[Minghui Net] Me siento arrepentida de haber perdido una oportunidad para ayudar a que la gente renuncie al partido comunista chino (PCCh) y a sus organizaciones afiliadas. Cada vez que lo recordaba, no me podía perdonar. Es muy difícil compensar una oportunidad perdida. Aquí compartiré algunas lecciones que he aprendido.

Un día fui a una escuela primaria, cuando los estudiantes se encontraban en el recreo. Dos niñas estaban sentadas en unas escaleras y conversaban entre sí. Hablé con ellas a través de la cerca de la escuela y las ayudé a renunciar a los jóvenes pioneros. Luego, llamaron a otros dos chicos y me dijeron: “Tía, por favor, diles”. Esos dos niños también renunciaron a los jóvenes pioneros. Después, más de una docena de estudiantes se me acercaron, todos ellos deseosos de conocer la verdad. No sabía qué hacer. Pensé que no era seguro tener a tantos jóvenes estudiantes a mi alrededor, lo que en realidad era mi apego al miedo, emergiendo. Les dije: “Hablaré con ustedes luego” y me fui.

Mientras me iba, escuché a algunos de ellos llamándome: “¡Tía, queremos escucharte! ¡Queremos saber!”. Sus voces aún resuenan en mi cabeza. No estuve a la altura de un practicante en cuanto a salvar a aquellos niños. Hay tantos seres que esperan urgentemente ser salvados, pero yo sólo pensé en mí en aquel momento crítico. ¡Cuán egoísta fui! Como Dafa dizi, solo debería sentir benevolencia hacia los seres conscientes. En su lugar, ¡me fui pese a que me llamaban repetidamente! Cada vez que pensaba sobre eso, me sentía avergonzada. Shifu trajo a todos estos niños con relaciones predestinadas hacia mí, pero yo los aparté. Más tarde, iría a la escuela después de las clases para ayudar a los niños a que renuncien a los jóvenes pioneros. Sin embargo, aún no puedo olvidar cómo los niños me llamaban aquel día.

Shifu dijo:

“Ninguno de ustedes sabe lo que la gente del mundo de hoy dio de sí mismos para este asunto. Tampoco saben qué magníficas vidas eran anteriormente, se lanzaron de cabeza hacia un lugar tan peligroso, arriesgándose a un peligro y perversidad tan tremendos. Ese hecho en sí mismo les hace dignos de que ustedes los salven y los saquen de aquí”. (“Enseñando el Fa en la reunión de NTDTV”, 2009)

He aprendido que no puedo aflojar y ahora me doy cuenta de que cuando el período de la rectificación del Fa termine, la verdadera alegría de los Dafa dizi se hará realidad si todos sentimos que hemos sido responsables hacia los seres conscientes y hacia nuestras misiones, así como si hemos cumplido nuestros votos.

No puedo olvidar otra experiencia en la cual sentí el deseo de los seres conscientes de ser salvados. Un día, nevaba y había mucho viento. La temperatura bajó más de 20 grados y la gente corría a casa. Había terminado de aclararle la verdad a la gente y me iba rápidamente a casa para prepararle la cena a mi esposo. La nieve que caía hacía que fuera difícil ver. De pronto, oí la voz de un niño pequeño: “Adiós”. No le presté atención y seguí caminando. Entonces, la voz se hizo más fuerte: “Adiós”. Me detuve. Al mirar hacia atrás, vi a un niño de cinco años diciéndome “adiós” en medio de la nieve. Tenía la cara roja, debido al frío. Su abuela trataba de alejarlo, pero el muchacho no se movía. Él sólo continuaba mirándome, diciendo “adiós”.

Pensé que era algo extraño. Nosotros no nos saludamos, así que, ¿por qué me estaba diciendo “adiós”? De pronto comprendí. ¡Estaba pidiéndome que salvara a su abuela! Corrí hacia ellos y le dije a su abuela: “Este niño tiene una relación predestinada conmigo. Es muy inteligente. ¡Me está pidiendo que la salve! Es un día tan frío y está nevando, así que voy a ser breve. ¿Alguna vez ha escuchado el término “renunciar al PCCh para salvar tu vida?” “No”, respondió su abuela. “¿Se ha afiliado al PCCh?”, le pregunté.

 “No”.

“¿Y se ha afiliado a la liga de la juventud?”

“Sí”.

“¿Me dejaría ayudarla a renunciar a la liga de la juventud? El cielo va a eliminar al PCCh…”

“No”.

Mientras hablaba, la abuela seguía tratando de alejar al niño, pero él no se movió en absoluto. Finalmente, accedió a renunciar a la liga de la juventud y entonces le dije al niño: “Está bien, ya puedes irte a casa. ¡Tanto tú como tu abuela están a salvo! ¡No te preocupes!” Entonces, el niño se fue feliz con su abuela.

Mientras veía aquellas dos vidas salvadas desaparecer en medio de la nieve que caía, sentí verdaderamente que la responsabilidad de los Dafa dizi es muy sagrada. Si no la realizamos correctamente, no será sólo algo que lamentar, ¡sino que será un pecado! ¡Tantas magníficas vidas esperan por nosotros para que las ayudemos a salir del peligro! Cualesquiera que sean los apegos y deseos que tenemos, ¡son realmente insignificantes en comparación con nuestra misión de salvar a los seres conscientes!