(Minghui.org) Hace diez años que soy practicante de Falun Dafa. Antes de eso, era vanidosa y mis valores morales no eran correctos. Siempre protegía mis intereses personales y contendía con los demás para sentirme superior.

Después de casarme, no disfruté de mi vida porque los antecedentes familiares, la educación y la personalidad de mi marido eran diferentes a los míos. Incluso creía que me había casado con la persona equivocada.

Una vez le dije que estaba enferma en el auto después de un largo viaje. Aunque tenía vómitos y dolor de cabeza, me empujó a levantarme y a fregar el suelo. No pude hacerlo, así que me gritó. Yo, por supuesto, le contesté.

Cuando nuestro hijo era pequeño, yo tenía que darle de comer y levantarme por la noche para cambiarle el pañal. Mi marido no me ayudaba en nada. Jugaba a los videojuegos en la cama, y la luz parpadeante me dificultaba el sueño. Luego tenía que levantarme y atender mi negocio por la mañana más o menos a la misma hora que él se iba a la cama. ¡Era como un niño!

Estaba muy disgustada y pensé que debíamos divorciarnos. Sin embargo, me costaba mucho salir adelante por cuidar a mi bebé. Me deprimí y solía llorar en el baño. Nunca hablaba de mis problemas con nadie, ya que quería guardar las apariencias. Así que me lo guardaba todo para mí.

Un día, mi suegra me dio un ejemplar del libro Zhuan Falun. Sentí que el Maestro Li sabía muchas cosas. Otros practicantes de Falun Dafa me animaron a seguir la práctica espiritual. Poco a poco empecé a estudiar el Fa y a seguir los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Mi actitud, y la de todos los que me rodeaban, empezó a mejorar.

En aquellos días, mi esposo era terco, apático y tenía mucho orgullo aunque se sentía inferior. Estaba lleno de energía negativa. En mi opinión, era un inútil. Su peso se disparó hasta los 90 kilos. Trataba de evitar sus responsabilidades con su familia.

El Maestro Li dijo:

"...El corazón vacío, pensamientos benevolentes surgen..."

(Entrar en el reino sagrado, HongYin III).

Sabía que todo lo que me ocurría era por una razón. No tenía miedo y no me quejaba.

Teníamos nuestro propio negocio, pero mi marido no trabajaba los fines de semana. Todas las noches jugaba al mahjong o veía vídeos en el móvil. Se levantaba hacia el mediodía y gritaba a quien no hiciera lo que él pedía. También me ordenaba que le cocinara arroz frito todos los días. Ya lo había hecho antes, pero con una actitud resentida.

[Durante un conflicto, si puedes recordar]

Recordé que el Maestro dijo:

"El que tiene la razón es él

El que está equivocado soy yo

¿Por qué contienden?”

(Quién tiene razón, quién no, Hong Yin III).

Le traté bien basándome en los principios de Dafa. Mi madre no entendía por qué, y dijo: "Al final te divorciarás si no cambia nada". Yo le respondí: "¡Espera a ver si eso ocurre!".

Mi marido jugaba al mahjong hasta altas horas de la noche. Así que le envié mensajes y le recordé que no jugara hasta muy tarde y que se cuidara. Tampoco seguí comprobando dónde estaba como antes. Confié plenamente en él y me deshice de cualquier sospecha. Antes despreciaba a sus amigos, pero cambié mi actitud y los traté como si fueran mis amigos. Ahora tenemos una muy buena relación.

El hecho de mostrar compasión y consideración por los demás hizo que mi marido cambiara. Ahora actúa con responsabilidad y es muy recto, algo que nunca había visto en él. Tiene un alto nivel moral. En algunos aspectos, no soy tan buena como él. Ahora pasa tiempo ayudando a planificar mi negocio y ha firmado muchos contratos. Su peso también ha vuelto a la normalidad.

Dafa ha armonizado y salvado a nuestra familia. Aprecio al Maestro y agradezco a todos los practicantes que me han ayudado.

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