[Minghui.org] Lianlian es una practicante de ocho años que comenzó a aprender Dafa hace un año más o menos. Se dio un nuevo nombre, Li Zhenglian, adoptando el apellido de Shifu, Li. Después de que comenzara a cultivarse, experimentó pruebas en la interacción con sus profesores, sus padres, compañeros de clase y otros jóvenes practicantes. A continuación se presentan algunas anécdotas que su madre extrajo de su diario.

Un día estaba jugando con mi amiga, que también es una joven practicante. Encontramos dos buenos juguetes. Puesto que yo era un poco egoísta a veces, decidí dejarle elegir primero y luego tomé el juguete que a ella no le gustaba, para dejar de ser egoísta.

Estaba encargada del grupo un día. Cuando se suponía que teníamos que barrer el suelo, los miembros de mi grupo no querían hacerlo y patalearon. Cuando intenté hablar con ellos, no escuchaban. Después de clase, se lo conté a mi madre. Cuando terminé, de repente me iluminé a que cuando mi madre me pedía que barriera el suelo en casa, yo siempre pataleaba protestando. Creo que el incidente durante el día era para ayudarme a elevar mi xinxing y pensar primero en los demás.

Un día, mi madre me ayudaba a ponerme mis zapatos negros de cuero, que parecían zapatos de chico. No quería llevarlos a clase. Todos mis compañeros se reían de mí y se burlaban porque llevaba zapatos de chico. Más tarde, pensé que era porque estaba siendo presumida. Pensé que si abandonaba el apego, ya no se reirían más de mí. Como resultado, mis compañeros dejaron realmente de reírse de mí.

Una tarde, mi madre me compró una bufanda nueva en la que había un pequeño panda lindo. Estaba muy apegada a la bufanda porque me gustaba mucho. Al día siguiente, la llevé para ostentar ante mis amigos. Incluso antes de que tuviera oportunidad de mostrarla, un chico la pisó. Estaba muy enfadada y grité: “¡Es mi bufanda nueva! ¿Por qué la has estropeado?”. Simplemente se marchó sin contestarme. De repente me di cuenta de que era para que abandonara mi mentalidad de ostentar y la vanidad.

Cosas similares sucedieron varias veces. Cada vez que mostraba a mis compañeros las cosas que más me gustaban, éstas se estropeaban o se manchaban. Un día, ostenté de mis pinturas de cera. Un compañero que se sienta a mi lado me pidió prestado la pintura del color que me gusta más y luego la rompió. Al volver a casa se lo conté a mi madre y me dijo: “¿No era para permitirte abandonar tu mentalidad de ostentar?”.

Mi padre no practicaba Falun Gong. Un día me pidió que bebiera algo de té para reducir mi fiebre. Creí que eso era lo que sucedería y como resultado mi nariz empezó a sangrar en cuanto terminé el té. Mamá dijo: “¿Tienen fiebre los practicantes?”. En cuanto me di cuenta del problema, mi nariz dejó de sangrar.

Varias veces, cuando mis compañeros de clase me dieron juguetes, yo los acepté. Un día, uno de ellos quería tomar prestada mi goma de borrar. Cuando se la presté, él no quería devolvérmela. Le pregunté por qué no quería devolvérmela y me dijo: “Yo te la di la última vez, y ahora no quiero dártela más”. Se negó a devolvérmela sin importar cuánto discutiera con él. Se lo conté a mi madre cuando llegué a casa y me dijo: “Tomaste cosas de otros y Shifu no quería que perdieras tu virtud, así que arregló que ese niño tomara tu borrador. Es para que abandones tu apego al interés personal”. Por tanto, abandoné el apego. Al día siguiente, el mismo niño quería pedirme prestado mi lápiz. Yo estaba muy calmada y se lo presté. Como resultado, me devolvió el lápiz cuando terminó. Esta vez me iluminé a que no podía codiciar pequeñas ventajas y que no era correcto quedarse casualmente con las cosas de otras personas. Sin pérdida no hay ganancia.

Una vez, cuando el director de mi escuela hablaba sobre la perversa cultura del partido, perdí la voz y me salieron varias ampollas en la lengua. Por la noche, mi madre y yo enviamos pensamientos rectos y al día siguiente mi lengua casi había vuelto a la normalidad. Sin embargo, aún no había recuperado la voz. A la hora de comer, mi profesora me preguntó: “Perdiste la voz, ¿por qué no tomas alguna medicina?” Yo respondí: “Profesora, olvidó que soy practicante (mi madre le había aclarado la verdad anteriormente)”. La profesora no dijo nada. Mi madre y yo enviamos pensamientos rectos nuevamente para eliminar los factores malvados detrás del director para impedirle que envenenara a otros estudiantes. Recuperé la voz, pero el director aún hablaba a menudo sobre la perversa cultura del partido. Por la noche, dije a mi madre: “Tal vez estábamos demasiado apegadas al asunto”. Mamá también se iluminó a ello. Cuando ambas nos iluminamos a ello, el director no habló más sobre esto.