[Minghui Net] Un día me pregunté: “¿Porqué aún me protejo y defiendo?”. Cuando miré hacia adentro, me di cuenta que protejerse es un apego, un apego basado en el miedo, el miedo a la pérdida.

¿Qué es lo que temo perder? Mi reputación. Tenía miedo de ser visto como menos de lo que imaginaba ser.

Sin embargo, este sentido imaginado de mi ego, que pasé toda mi vida construyendo, defendiendo y protegiendo, era completamente una farsa, ya que se basaba en nociones y apegos. No era mi verdadero yo, mi genuino ser.

Al mirar hacia adentro, también observé que cuando defendía mis nociones, ideas, opiniones, o sensaciones, quedaba atrapado en ellas. Equivocadamente, tomaba mi lado humano como mi verdadero ser, aunque no tenía nada que ver con mi naturaleza verdadera: Verdad, Benevolencia, Tolerancia.

La necesidad de protegerme venía en parte de la falta de sinceridad conmigo mismo. Esto es, que no quería creer que tenía un lado malvado. Entonces, cuando alguien señalaba mis apegos, lo tomaba como algo personal, como si me estuvieran diciendo que era deficiente.

Pero Shifu Li nos dijo que todo en los Tres Reinos tiene elementos buenos y malos, incluyendo a los seres humanos.

El apego a la autoprotección también se mostraba en la forma de ostentación. Era como si necesitara probar a otros que tenía valor, y que estaba bien.

No obstante, este valor que me otorgaba derivaba de una falsa autoestima, basada en un número de nociones de quién pensaba que yo era. Solo mirando hacia adentro y cultivándome honestamente puedo darme cuenta y corregir esas falsas nociones.

Luego de años de cultivarme en Dafa, ya no siento la necesidad de defenderme o protegerme cuando me acusan de hacer algo mal. Tampoco me siento obligado a probar que tengo razón o mostrar cuán inteligente soy. Si la idea de alguien es mejor que la mía, no me siento menoscabado por admitirlo, ya que no lo veo como un asunto personal.

Cuando otros señalan mis deficiencias, me muestro de acuerdo con ellos, sin dudar, si veo su razón. No me siento avergonzado por el hecho de que soy menos perfecto a los ojos de otros. Tampoco intento eludir la situación intentando convencer a otros de que ellos están equivocados, cuando tanto ellos como yo, sabemos quién tiene razón. En lugar de eso, estoy lo suficientemente abierto a ver las fallas en mi carácter como un aspecto humano, no como un aspecto de mi yo verdadero.

Cuando pude soltar la necesidad de protegerme, dejé de intentar cubrir mis errores o dar razones absurdas de por qué hice o no hice lo que se suponía que tenía que hacer. Ya no sentí que estar equivocado o cometer un error era algo negativo ni que significara que tenía que preocuparme porque la gente a mi alrededor perdería fe, confianza o respeto por ver mis debilidades.

Ahora soy honesto y abierto con los demás, ya no tengo miedo de que me vean por lo que soy. Estoy más relajado y sereno. Me siento más compasivo, liviano y comprensivo hacia otros porque no estoy más preocupado por mi.

Si alguien me dice algo terriblemente grosero en un intento por menospreciar mi carácter, de inmediato me detengo y pienso: “qué puede ser verdad de lo que están diciendo” en lugar de estar sorprendido o a la defensiva de que alguien me encuentre menos perfecto.

Ya que no estoy más plagado de miedo, ansiedad, o egoísmo, puedo dejar que las cosas sigan su curso natural. Lo que es mío será mío y lo que no es mío, no será mío.

¡Aliento a mis compañeros practicantes a que examinen su necesidad de protegerse y defenderse, ya que bloquea enormemente nuestro camino de cultivación!