Por una practicante de Dafa de la procincia de Hebei

(Sabiduriapura.org) Empecé a practicar Falun Dafa en diciembre de 1997. En diciembre de 2000, un compañero practicante y yo fuimos a Beijing para apelar por justicia a Falun Gong. Nos bajamos del auto bus cuando llegamos a un condado cerca de Beijing. El practicante nos llevó a la casa de alguien, la cual no era muy grande pero estaba llena con más de veinte personas. Todos ellos eran practicantes de diferentes lugares. Entre ellos había ancianos, una joven madre con su bebé, y una mujer embarazada. Todos nos sentamos juntos para compartir experiencias. Yo estaba intimidada por el fuerte campo de pensamientos rectos.

Un practicante y yo decidimos que desplegaríamos una bandera juntos. Tomamos un auto bus y llegamos a la Plaza Tiananmen cerca de las 9 a.m. Había más de veinte turistas enfrente nuestro. Elegimos el lugar y rápidamente sacamos la bandera que decía, “Falun Dafa es bueno” y la extendimos. Luego, entregamos folletos a la gente alrededor y gritamos “¡Falun Dafa es bueno!” y “Falun Dafa es un Fa recto.” Dimos vueltas a la Plaza para que más gente nos escuchara y viera la bandera de “Falun Dafa es bueno.”

Usualmente, soy muy introvertida y nunca hablo en voz alta. Fue Dafa quien me dio la fuerza para gritar con semejante esmero de mi corazón. En ese momento, gritos simultáneos de “Falun Dafa es bueno,” “Falun Dafa es un Fa recto,” y “¡Devuélvannos el buen nombre de nuestro Maestro!” se podía escuchar en cada esquina de la plaza. Cada bandera deletreaba “Falun Dafa es bueno” con letras amarillas brillantes sobre tela roja. La gente se paró y miró la batalla desenvuelta entre lo recto y lo perverso.

Pronto, la plaza se convirtió en un caos, con los vehículos policiales conduciendo alrededor y oficiales de policía saltando fuera de los coches con sus bastones eléctricos y porras. Sin decir una palabra, empezaron a arrebatar las banderas y golpear a los practicantes. Los practicantes de Dafa intentaron proteger las banderas y clarificar la verdad de manera calmada y pacífica. Mientras tanto, la policía los golpeaba y arrastraba a los coches policiales. Los practicantes no devolvieron el golpe, y todos atestiguaron la brutalidad de la policía.

Fui llevada al sótano de una oficina del Servicio de Segurida Pública. Una docena de practicantes ya estaban detenidos allí y más practicantes de Dafa eran traídos constantemente. Para validar el Fa, colgamos las banderas, las cuales protegimos con nuestras vidas, en la pared de las rejas. Luego gritamos, “¡Falun Dafa es bueno!” y “Falun Dafa es un Fa recto!” simultáneamente. También recitamos los artículos del Maestro y las lecturas juntos. Aunque fuimos encarcelados en la guarida del mal, no tuvimos miedo. En vez, compartimos nuestras experiencias, abrimos nuestros corazones, dijimos lo que queríamos decir, y con pensamientos rectos constantes nos animamos unos a otros. Había cerca de 200 practicantes de Dafa detenidos allí. Por la noche, la policía interrogó a los practicantes preguntando por sus nombres y direcciones. Después de intercambiar, decidimos no decirle nada a la policía, excepto “Falun Dafa es bueno” y que estábamos allí para validar el Fa.

Un poco más de diez minutos esa noche, después de que fui interrogada, dos personas me llevaron. No tenía idea de adonde me llevaban y recité el Fa continuamente. Después de bajarme del coche, me llevaron al salón principal de la oficina local de seguridad pública en Beijing. Me ataron a una silla y me dejaron sola. Cuatro o cinco practicantes estaban allí porque le habían dicho a la policía de donde eran. Yo no tenía idea por qué estaba allí, ya que no les había dicho nada. Me recordé a mi misma no beber, comer ni decirle mi nombre o dirección a la policía.

En la mañana siguiente, una persona de cerca de 60 años de edad, trajo el desayuno y me dijo que comiera. Le dije: “Gracias, pero no tengo hambre.” El hombre dijo unas cuantas palabras y se fue. Dio una orden de que me lleven arriba. Me esposaron a una estufa al lado de una cama, aunque todavía podía descansar en la cama. A las 11 p.m., la misma persona entró al cuarto y me dijo: “Realmente lo siento. He estado ocupado todo el día y me olvidé de que estabas aquí. Debes tener hambre ya que no has comido nada. Ven conmigo y lava tus manos. Enviaré algo de comida.” Mientras me hablaba, destrabó las esposas y me llevó hasta su oficina. Me dejó sentarme en el sofá. Me trajo té caliente y dijo, “Te dejaré ir a casa. ¿Puedes decirme tu nombre y dirección?” Aún viendo su manera amable, yo no revelaría mi nombre o dirección. Él sabía lo que yo estaba pensando y dijo, “He leído todos los libros de Dafa y sé todo sobre Dafa. Ya he liberado a cuatro personas.” Le expliqué: “Vine a Beijing para apelar y decirle a la gente que Falun Dafa es bueno. No quiero implicar al gobierno y traer problemas a otros. No quiero crear problemas para usted tampoco. Lo siento pero, no puedo darle información.” Me dio su número celular y me dijo que la próxima vez que viniera a Beijing, le podía decir a otros que yo era de su área, o llamarlo para que me ayudara. Le agradecí por su amabilidad.

Era un poco después de medianoche y el hombre me dijo, “Aunque he decidido liberarte, dormirás aquí esta noche y te irás mañana. No es conveniente para una mujer viajar de noche. Vendré por ti mañana por la mañana y te enviaré a casa.” Mientras hablaba, buscó algo de dinero y me preguntó si tenía algo conmigo. Inmediatamente le dije que sí, pero él insistió en darme dinero para que comprara el boleto de auto bus. Le agradecí de nuevo. Luego me llevó al cuarto donde había estado anteriormente, pero esta vez no me esposó. Mientras miraba la ventana me dijo, “descansa bien, y no hagas nada tonto. No te esposaré.” Sabiendo lo que estaba pensando le dije, “Falun Dafa le enseña a la gente a ser buena. Ya sea que me liberes o no, no te causaré ningún problema, ni hablar de saltar por la ventana (estábamos en el quinto piso).” Él asintió, cerró la puerta y se fue.

Antes del descanso, el hombre me llevó a la terminal de auto buses y me señaló el bus que yo debía tomar. Me dijo donde debía bajarme y que tomara el bus 20 para ir a la estación de trenes. De nuevo le agradecí y me subí al bus.

El hombre se despidió con sus manos mientras el bus se movía. No pude evitar derramar lágrimas y despedirme de vuelta. Mientras el bus se alejaba de la terminal, todavía podía verlo parado allí.

El viaje a Beijing fue arreglado por nuestro benevolente Maestro para que conociera a tantos compañeros practicantes e incluso a un persona de buen corazón en ese malvado ambiente. El Maestro guió cada paso del camino. El Maestro cuidó de cada mejora en mi cultivación. He experimentado el cuidado benevolente del Maestro y atestiguado la escena histórica inolvidable en la Plaza Tiananmen. Fue un gran despliegue de la dignidad y santidad de Dafa.

Fecha de edición: 5/5/2005
Fecha de artículo original: 30/4/2005
Categoría: Compartiendo entendimientos
Versión en chino disponible en: http://minghui.org/mh/articles/2005/4/13/99489.html
Versión en inglés disponible en: http://www.clearwisdom.net/emh/articles/2005/5/1/60219.html