[Minghui Net] Comencé a practicar Falun Dafa en 2005. Tengo 72 años de edad, no tengo educación. Tuve todo tipo de enfermedades antes de comenzar a practicar, dolores de cabeza, dolor en la espalda baja, dolor en las articulaciones, etc. El Maestro purificó mi cuerpo tres días después de que comencé a practicar. Ya no tenía ninguna enfermedad y a mi cuerpo lo sentía liviano. Con la ayuda de otros practicantes, tuve la oportunidad de ayudar rápidamente al Maestro a rectificar el Fa y a hacer las tres cosas. Esclarecí la verdad y distribuí materiales como los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista. Con la bendición del Maestro pude navegar a través de dificultades y pasar pruebas con facilidad.

En la tarde del 20 de noviembre de 2010, llevé material de esclarecimiento de la verdad a un practicante. De regreso a casa, me dirigía a ver al coordinador. Iba en bicicleta cuando un automóvil, que iba muy rápido, de repente dio un giro a la derecha y golpeó la parte trasera de mi bicicleta. La parte baja de mi espalda se golpeó con el frente de su coche. Quedé tirada en el suelo con un fuerte dolor en mi espalda. No había manera de que pudiera levantarme. Yo necesitaba realmente levantarme y le pedí ayuda a Shifu.

Una multitud se agrupó para ver lo que estaba pasando. Incluso la policía de tráfico estaba allí mirando sin moverse. El conductor saltó del coche y enojado, dijo: “Usted iba demasiado rápido en su bicicleta. Yo conducía muy despacio y no tuve manera de evitarla. Levántate ahora mismo. Tengo asuntos urgentes que atender”. Era una conductora de más de 30 años de edad. Le dije: “¡Rápido! tira de mí hacia arriba. No voy a sacarle dinero”. Ella me escuchó, estiró su brazo y tiró de mí hacia arriba. Tomó mis cosas y las puso en la canasta de la bicicleta. Empujó mi bicicleta a un lado y dijo: “Quédate aquí, la luz está roja”. Luego se alejó.

Me quedé allí durante un rato. La luz se puso verde, empujé mi bicicleta delante de mí. Pedí ayuda a Shifu. Pedí la protección de los Fashen del Maestro para empujar la bicicleta y subirme en ella. Vi la torsión en las ruedas, traté de corregirlas y rectamente  dije: “... Tú eres mi instrumento del Fa, me ayudarás a salir de aquí, no habrá problemas”. Luego, rápidamente monté mi bicicleta. Durante todo el camino para ver el coordinador recité el Fa.

El Maestro escribió:

“Un gran ser iluminado no teme a las penalidades
Su voluntad está formada de diamante
Sin apego a la vida ni a la muerte
Camina abierta y majestuosamente su sendero en la rectificación del Fa”

(Pensamientos rectos y acciones rectas de Hong Yin, Volumen II, 29 de mayo de 2002)

Tan pronto como entré en la habitación del coordinador, quise llorar pero me contuve. Me dolía todo el cuerpo. Me preguntó qué pasaba. Simplemente le dije lo que había sucedido. Ella comentó: "Shifu te está ayudando a eliminar una gran cantidad de yeli”. Me consoló con unas pocas palabras y se ofreció a llevarme a casa. Le dije que no era necesario porque tenía el apoyo de Shifu y que estaría bien.

Empujé mi bicicleta y otra vez le pedí al Maestro su apoyo. Rápidamente volví a mi bicicleta. Pensé: “No estoy viajando por el camino de una persona ordinaria, estoy viajando por el camino hacia la divinidad. Dondequiera que vaya, voy a continuar sin obstáculos. Después de eso recité Fa del Maestro, Conmovido.

Cuando llegué a casa, mi nuera que estaba con licencia, estaba haciendo el lavado. Era hora de hacer el almuerzo. Por lo general, yo preparo las comidas. A pesar de que estaba con un gran dolor, hice el arroz. Sentía tal dolor que me salían lágrimas. Lo soporté y comencé a cocinar. Después le dije a mi nuera que no me sentía bien y le pedí que terminara. Me acosté en la cama, me cubrí la cabeza y lloré amargamente.

Cuando me acosté supe cuánto me costaría levantarme. Sentía un severo dolor. Me quedé en la cama hasta las 21.50 p. m. Entonces pensé: “Maestro, por favor, dame la fuerza para practicar los ejercicios”. Me obligué a hacer el primer ejercicio. Me sentí muy incómoda sosteniendo la rueda del Fa en el segundo ejercicio. Empecé a sudar profusamente. Mi corazón no funcionaba bien. Me caí sobre el costado de la cama y empecé a vomitar. Mi nuera me escuchó, se acercó y preguntó qué andaba mal. Yo no podía hablar. Ella golpeó son sus puños ligeramente en mi espalda y hombros para aliviar mi dolor de músculos, pero fue ineficaz.

Vomité una y otra vez. Sentía un dolor intenso en todo el cuerpo. Mi nuera me puso en la cama, me acosté y pensé: “Me voy a morir. Mi mayor pesar es que no he conocido a mi benevolente y gran Maestro”. No pensé en otra cosa. Mi mente estaba completamente en blanco. Sólo esperaba la muerte. Dependía de Shifu si me quedaba o me iba. Ahora me doy cuenta que mi pensamiento era incorrecto. Carecía de pensamientos rectos hacia el Maestro y el Fa. Poco a poco, mi corazón funcionó normalmente. Ya no me sentí tan incómoda. Sólo la parte baja de mi espalda todavía me dolía. Nuevamente Shifu me había salvado la vida.

Miré hacia dentro y encontré muchos apegos: egoísmo, celos, alardeos, guardar las apariencias y no revelar mis pensamientos y sentimientos, etc. De repente me acordé de lo que otra practicante y yo habíamos hablado un par de días antes. Ella dijo: “Ahora es muy difícil salvar a la gente. Traté de que seis o siete personas se retiraran del partido comunista chino, pero ni una sola persona estaba dispuesta”. Le dije: “Sí, yo no quiero salvar a la gente. Que hagan lo que quieren. Esa es su elección. No hay nada que podamos hacer”. La practicante pareció  enojarse conmigo y se fue.

Después que se fue, de repente me puse alerta. ¿Qué acabo de decir? ¿Cómo pudo irse esa practicante? Yo estaba muy asustada al recordar esto. ¿No estaba yo siendo utilizada por las fuerzas del mal? Inmediatamente me miré adentro. ¿Por qué fueron capaces de aprovecharse de mí? Me di cuenta de que hace poco inconscientemente me sentía fría e indiferente cuando trataba de salvar a seres conscientes. Yo creía que los que quedaban eran irrecuperables. El mal fue capaz de tomar ventaja de esta brecha.

Cuando me di cuenta de esto, de inmediato me disculpé con el Maestro: “Esas palabras no fueron mis palabras. Esas palabras fueron nociones postnatales utilizadas por el mal. Shifu, ¡por favor perdóname!”. Por el cuadro de Shifu, me di cuenta que su cara se veía muy seria. Al día siguiente le dije al practicante: “Esas palabras que dije ayer no fueron mis palabras”. Ella señaló: “Me fui porque sabía que no era usted hablando”.

Este accidente fue el resultado de las viejas fuerzas aprovechando mis brechas. Sin duda recordaré esta profunda lección y cultivaré bien cada palabra, obra, pensamiento y noción. Siempre voy a medirme con el Fa. Voy a mirar hacia adentro y no dejaré que las cosas me conmuevan. Hice que Shifu se preocupara por mí. Con la bendición de Shifu en una semana estaba recuperada casi totalmente. Todavía era doloroso darme vuelta en la cama. Podía hacer los quehaceres livianos de la casa.

En el décimo día cuando enviaba pensamientos rectos a las 6 a.m., no me podía levantar. Mi espalda aún me dolía. Pensé: “Ya han pasado diez días, ¿por qué no estoy mejor?”. Oí una voz masculina decir: “¡Date prisa y establece tu poderosa virtud!”. La voz era muy clara, resonó por mucho tiempo en mi cabeza. Las lágrimas corrían por mis mejillas. Esa tarde, poco a poco salí a salvar a seres conscientes. No me atreví a ir demasiado lejos. Todos los días ayudé al Maestro a salvar a muchas personas.

A partir de ahora siempre prestaré atención a mis palabras, hechos, pensamientos y nociones. Me voy a cultivar bien. No prestaré atención a las pérdidas y ganancias de la gente común. Voy a hacer bien las tres cosas que Shifu ha requerido de nosotros. Voy a salvar a más personas y enviaré pensamientos rectos con más frecuencia. Voy a estudiar bien el Fa. Haré estas cosas en serio y no solo como una formalidad. No voy a dejar que el mal se aproveche de mis lagunas.