[Minghui Net] El relato personal a continuación es de un practicante que estuvo retenido en un campo de trabajo forzado. A través de ser recto y creer en Dafa, pudo ser liberado.

Como practico Falun Gong, fui enviado a un campo de trabajo forzado en el sur de China en 2002.

Un día, un policía y otras dos personas me llamaron a su oficina. En cuanto entré en la sala, él señaló un pequeño taburete y me dijo que me sentara. Dije que también podía estar de pie. Entonces me dijo que me sentara en una silla, a lo cual accedí.

Sin que dijera nada, las dos personas detrás de él, que tenían cada una picana eléctrica, golpearon un tubo de acero, lo cual hizo mucho ruido. No me moví y no tenía miedo. Les dije: “no nos odiamos entre nosotros, ¿por qué están haciendo esto? No sean así, ¿podemos hablar de forma pacífica?”.

Después, este policía hizo una señal con la mano a esas dos personas, y apartaron sus picanas. Entonces dije: “Además, la gente que practica Falun Gong son ciudadanos que se atienen a las leyes. Nuestro Maestro nos dijo que estemos donde estemos, tenemos que ser buenas personas y pensar primero en los demás”.

El contestó: “Sí, tu jefe de equipo acaba de estar aquí y me dijo que trabajas muy bien”. Le sonreí y dije: “Sin embargo, una buena persona ha sido metida en un campo de trabajo forzado. No te culpo, puesto que no fuiste tú quién me metió. De hecho, si no lo hicieras tú, encontrarían a otro que lo hiciera. Solo quería que supieras lo que es Falun Gong y por qué quiero practicar”. Este policía sonrió y me dijo: “Gracias por tu compresión”.

Entonces entendí que debido a mi mentalidad pacífica, pensando en ellos, esperando que no cometieran fechorías, y con mi corazón en el Fa, este campo benevolente desmanteló sus pensamientos perversos.

Un día, después del desayuno, los guardias forzaron a algunos detenidos a que hicieran trabajo duro, incluyéndome a mí. Cuatro colaboradores me vigilaban. A cuatro o cinco metros de mí, un practicante de repente se echó a correr hacia un edificio y golpeó la pared. Esto impactó a todos los que lo vieron.

Después de eso, el instructor político me llamó a su oficina y me preguntó: “¿Por qué hizo esto?” En aquel momento mi corazón estaba muy pesado, puesto que sabía que este practicante había hecho eso porque probablemente había llegado a su límite de tolerancia. Le dije: “Puedo entenderle”. Entonces el instructor político se inquietó: “Estaba suicidándose, ¿lo sabes?”.

Respondí que lo sabía, y entonces preguntó: “¿Por qué aún dices que no hizo nada malo?” Entonces le pregunté: “¿Qué piensas de los detenidos en el campo?”. El dijo que eran escoria social. Yo dije: “La gente que practica Falun Gong son buenas personas. ¿Llevarían vidas ejemplares si fueran escoria social? Él hizo eso porque ya no podía aguantar más. Piénselo: si fuéramos libres, ¿se habría comportado así? Es debido a la persecución que intentó cometer suicidio”.

Después, no pudo evitar preguntar: “¿Actuarías tú como él?” Pensé en ello y luego dije claramente: “No quiero decir cosas que no puedes entender”. Él entonces se relajó, sonrió y contestó: “Entendemos, ¡gracias!” Me recordé que en mi cultivación, necesitaba armonizarme con el Fa y validar el Fa, no validarme a mí mismo. Hagamos lo que hagamos, deberíamos intentar ayudar a otros a entendernos y pensar en los demás.

Una noche, un sub jefe de equipo estaba de guardia. Me llamó para hablar conmigo: “Cuando hablé con otros practicantes, dijeron que yo era un demonio, y se negaron a hablar conmigo. ¿Por qué es eso?”. Le dije: “Bueno, ¿has hecho algo que un demonio habría hecho? Si no es así, puedes explicárselos. Si dices que eres una persona normal, pero a menudo persigues a los practicantes, que son buenas personas, entonces lo que hiciste está completamente mal. Espero que dejes de hacer fechorías y busques la bondad”.

Entonces dije desde lo profundo de mi corazón: “¿Por qué hablo contigo? No tenemos relación, ni somos amigos. Es porque mi Maestro me dijo que pensara primero en los demás. En realidad, creo que eres una buena persona, así que decidí hablar contigo. También te dije que practicar Falun Gong es para cultivarse uno hacia la divinidad. Piensa en ello, ¿por qué crees que tenemos Falun Gong en este mundo? ¿Por qué te he contado esto, incluso aunque soy solo un preso. Creo que deberías pensar en ello. Creo que has leído el libro Zhuan Falun. Estás persiguiendo a buenas personas, gente que se cultiva para convertirse en Fo y Dao. Si les debes algo, no podrás devolverlo, ¿no te asusta ésto?” El escuchaba muy cuidadosamente y asentía con la cabeza.

También le hablé del hecho de que Falun Gong se ha difundido a más de 100 países de todo el mundo y solo es perseguido en China. Le conté historias sobre figuras históricas del pasado y de la reciente historia china. Sabía que incluso aunque había hablado mucho, yo no estaba preparado para ello. Era Shifu quién me daba sabiduría. Al final, él quería saber en qué escuela me gradué. Le dije que ni siquiera me gradué en el instituto. No podía creerlo. Le dije que es porque practico Falun Gong que puedo hablar con ese conocimiento. El me dijo contento: “Puedo estar de acuerdo con la mayoría de cosas que me has contado. Ahora sé lo que debería hacer de ahora en adelante”. Hablamos hasta la 1:00 de la madrugada.

A la mañana siguiente me di cuenta de que mi tobillo izquierdo estaba un poco hinchado. En cuanto empezaba a andar, dolía. Al día siguiente, el empeine y el tobillo estaban hinchados. Cuando un guardia lo vio, insistió en que viera a un médico. Le dije: “No, no quiero ir. Estaré bien en dos días”. Al día siguiente, estaba aún más hinchado, y me dolían tanto los dedos que no podía tocar el suelo. Cuando el guardia lo vió, insistió en que viera a un médico, y me dijo que debía ir. Cuando noté que estaba inquiero, dije: “Si no estoy mejor mañana por la mañana, iré contigo”. El contestó inmediatamente: “De acuerdo, si eso es lo que quieres”.

Después de que él se fuera, dije a los colaboradores: “Me curaré sin necesidad de ir al hospital. Sin embargo, me tienen que echar una mano”. Cuando preguntaron qué tipo de favor necesitaba de ellos, dije: “Que uno de vosotros vaya por favor a la puerta a vigilar, la otra persona puede quedarse conmigo porque voy a hacer los ejercicios. Temo que los castiguen por lo que estoy haciendo y que amplíen vuestra condena”. Uno de los colaboradores dijo: “Echaré un vistazo por ti. Puedes hacer los ejercicios ahora”.

Como les había aclarado los hechos, me apoyaron. También encontraron una esterilla para que me sentara. Entonces me senté, subí las piernas e intenté sentarme en la posición de loto, pero no podía hacerlo. En cuanto subía las piernas, comenzaba a doler. No podía hacer nada más que pensar: “Maestro, por favor ayúdame. Quiero sentarme en la posición de loto”. En cuanto terminé ese pensamiento, apreté los dientes y subí mi pierna izquierda hinchada. Después de arreglármelas para subirla y sentarme en la posición de loto, ya no sentía más dolor. En lugar de ello, sentí mucha energía que venía de mis manos y mis pies, que duró 20 minutos. Después de 20 minutos, bajé las piernas. La piel de mi pie izquierdo y el tobillo se había oscurecido. Una hora más tarde, me picaba entre dos dedos. En cuando empecé a rascarme, la piel se abrió y empezó a salir pus.

Una hora después, dejé que mi pie izquierdo tocara el suelo. Noté que ya no dolía más, y que podía ponerme de pie y andar. En ese momento, los colaboradores estaban impresionados. Dijeron que era verdaderamente milagroso.

Al día siguiente, el guardia vino a llevarme al hospital. Le dije que estaba bien y curado. Me preguntó cómo había sucedido y dije: “Si te lo digo, tienes que prometerme que no tomaras represalias contra ellos”. El dijo: “Lo prometo, por favor dímelo”. Entonces le conté lo que había pasado después de terminar la meditación. Él pensó que era increíble y milagroso.

Más tarde, me llamó a su oficina y me preguntó: “¿Quieres ir a casa?” Dije que sí. Entonces él quería saber si podría irme por mi propio pie. Estaba muy sorprendido y dije que sí, por supuesto. Entonces me dijeron que recogiera mis cosas, emitieron un certificado de liberación y lo firmaron. También me dijeron que me habían comprado un billete de tren. Como tenía que tomar un autobús hasta la estación de tren, también me dieron 50 yuanes. Llegué a casa al día siguiente.

Después de un mes o así, fui a mi empresa y dije a mi jefe que había vuelto. Estaba muy contento de verme y dijo: “Es bueno que hayas vuelto. Puedes elegir para qué empresa quieres trabajar”. Entonces dije: “Lo que decidas, yo lo haré”. Me sonrió y dijo: “Sigues siendo el mismo, nada te ha cambiado. Puedes ir a la empresa C, donde podrás ganar más ingresos”. Luego, hizo que el personal del departamento preparara todo el papeleo necesario para que empezara a trabajar.

Después de trabajar unos día, nuestra empresa organizó una visita a un jardín. Un compañero de trabajo me dijo: “Antes de que llegaras, algunos habían intentado conseguir este trabajo, pero no pudieron. No les has sobornado, ¡pero has terminado consiguiendo el trabajo!”. Le dije que probablemente es porque el jefe está de acuerdo en que ¡Dafa es maravilloso!”.

He experimentado muchas cosas buenas, lo de arriba es solo una de ellas. Mientras tengamos pensamientos rectos y estemos en el Fa, podemos experimentar el cuidado y la benevolencia de Shifu, así como lo milagroso y sagrado de Dafa. Lo que Shifu nos ha dado está lejos de cualquier manifestación en el mundo humano, lo cual es difícil de describir con nuestro lenguaje humano.

 

El camino de la cultivación casi ha llegado a su fin. Solo siendo diligente no tendremos ningún arrepentimiento y recibiremos la gracia salvadora de Shifu.

 

Versión: http://en.minghui.org/html/articles/2014/4/21/277.html