(Minghui.org) Soy un practicante de Falun Dafa que vive en una zona rural. Cuando me he encontrado con dificultades o incluso con situaciones que amenazaban mi vida, Shifu siempre me ha protegido.

Cuando empecé a practicar Falun Dafa en 1998, estaba solo y no conocía a ningún practicante local. Como no estudié el Fa de todo corazón, mi comprensión era muy superficial y encontré muchos desafíos en mi camino de cultivación.

Una tribulación familiar

Mi esposa trató de obligarme a no practicar Falun Dafa e incluso me amenazó con el divorcio. Me pidió que eligiera entre practicar Falun Dafa o vivir con ella.

Le dije que quería ambas cosas, pero ella insistió en que solo podía elegir una.

Le dije que no podía obligarla a quedarse si insistía en irse. Se fue de casa varias veces, pero siempre regresaba.

Como la amenaza de divorcio no funcionó, empezó a interferirme. Destruía mis libros de Dafa y no me dejaba hacer los ejercicios.

Cuando estaba meditando en la cama, me tiraba al suelo y se sentaba en mi regazo. Ella pesa más de 77 kilos (170 libras).

Era como una pesada piedra de molino encima mía. Lo soportaba y seguía haciendo los ejercicios.

Un día cuando estaba estudiando el Fa, de repente me iluminé con lo siguiente: "Como estamos practicando en esta escuela de cultivación, no debemos dejarnos interferir por los demonios ni por la gente con malas intenciones".

Sentí que se trataba de una insinuación de Shifu. Mientras hacía el segundo ejercicio esa noche, mi esposa se acercó a mí.

Calmé mi mente y recité en silencio: "Como estamos practicando en esta escuela de cultivación, no debemos dejarnos interferir por los demonios ni por la gente con malas intenciones". Solo me tocó un poco antes de alejarse.

Gracias a Shifu, pasé esta tribulación. No ha vuelto a interferirme desde entonces.

Shifu me protegió durante el ataque de un toro

Yo solía pastorear el ganado para un granjero y había un campo de maíz en medio del pasto.

Un día, cuando decenas de cabezas de ganado caminaban cerca del maizal, de repente se arremolinaron y armaron un revoltijo. Me apresuré a arrear el ganado con un látigo.

Empezaron a huir, pero un toro se volvió de repente y corrió hacia mí. Me tiró al suelo y me retuvo con sus dos cuernos.

El toro pesaba más de 907 kilos (2.000 libras). Sus cuernos parecían bayonetas.

Pensé en Shifu y le pedí ayuda: "¡Shifu! Por favor, ayúdame". El toro paró inmediatamente el ataque.

Me levanté y retrocedí unos pasos. Me miró durante un rato y luego se fue.

¡Qué miedo! Podría haberme herido gravemente o incluso haberme matado si Shifu no me hubiera protegido.

Los perros me mordieron pero me dejaron ir

Un día de lluvia, por culpa de una batería agotada, estaba empujando mi bicicleta eléctrica por la calle. Dos grandes perros salieron de repente de una verja delante de mí.

Estaban a cada lado de la verja mirándome fijamente. Grité pero nadie respondió ni salió.

Uno de los perros me dio un mordisco en el muslo. Huí hacia la valla cercana y puse la bicicleta delante de mi cuerpo.

Entonces pedí ayuda a Shifu. En ese momento, los perros no se acercaron a mí.

Se limitaron a sentarse y a observarme. ¡Qué perros tan grandes! Sus cabezas estaban por encima de mi cintura.

Creo que eran mastines tibetanos. Babeaban y yo seguía gritando: "¡Shifu, sálvame, por favor!".

Al cabo de un rato, los perros volvieron. Decidí no contarle a su dueño lo sucedido.

Al llegar a casa, encontré unas marcas de dientes profundas y moratones en mi pierna. Ha habido muchas otras experiencias peligrosas como estas, pero Shifu siempre está cerca y me protege.

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