[Minghui Net] El presidente chino, Hu Jintao, llegó de visita a España este domingo, con una delegación de su gobierno y la intención de lograr un acuerdo de asociación estratégica integral entre los dos países. Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores, ha declarado que la "histórica" visita del presidente chino forma parte de las "alianzas estratégicas de China, gran país y gran potencia política y económica". La visita del dirigente chino, acompañado por varios ministros y por una delegación empresarial, ha logrado varios acuerdos, como la venta de naranjas valencianas al gigante asiático, entre otros acuerdos económicos y culturales.

Pero China es mucho más que una creciente potencia económica y (cada vez más) militar. Es una de las dictaduras más antiguas, con un pasado de genocidios de proporciones ciertamente escalofriantes. La "Revolución Cultural" y el "Gran Paso Adelante" fueron dos oleadas brutales de genocidio. Si a ello sumamos las condenas a muerte por inanición impuestas por la colectivización de la tierra, las cifras de personas que han perdido su vida por la decisión política del Estado Chino son ciertamente impactantes.

Las reformas económicas introducidas desde los dos últimos años de la década de los 70" han transformado parte del territorio chino en unas economías con cierta libertad de acción y una protección, aunque tutelada y nunca del todo segura, de la propiedad y los negocios. Por este espacio de libertad se ha creado toda una revolución económica que ha multiplicado la riqueza creada en aquél país. Esta transformación no puede dejar indiferente al régimen chino, aunque esta es, precisamente, su pretensión. Pese a todos los avances en las dos últimas décadas y media, y pese a que nadie espera que se repitan las ejecuciones masivas del pasado, China sigue siendo una dictadura comunista y los derechos humanos son violados de forma sistemática por el régimen.

Ciertos aspectos están cambiando, y en especial la ampliación de las relaciones comerciales con el resto del mundo le condicionan a mantener buenas relaciones. Pero una parte del ejército y de la clase dirigente china considera todavía a los Estados Unidos como el "principal enemigo" e incluso considera que la guerra contra ese país es "inevitable". Las luchas internas dentro del régimen están favoreciendo en pequeños pasos al sector más reformista. Pero nada asegura su victoria definitiva. Además, la dictadura mantiene comportamientos que no son bien vistos por la comunidad internacional, como una degradación medioambiental de enormes proporciones, un rearme militar a ritmos acelerados o el espionaje industrial.

Por lo que se refiere a las relaciones internacionales, The Heritage Foundation recalca que "los líderes chinos se ven a sí mismos como protectores de colegas autócratas; en forma notable de: Corea del Norte, Burma, Irán, Zimbabwe, Sudán, Cuba y Uzbekistán". Con estas compañías como aliados, no es de extrañar que el régimen vea la política exterior estadounidense como "terrorismo".

El crimen como historia del régimen

Según el historiador Rudolph J. Hummel, quizás el mayor experto mundial en genocidio, el número de muertos como consecuencia de la actuación del régimen comunista en China se eleva por encima de los 35 millones de personas, sólo superado por la Unión Soviética. La historia es tan escalofriante que cuando los sucesos de Tiananmen saltaron a los noticiarios de todo el mundo, los propios responsables del régimen chino no entendían el revuelo -a la luz de la magnitud de las pasadas represiones.

Ninguna de las libertades básicas están libres de persecución. Ni la de reunión o expresión, ni la de asociación. Nada que el régimen comunista pueda considerar una amenaza queda al margen de su actividad represora. El sistema judicial no atiende a ningún criterio que se pueda considerar justo, y es un engranaje más del sistema represivo chino. Las torturas forman parte de las normales actuaciones del mismo. Y en estas condiciones, sin ninguna garantía judicial efectiva, China concentra cerca de la mitad de las condenas a pena de muerte del mundo.

Derechos humanos hoy

La situación de los derechos humanos en China es motivo de preocupación de multitud de gobiernos y asociaciones, además por supuesto de sus ciudadanos. El hecho de que China esté abriendo su economía al mundo, con un enorme éxito, está aumentando las relaciones exteriores del régimen, que se enfrenta a reclamos de otros gobiernos sobre la situación de los derechos humanos en su país.

El último ejemplo es el de la Unión Europea, que el pasado 5 de septiembre mantuvo una reunión con el régimen en la capital china. Aunque las admoniciones al régimen fueron moderadas, se referían a alguno de los aspectos más negros de la dictadura comunista, como la censura o el programa cínicamente llamado "re-educación por medio del trabajo". También exigió la liberación de los dirigentes que fueron encarcelados en 1989 por las protestas ante la plaza de Tiananmen, en las que pedían la instauración de la democracia en China.

En la actualidad rondan los dos centenares de millones de personas quienes sobreviven en centros de trabajo forzado ("reeducación por el trabajo") en condiciones infrahumanas. Son obligados a trabajar (esclavitud se ha llamado siempre) durante 16 horas del día.

Entre quienes recibieron al presidente chino en su llegada a Madrid había varios practicantes de Falun Gong, una enseñanza espiritual muy antigua en China, que según explicaron a los periodistas que cubrían la llegada de Hu Jintao, "está siendo brutalmente reprimida". Hay varios informes de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas y de otras organizaciones (como el Parlamento Europeo o Human Rights Watch) al respecto de la persecución del régimen a los seguidores de esta corriente, que suman no menos de 70 millones de personas.

Ellos son sólo un ejemplo más de cómo cuando una organización se interpone en los planes del Gobierno, aunque sólo sea por seguir sus propios fines, corre el riesgo de sufrir el acoso del régimen. El Partido Comunista Chino (PCCh) considera al movimiento Falun Gong una amenaza para la legitimidad del régimen. El PCCh mantiene el objetivo de "unificar el pensamiento del pueblo" en torno a sus doctrinas.

No obstante, ningún régimen puede considerarse perfectamente estable, y el gigante chino tampoco puede considerarse una excepción. Hay muestras de que la transformación social que está teniendo lugar en el país. El régimen espera que las reformas económicas no les fuerce a excesivas reformas políticas, pero se están produciendo cambios notables. La magnitud de los crímenes del el Estado ha caído notablemente en las últimas décadas, lo que no impide que los Derechos Humanos sigan siendo perseguidos.

Fecha de edición: 27/11/2005
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