[Minghui Net] En febrero de 1992, dos años después de la caída del muro de Berlín, juzgaron a Ingo Heinrich, carabinero de Alemania del este, por matar a un joven de nombre Chris Gueffroy cuando intentaba escapar a Berlín occidental en busca de libertad.

El juez Theodor Seidel le dijo a Heinrich que, no tener éxito a la hora de cumplir con sus órdenes de “tirar a matar” se habría considerado un delito en ese momento, pero perder el objetivo no lo hubiese sido. “Como hombre con una mente sensata, en ese momento, tenía el derecho de levantar su arma un centímetro. Y esa es la responsabilidad de conciencia que debería haber tenido en cuenta. En este mundo, la conciencia está por encima de la ley. Cuando existe un conflicto entre la ley y la conciencia, la conciencia, no la ley, es el principio de guía más elevado para cualquier acción. Con respecto a la vida, es un principio que debería ser respetado y defendido en todo el mundo”. Finalmente, Ingo Heinrich fue condenado a tres años y medio de prisión por homicidio, sin fianza.

Ya sea un funcionario o un policía, se trata en primer lugar de un ser humano y luego un funcionario o un policía. El “caso Heinrich”, un caso que sirve como ejemplo del principio de  “Conciencia más elevada”, es muy conocido. “Subir un centímetro” es una forma para los humanos de resistir el poder del mal y salvarse a uno mismo, un momento donde brilla la conciencia humana.

Este centímetro, es un centímetro para que los seres humanos tengan un futuro brillante, un centímetro para que un individuo venza un sistema, un centímetro para demostrar la conciencia humana.

En la controlada China por el partido comunista chino (PCCh), la pacífica práctica espiritual de Falun Gong, continúa siendo gravemente perseguida. Los practicantes de Falun Gong en China se mantienen firmes a sus creencias e intentan hacer todo lo mejor para hablarle a la gente sobre la verdad de lo que está pasando con Falun Gong: la verdad sobre la práctica, la verdad sobre la persecución, y la verdad sobre los principios universales de Falun Gong de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Los practicantes de Falun Gong de China llevan ya mucho tiempo sufriendo detenciones, encarcelamiento, condenas, lavados de cerebro, trabajo forzado, e incluso la muerte. Sus vidas y derechos no están protegidos bajo la violenta y brutal persecución del PCCh. Incluso así, los practicantes siguen manteniéndose fieles a sus principios aún después de una docena de años de persecución.

Toda persona de mente sana, toda persona de conciencia, se queda escandalizada cuando conoce la verdad sobre los hechos de la persecución. Los practicantes trabajan para aclarar la verdad sobre la persecución porque saben que haciendo esto, pueden despertar la verdadera naturaleza y conciencia que permanece dentro del corazón de cada uno.

Aún así, todavía hay muchos policías y funcionarios del gobierno en China que continúan deteniendo y torturando despiadadamente a practicantes de Falun Gong debido a que han vendido sus almas a las ganancias personales.

Hay multitud de ejemplos de tales funcionarios que están recibiendo la retribución del yeli. Todos aquellos que siguen ignorando las consecuencias y persiguiendo de forma deliberada a Falun Gong, no deberían pensar que pueden hacer lo que quieran porque aún no hayan recibido tal retribución.

Las buenas acciones son retribuidas con el bien y las malas se retribuyen con el mal. Esta es una ley del universo que se ha probado reiteradamente a lo largo de la historia. Si alguien ha podido escapar de la retribución por sus delitos, tal vez haya sido porque los dioses les están dando una oportunidad para conocer la verdad y dejen de cometer delitos para que así puedan ser salvados. Si pierden la oportunidad, ¡imaginen como se van a arrepentir cuando sea demasiado tarde!

Como cierre, el autor recuerda un programa de la televisión americana que solía ver cuando era joven, llamado “Los gorilas Garrison”. En una escena, cuando los soldados aliados estaban escapando, un soldado alemán intentó disparar, pero no pudo apretar el gatillo y no dejaba de murmurar: “¡Maldita pistola!” Tal vez este soldado alemán, no estaba de hecho intentando dispararles, sino que en su lugar estaba cumpliendo con su derecho a ese “un centímetro” de conciencia".