas en el trabajo, mi jefe me equipó con un teléfono celular y se hizo cargo de pagar el abono mensual. Se me instruyó que siempre lo tuviera encendido y que fuera al trabajo en cualquier momento en que me necesitasen.

Yo ya era un trabajador responsable incluso antes de empezar a practicar Falun Dafa. Después de empezar a practicar, seguí las enseñanzas de Dafa para ser aun más responsable. Aunque a menudo sufrí tratos injustos después del comienzo de la persecución en 1999, siempre puse mucho cuidado en mis tareas laborales. Aunque estuviera comiendo o durmiendo, apenas sonaba el teléfono, si me necesitaban en el lugar de trabajo, iba inmediatamente.

Mi corazón parecía atado al teléfono celular. Sabiendo que sonaría en cualquier momento, nunca me atrevía a dejarlo. Siempre lo llevaba conmigo, incluso cuando iba al grupo de estudio del Fa en la casa de otro practicante. Otros practicantes me recordaron que esto podría causar problemas de seguridad a los practicantes, lo cual comprendí, así que dejé el celular de mala gana en mi casa. Pero pronto me empecé a preocupar por esto. Me sentía incómodo en el grupo de estudio y no podía leer el Fa con el corazón. Lo primero que hacía al abrir el libro era pasar las páginas para ver cuántas hojas íbamos a leer ese día. Después, leía el Fa esperando que concluyéramos rápido. Cuando terminábamos de estudiar el Fa, no tenía ganas de compartir experiencias con otros practicantes. Estaba inquieto y sólo deseaba volver rápido a casa.

Cuando llegaba a casa, me abalanzaba al celular para comprobar si había una llamada perdida, a veces incluso sin haberme cambiado los zapatos en la puerta. Si había una llamada perdida, especialmente cuando había varias, me sentía extremadamente incómodo. Si una de las llamadas perdidas era de mi jefe, mis manos casi empezaban a temblar.  Después, le respondía el llamado inmediatamente y le daba explicaciones plausibles preparadas de antemano.

Mi corazón estuvo atado el celular por algunos años antes de que otros practicantes pudieron finalmente ayudarme a darme cuenta de que, como Dafa dizi, tengo que poner Dafa como prioridad principal. Me empecé a dar cuenta de que mi asunto con el teléfono provenía de mis apegos a la fama y a la ganancia personal. Incluso me preocupaba por los pagos de horas extras y los comentarios de mi jefe.

En el proceso de mejorar respecto de este asunto, me di cuenta de que para un Dafa dizi, nada es accidental. Cuando un practicante tiene pensamientos rectos, todo procede de manera fluida.  La interferencia ocurre sólo cuando el practicante no puede dejar sus apegos. Salvar a muchos seres es la cosa más importante ahora en este universo. ¿Cómo podría yo permitir que las viejas fuerzas usen mi trabajo para interferirme?

Shifu dijo:

“Las viejas fuerzas no se atreven a oponerse a nuestro esclarecimiento de la verdad o a que salvemos a seres conscientes. La clave es no dejarles que se aprovechen de las lagunas en su estado mental cuando hacen cosas.” (Exponiendo el Fa en el Fahui de Boston, 2002)

Gradualmente, mi corazón se hizo más y más puro, y no se afectó más por el teléfono celular. Ahora, cuando necesito estudiar el Fa o hacer otras cosas con mis compañeros practicantes, apago el celular y le saco la batería, o simplemente lo dejo en casa. Simplemente hago lo que tenía que hacer antes, con un corazón liviano. 

Dejando el apego de estar en lo correcto

Durante muchos años, mi esposa y yo no podíamos estar de acuerdo en cuales indumentarias le quedaban bien. A veces, la diferencia de opinión era enorme, y solíamos discutir y reñir.

Pensaba que el criterio de mi esposa para vestirse era limitado y que ella no sabía qué tipo de ropa le quedaba bien, mientras que yo tenía una gran apreciación de la estética y sabía qué tipo de ropa iba con las diferentes personas. Mi esposa no estaba de acuerdo y a menudo me discutía y se rehusaba a usar ropa que yo le recomendaba. Eso usualmente me molestaba.

Cuando le decía: “¡No me pidas que te ayude a comprar ropa si nunca me escuchas!”, ella mostraba mucho respeto por mi opinión para que la acompañara. Sin embargo, cuando le ofrecía sinceramente mi recomendación, me respondía, “No me gusta” o “Creo que no me encaja”. Realmente quería abofetearme a mí mismo por no haber aprendido una lección y caer repetidamente en este escenario.

El practicante H y otra practicante mujer vinieron a mi casa en julio. Empezamos a hablar sobre comprar ropa, y esto inmediatamente me generó interés. Hablé claramente sobre estilos y colores, y ambos practicantes parecían estar de acuerdo con mis opiniones.

Noté que mi esposa también me estaba escuchando atentamente, así que cambié el tema y dije: “¿Han visto alguna vez a mi mujer usando ropas que le queden bien, el tipo de vestimenta que la gente recuerda una vez que la ve?” Ambos practicantes estuvieron de acuerdo con mi punto de vista, aunque mi esposa se veía incómoda.  Pero no me importó y seguí hablando. Pensé que debía aprovechar la oportunidad para liberar el enojo que había acumulado en mi corazón durante muchos años. Luego, los dos practicantes parecieron notar que algo estaba pasando, así que encontraron una excusa para irse rápido.

Una vez que se fueron los practicantes, yo seguí persiguiendo a mi esposa con este tema y demostrando cuán apropiado era mi punto de vista en varios aspectos. La cuestioné agresivamente hasta que ella reconoció que tenía que mejorar su estilo y expresó que tomaría mi opinión al elegir la ropa en el futuro.

Más o menos una semana después, mi esposa me invitó a acompañarla a comprar. Buscando la ropa “apropiada” para ella, señalé un negocio cercano y le dije: “Este tipo de vestido te encajaría bien”. Ella le dio un vistazo y dijo sin pensarlo dos veces: “No me gusta el color”. Me enojé y dije, “Si todavía enfatizas lo que te gusta y lo que no te gusta, ¿entonces cuál es el punto de pedirme que te acompañe?”.

Mi hija, que también estaba con nosotros, dijo: “el vestido no encaja con la silueta de mamá”. Yo me sentía como si la sangre estuviera por explotar en mi cabeza. No podía decir una palabra. En ese momento, de repente me di cuenta que debía haber algo incorrecto en mí y que era el tiempo de dejar el apego. No dije una palabra hasta que llegamos a casa. Continué diciéndome a mí mismo: “Tiene que haber algo incorrecto en mí. ¿Dónde está mi problema?”.

Seguí mirando hacia dentro durante los días siguientes y encontré mi apego a la lujuria. La razón por la que parecía ser bueno eligiendo la ropa era que siempre prestaba atención a cómo se vestía la gente, especialmente las mujeres jóvenes y bellas, y a veces mi corazón se movía al observarlas. Es más preciso decir que observaba a las mujeres más que a sus ropas, y había proyectado en mi esposa este apego oculto de lujuria.

Mientras continué mirando hacia dentro, también encontré los apegos a competir y ostentar. Quizás Shifu vio mi esfuerzo sincero de mirar adentro y mi esperanza sincera de dejar mis apegos. Shifu me ayudó a encontrar mi apego fundamental en la mañana del 18 de agosto de 2012, cuando empecé a escribir este artículo para el noveno Fahui de China en Minghui.

Mientras escribía este artículo esa mañana, escuché a mi esposa y a mi hija probándose zapatos. Me pidieron que me acercara y echase un vistazo a los zapatos que la tía de mi hija había comprado para ellas. Vi a mi hija vistiendo un par de zapatos rojos deportivos con una cinta blanca. Inmediatamente me resultaron interesantes y elogié: “¡Lucen geniales, realmente geniales!”.

Le pedí a mi hija, “Gira a la derecha, déjame ver. No, no, gira la izquierda, izquierda.” Mi hija siguió girando a la derecha, y su rostro estaba lleno de descontento e impaciencia. Pronto, me disgusté un poco y se me fue el interés. Dije: “No te estás probando los zapatos para mí. ¿Por qué te ofendiste?”. Mi hija dijo, enojada: “No me gustan estos zapatos y no me siento cómoda con ellos, pero tú sigues pidiéndome que gire a la derecha y a la izquierda”. Luego se fue.

Hablé con mi esposa para entender lo que sucedió. Ella dijo: “Deberías haber visto tu expresión cuando miraste los zapatos. ¿Podían estar tan geniales? Incluso dijiste que nunca habíamos comprado zapatos tan buenos como esos”. Después, caímos otra vez en la vieja discusión, y yo discutí con el mismo viejo juego de argumentos sobre la apreciación estética. Cuando mi esposa casi admitía su derrota, mi hija irrumpió de repente en el cuarto para defender a su madre. Me regañó, aunque en mi punto de vista sus razones no tenían sustento en absoluto. Cuando le señalé que estaba equivocada, mi esposa me recordó que prestara atención a mi xinxing. Sin embargo, perdí el control por completo, y mi naturaleza demoníaca explotó. No podía tolerar ni siquiera una frase, y cada frase que decía yo lastimaba a mi hija. Ella finalmente pegó un portazo y gritó: “¡No te llamaré papá nunca más!”.

No pude dormir en toda la noche. Ya no estaba enojado, pero no podía ni cerrar los ojos. Miraba al techo y me quedaba diciéndome que debía encontrar mi apego fundamental y eliminarlo. Cerca de la una de la mañana, escribí cuatro caracteres en la oscuridad: “Forzar la opinión en otros”. En ese punto, sentí claramente que un bloque de sustancia pesada era removido de mi corazón. Reconocí claramente que había estado muy apegado a estar en lo correcto. Había padecido mucho sufrimiento y me había carcomido los sesos para probar que estaba “en lo correcto” y hacer que otros aceptasen mi punto de vista. ¡Incluso me atreví a usar Dafa para validarme a mí mismo,  lo cual es simplemente inaceptable!

Recordé la enseñanza de Shifu:

“No pelees así y asá, no enfatices quién tiene razón o no. Algunos siempre están enfatizándose a sí mismos, tú tienes razón, tú no tienes errores, ¿Y? ¿Acaso te has elevado en el Fa? Usar un corazón humano para enfatizar lo correcto y lo incorrecto, esto en sí mismo es incorrecto, porque estás usando ese principio de la gente común para evaluarte a ti mismo, estás usando ese principio de la gente común para requerirles a los otros”.  (Enseñando el Fa en Manhattan, 2006) 

Cuando mi hija había perdido el juicio y me regañaba con braveza, era en realidad como un espejo mostrándome cómo forzaba yo mi opinión en otros. De repente me sentí liberado y no tuve más quejas sobre mi esposa o mi hija. Sentí como que la tormenta que acababa de atravesar nunca había ocurrido.

Al día siguiente, sentí un dolor leve pero constante en el borde de mi lengua mientras trabajaba. Inmediatamente me iluminé a que era causado por mi fuerte apego de competencia, y que era el resultado de aquellas palabras hirientes que había lanzado al contender con mi hija. Le dije a Shifu en mi corazón: “Shifu, estuve errado. Me corregiré”. Justo en ese momento, el dolor en la lengua desapareció por completo. 

Mejorando en el proceso de escribir un artículo

Una mañana de junio de 2012, la practicante H vino con un familiar de un practicante arrestado ilegalmente. H pretendía que yo escribiera un artículo sobre la persecución a ese practicante. Después de algunas preguntas y respuestas, encontré que este asunto era típico y muy conmovedor. Además, había fotos relacionadas con el caso. Me di cuenta inmediatamente de que era un material muy bueno, ¡y que podría escribir un artículo sensacional! Excitado, escribí rápidamente el artículo y esa tarde le agregué las fotos. Sin embargo, me contuve y no lo difundí, porque H me había enfatizado que la dejara leerlo antes. Guardé el artículo en la casilla de correo que compartíamos.

Al día siguiente, cuando vi a H, le pregunté: “¿Cómo está el artículo? ¿Lo leíste? ¿Hay algún problema?”. Ella dijo: “Hay algunos problemas”. Hizo una breve pausa y continuó: “Otros practicantes y yo leímos el artículo que escribiste y sentimos que es muy chato. Pensamos que el practicante J podría escribir uno mejor. ¿Qué piensas?”. Mi corazón dolió como si alguien lo hubiera pinchado.

Abrí la boca para decir algo, pero después me di cuenta de que era el momento de dejar ir y mejorar. Así que le pedí un flash drive a H y le copié todos los materiales relacionados con el artículo. Hice el mayor esfuerzo para permanecer tranquilo. H quiso explicar más, pero yo agité mi mano y sonreí: “No te preocupes. Mi corazón está un poco incómodo realmente, pero sé que es mi momento para mejorar. Tómalo y deja que lo haga el que pueda escribirlo mejor”. H asintió con la cabeza y me elogió diciendo: “¡Cuán rápido has mejorado!”.

Cuando se fue H, leí mi artículo una vez más y sentí vergüenza. Mis apegos de validarme y de fama realmente se habían hinchado la noche anterior. Ni siquiera había escrito una introducción. Todo el artículo era como un informe común con un tono chato.

El artículo que escribió J se publicó unos días después. Estuvo bien hecho. Me alegré de que J hubiera escrito un buen artículo. También me alegró ver que yo había mejorado. 

Dejando los celos y el rechazo a recibir órdenes

Uno de los practicantes que fueron perseguidos este año era cercano a mí y además vivía cerca, así que trabajé en un proyecto para rescatarlo. Los practicantes L y H también estaban en el equipo de rescate. L había sido coordinador local durante muchos años.  Su estado de cultivación era estable y tenía pasión por hacer cosas. H tenía mucha experiencia en rescatar a practicantes y sabía muchos métodos prácticos. Ella era particularmente buena en lidiar con el departamento de policía, la fiscalía y la corte. El equipo también incluía a practicantes a cargo de contactar a los familiares de los practicantes perseguidos y enviar pensamientos rectos. Con esta composición, se suponía que iba a ser un equipo de rescate muy poderoso. Sin embargo, mi fuerte apego afectó adversamente nuestros esfuerzos de rescate.

El día en que se formó oficialmente nuestro equipo de rescate, siete u ocho practicantes se juntaron para discutir sobre la división de tareas y la estrategia dela acción. Dos o tres practicantes expresaron que no tenían experiencia en trabajo de rescate y querían seguir las pautas establecidas por otros. La practicante L luego dijo: “Pienso que H y C (yo) somos buenos candidatos para contactar a abogados…”. Antes de que terminara, interrumpí: “Pienso que primero todos deberían hablar sobre lo que pueden hacer!”. Mi tono fue rígido y crítico, como pensando que no necesitábamos un jefe. Nadie quiso hablar después de eso, así que terminamos sin alcanzar ningún resultado.

Unos diez días después, cinco o seis de nosotros nos juntamos de nuevo para discutir sobre cómo recatar al practicante. Llegamos a dos estrategias: una era contratar a un abogado y seguir los procedimientos legales como el esfuerzo principal, y la otra era usar las experiencias personales de los practicantes como guía para explicar los hechos a la comunidad. Los practicantes H e I abogaban por el primer método, mientras que otros dos practicantes enfatizaban el segundo.  Discutimos vigorosamente y ninguna parte cedía. Al final, ambos lados decidieron proceder con sus propios métodos, razonando que ambas formas no tenían conflicto entre sí.  Los dos practicantes que tenían diferente opinión no aparecieron más para discutir nuevamente el proceso de rescate.

Cuando nuestro equipo de rescate se juntó otra vez, había solo cuatro personas. El practicante L dijo, preocupado: “Cada vez menos practicantes participan en el rescate. ¿Cómo debemos proceder?”. H compartió la misma preocupación. Sin embargo, yo de repente me sentí lleno de orgullo y dije: “¡Yo no puedo decidir por otros, pero continuaré el esfuerzo de rescate aunque sea el último que quede!”. Nadie hizo ningún comentario después de eso.

Un rato después, L me dijo: “Los padres querían decirle al público que es legal que su hijo practique Falun gong. Que su hijo no cometió nada malo. Necesitamos un artículo para eso. ¿Puedes escribirlo?” Yo respondí: “No necesitamos escribirlo. Cuando vino el abogado la última vez, ¿no le dio a los familiares un alegato de defensa que se había usado antes? Eso ya explica cabalmente los hechos”. L rebatió: “Los padres dijeron que el alegato no estaba bien dirigido a la situación específica de su hijo, por eso no querían usarlo”. Yo agité mi mano y dije: “No necesitas preocuparte por esto. Hablaré con la familia”.

H puntualizó: “Estamos siguiendo a la familia y al abogado al hacer las cosas, y no asumimos el rol de liderazgo, así que pienso que debemos aclarar nuevamente nuestro método principal para el rescate”. Yo había colaborado antes con H y conocía sus capacidades. También me di cuenta de que no debía enfatizarme tanto a mí mismo. Así que dije: “H, quiero seguir tu estrategia. Sólo dime qué necesitamos hacer”. Sin embargo, aunque dije esas palabras, yo no aceptaba verdaderamente el método de H en mi corazón.

Poco después, la policía local acosó a la practicante L. Ella hizo que otro practicante me pasara el mensaje de que necesitaba ajustarse ella misma y que dejaría de participar temporalmente en el esfuerzo de rescate. Pensé: “No hay problema si no participa. De todos modos, ella no puede hacer mucho. También podríamos evitar algunos conflictos si no nos vemos”.

Aunque parecía que yo estaba trabajando de acuerdo con el método de H en los días que siguieron, H solía comentar que lo que yo había hecho no estaba en línea con su idea. Yo sentía resentimiento cada vez que pasaba esto. Una vez, le dije: “Sólo podemos decidir una idea general. Muchos detalles se involucran cuando la idea se implementa. No puedo consultarte todo, y tampoco tenemos tiempo para eso”. H me respondió, “Ya que tú eres el que hace cosas concretas,  es mejor que sigas tus propias ideas para hacerlas”. Después de eso, ella no se comunicó conmigo por un largo tiempo, y yo tampoco tenía ganas de contactarla. Durante ese periodo, mi corazón se sentía pesado y muy incómodo cuando la veía.

Seguí haciendo cosas sin una idea sistemática ni tampoco mucho efecto. Sólo estaba lidiando con las cosas de manera somera. Sentía cada vez más que algo estaba mal, que debía haber problemas de mi lado y que yo tenía que mirar adentro.

Después me encontré con H otra vez. Tuvimos una conversación con un corazón tranquilo por cerca de una hora. Casi ni hablamos sobre las cosas concretas que necesitábamos hacer para el proyecto de rescate. En cambio, compartimos nuestras experiencias desde el ángulo de los principios del Fa y el mejoramiento en la cultivación.

Después de llegar a casa, le conté a mi esposa mi experiencia al compartir con H y encontré que, mientras exponía mis apegos, los elementos malos que me separaban de H desaparecían. Además, de repente tuve una estrategia clara de rescate en mi mente, que encajaba con la idea de H.

Al seguir mirando adentro, encontré que estaba fuertemente apegado al ego. La afirmación “Seguiré el rescate aunque sea el único que quede” expuso totalmente mi apego al ego. También me iluminé a que la separación con el practicante L había sido causada por mi arrogancia y rechazo a recibir órdenes. Siempre me sentía incómodo si tenía que escuchar a otros; no podía dejar el ego y cooperar bien con otros practicantes.

Durante este periodo, L me pasó un mensaje pidiéndome que fuera. Cuando llegué a su casa, ella me dijo firmemente: “Abramos nuestros corazones, hablemos y resolvamos nuestros problemas”. Luego, ella repasó las experiencias ingratas que habíamos tenido entre nosotros y me preguntó qué pensaba. Yo le dije sinceramente que fue por mi problema. Claro, L también buscó en su interior y compartió su entendimiento. Gracias a este intercambio la separación entre ambos fue eliminada.

Shifu dijo:

“…la apariencia surge de la mente...”

(Enseñando el Fa en la reunión de La Gran Época)

El ambiente cambia con la mente. Las cosas empezaron a cambiar mientras encontraba y dejaba gradualmente mis apegos y eliminaba la separación entre mi y los compañeros practicantes.

En el proceso, el número de practicantes participando en el esfuerzo de rescate excedió por mucho el máximo anterior, y ahora teníamos muchas manos para asumir todo tipo de tareas. Había practicantes imprimiendo la verdad en etiquetas, realizando correos masivos aclarando los hechos, enviando mensajes de texto o multimedia por teléfono celular, haciendo llamadas telefónicas, enviando pensamientos rectos en las cercanías de establecimientos relevantes y buscando direcciones de oficiales involucrados en la persecución. De verdad formamos un cuerpo.

“Deja de hablar”

En julio de 2012 se hizo correr un mensaje de que, cierto día, la maldad iba a acosar y arrestar a practicantes en gran escala. Se dijo que el mensaje venía de un oficial que había entendido la verdad sobre Falun Gong. La noticia se difundió rápidamente entre los practicantes.

Un día, después de que nuestro grupo de estudio terminó de estudiar el Fa, algunos practicantes mencionaron el mensaje y pidieron a todos que compartieran sus entendimientos. La mayoría expresó que debíamos ser responsables de los otros practicantes y difundir este tipo de mensajes cuando los escuchábamos. Sin embargo, yo pensé que, en un sentido, difundir este tipo de mensajes era aceptar la persecución.  Al continuar la discusión, el practicante G de repente se dirigió hacia mí en voz alta y con tono serio dijo: “¡C, deja de hablar!” Yo estaba estupefacto y me preguntaba por qué G había hecho esto. En el pasado, a la gente siempre le gustaba escuchar mis opiniones cuando compartíamos nuestros entendimientos en el grupo de estudio del Fa. Yo quería seguir hablando, pero me controlé.

Recordé lo que dijo Shifu:

“Cuando encuentras cualquier problema, la mejor manera es no ir contra otros, lanzarte hacia adelante y apresurarte a buscar la solución. Deja tu corazón de apego, da un paso atrás y resuélvelo” (Exponiendo el Fa en el Fahui de la capital de los Estados Unidos, 2006)

Realmente no hablé después de eso y sólo escuché silenciosamente a los demás.

Después de unos minutos, mi corazón se volvió cada vez más tranquilo. Pude entender y considerar las opiniones y pensamientos de otros. Me olvidé totalmente del insulto que acababa de sufrir. Después, de repente, escuché a G decir, “Parece que lo que dijo C tiene sentido”. 

Enviar pensamientos rectos es ofrecer salvación

Durante marzo de 2012, cuando el partido comunista chino (PCCh) estaba realizando los “Dos Congresos”, mi unidad de trabajo envió gente para vigilarme. Los ubicaron frente al edificio donde vivía. Dayou (alias), quien estaba a cargo, solía ser mi amigo. Yo le había explicado muchas veces la verdad sobre Falun Gong llamándolo y enviándole mensajes de texto. Sin embargo, él parecía inamovible y todavía enviaba agentes para vigilarme. Yo estaba un poco enojado por esto.

Lo primero que hice después de llegar a casa fue enviar pensamientos rectos hacia Dayou y aquellos que me vigilaban, para que fueran castigados y para hacer que dejaran de cometer actos malos. Pasaron algunos días, y parecía que mis pensamientos rectos no producían ningún impacto.

Un día, mientras estudiaba el Fa, de repente me iluminé a que los pensamientos rectos eran para eliminar la maldad detrás de la gente que es manipulada por la maldad, a quienes yo debo tratar de salvar. ¿Cómo podría estar enojado con ellos? Entonces, corregí mi punto de partida y envié pensamientos rectos para evitar que la maldad se aprovechase de la gente y la hiciera cometer crímenes contra Dafa.

Dayou se me acercó unos días después. Hablamos durante varias horas. Él dijo que había leído Zhuan Falun y que entendía que éste enseñaba a la gente a comportarse bien y ser buena persona. Además creía en Buda. Dijo que realmente era reacio a enviar gente para vigilarme. El secretario del partido en mi unidad de trabajo le había ordenado que lo hiciera, y él incluso había discutido con él a causa de esto.

Dayou dijo que había leído muchos libros y que sabía que el PCCh hizo toda clase de cosas malas y que tendrá un final nada bueno. Le dije que ya que veía tan claramente la realidad del PCCh, debía renunciar a su membrecía para que pudiera romper los lazos con el Partido y evadir el desastre en el futuro. Él estuvo de acuerdo. Antes de irse, me dijo: “Nosotros vivimos bien. La gente buena va a ser recompensada. Si esa gente [los que te vigilan] hace algo para interferirte, llámame”. Unos días después, pude persuadir al conductor asignado para vigilarme, a que renuncie al PCCh.

Mientras escribía este artículo de intercambio de experiencias ayer en la noche, sentí la gran compasión de Shifu que no puede describirse con palabras. Es algo que no puedo pagar, excepto que me cultive diligentemente y salve a más seres conscientes.

¡Gracias, compasivo y poderoso Shifu!