Escrito por Yuefan

Ian Dapen, un doctor en Medicina en el Centro de Detención Tieling en la provincia Liaoning, rompió su juramento profesional de curar gente y persiguió viciosamente a practicantes de Falun Gong. Él frecuentemente participó en la tortura de practicantes de Falun Gong, incluso los criminales detenidos allí dijeron que él fue terriblemente cruel. Qian introducía grandes cantidades de agua y fuertes dosis de drogas dentro del estómago de practicantes que se dieron en huelga de hambre solicitando su propia liberación. Las infusiones se hicieron tan rápidamente que los estómagos de los practicantes de inmediato se hincharon grandemente, haciéndoles que sufrieran fuertes dolores. De todos modos Qian, reclamaba viciosamente, “Quiero hacerte sufrir a propósito. Te haré sufrir entre la muerte y la vida. Te inyectaré en el estómago orina de pacientes con enfermedades venéreas y en tus venas sangre de pacientes que sufren hepatitis”. Cuando les forzó a beber a los estudiantes de Falun Gong, él empujó el tubo dentro y fuera de sus fosas nasales por más de diez minutos, causándoles que sangraran sus narices y estómagos al ser rasgados sus esófagos. Una vez, él golpeó a una practicante en la cara y la hinchazón no se redujo en varios días. A menudo humillaba a practicantes mujeres con palabras abusivas y sucias, les quemaba sus manos con cigarrillos. Una vez, ordenó a un convicto criminal que le pinchara dentro de la entrepierna para ver si ella había muerto. Incluso el criminal le decía, “tengo miedo de hacerlo”. La practicante había sido torturada hasta cerca de morir, pero Qian Dapeng le cubrió la boca con una mano y le pinchó la nariz con la otra. Hizo esto por largo tiempo hasta que el criminal convicto le imploraba, “Dr. Qian, ¿por qué hace ésto?” Normalmente los criminales no se atreven a hablarle. A menudo él ordenaba a los convictos a golpear a los practicantes de Falun Gong y se satisfacía viendo eso.

El centro de detención torturó a practicantes que se mantenían haciendo huelga de hambre por 24 horas. Algunos de ellos fueron esposados con grillos contra un tablero sin que ni siquiera puedan voltearse. Algunos les eran encadenados sus cuellos a los tobillos con cadenas de hierro y fueron forzados a quedarse sin mover en esta dolorosa postura. Incluso en esta situación, Qian les pinchaba y pateaba sus cuerpos. Exclamaba, “si alguien muere, sáquenlo inmediatamente. Este centro de detención no tiene miedo de algún muerto”. Se volvía incluso más furioso cuando algún practicante le decía la verdad acerca de Dafa.

No existe quien pueda escapar del castigo por sus diabólicos actos. Lo que le espera pronto al Dr. Qian Dapeng será el castigo de la justicia.

Fecha original del artículo: 3/26/2003

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